27/08/2025
🔥 «Johnny estaba al otro lado de las llamas, que tuvo que saltar para llegar al borde del agua, donde contemplamos impotentes la catástrofe.
El suelo hallábase tapizado de secas agujas de pino, que ardían con la alacridad de la pólvora. Era asombroso ver con que facilidad se movía el cúmulo de llamas. Mi cafetera se había esfumado en compañía de lo demás. En menos de medio minuto el fuego prendió en una intrincada vegetación de matas de gayubas de seis u ocho pies de altura y fueron espantables los rugidos, el chisporroteo y los estampidos.
El calor nos condujo al bote, donde permanecimos inmóviles, como encantados.
Media hora bastó para que todo se transformase en una cegadora tempestad de fuego. Remontó las alturas cercanas, las coronó y bajó por la falda opuesta, hasta reaparecer en otra cumbre más empinada y distante, disparando espantosas llamaradas, precipitándose de nuevo y tornando a comparecer cada vez más alta en la ladera de la montaña. De vez en cuando emitía una guerrilla de fuego y desarrollaba sus lucíferas espirales a lo largo de los contrafuertes y de las lejanas cañadas. Por último, en lo que abarcaban los ojos, los escabrosos costados de la sierra se arroparon en una blonda de arroyos de lava ardiente.
En la otra ribera, en la distancia, las cumbres se encendieron con resplandores carmesíes y el cielo, por encima de nuestras cabezas, parecía un verdadero infierno.» 🔥
📚 PASANDO FATIGAS, Mark Twain
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