04/09/2025
Némesis fue mi octava novela, séptima de las que admiten su calificación como histórica, aunque hace tiempo que no me gusta ese adjetivo para lo que escribo. Se publicó en 2020 por HarperCollins Ibérica, tras mi cambio de editorial y en Pandemia.
En puridad hay un narrador múltiple (con Heródoto en primera persona testigo), pero el cuerpo principal de Némesis está escrito en primera persona protagonista. Esto respondió a un reto: meterme en la piel de una mujer. La protagonista de Némesis está basada en Artemisia I de Halicarnaso, líder política y militar que vivió en el siglo V antes de Cristo. Esta Artemisia fue un personaje fascinante que nos descubrió Heródoto en sus Historias, y está descrita de forma ambivalente, no tan positiva como alegremente se afirma muchas veces. Los aspectos negativos se deben en parte a que la Artemisia histórica luchó junto a los persas —o sea, contra los griegos— en la Segunda Guerra Médica.
Lo que se pretende saber sobre Artemisia es más bien poquito. Su perfil histórico, aparte de Heródoto, fue trazado mucho después de su existencia y de forma evidentemente falaz. Además de las Historias de Heródoto, me serví como fuente principal de un dudoso documento anterior (fragmentos aislados más bien) atribuido a él mismo y llamado H-312. Némesis recorre la vida de Artemisia, saltando desde una adolescencia traumática hasta los prolegómenos de la Segunda Guerra Médica, y encuentra su clímax narrativo en la batalla de Salamina, aunque el tiempo diegético es mayor porque se supone que Heródoto escribe al dictado bastante tiempo después, durante su propia juventud.
Anécdotas hay unas cuantas:
Desde el principio quise consolidar el carácter literario de la novela para alejarlo del estándar del género histórico y usar el arte, no la historia, como marco referencial. El tejemaneje con el H-312 daba juego, así que Némesis acabó convertida en un ejercicio múltiple de intertextualidad que tira del recurso del manuscrito encontrado. Esto me inspiró un homenaje a uno de los «manuscritos encontrados» más célebres del género, El nombre de la Rosa. La introducción de Eco se titula «Naturalmente, un manuscrito». La introducción de Némesis se titula «Naturalmente, otro manuscrito».
La intertextualidad no acaba ahí. El laberinto es un elemento crucial en Némesis, tanto dramática como temáticamente. Lo mismo pasa con las palabras antiguas, tan importantes en El nombre de la rosa como en Némesis. Un último homenaje a Eco aparece en las sugerencias metanarrativas. Némesis está salpicada —y no gratuitamente— de referencias a obras modernas como películas (Dentro del laberinto, de Jim Henson) o canciones (desde Madonna a Guns N’ Roses).
Los encabezamientos con temas modernos marcan, además, una arquitrama que yo defino como «Viaje de la heroína». No se trata de una simple banda sonora de la novela: es que cada capítulo tiene relación con su música. Buscar el tema apropiado para cada fase fue complejo, sobre todo porque quería títulos que fueran significativos para mí. La lista incluye a Judas Priest, Madonna, Vixen, Chaka Khan, Tina Turner, Halestorm, Accept… De la selección final quedaron descartados Fleetwood Mac, Cranberries, Metallica…
Uno de los personajes, Paniasis (cómitre del trirreme Némesis y tío de Heródoto) se dedica a rimar durante toda la novela. Se trata de cancioncillas de tipo militar, de esas que sirven para mantener el ritmo de la boga, algo muy importante en un trirreme. Las rimas de Paniasis, invariablemente, son picantes. En cierto modo, Paniasis es un alter ego de Fortún Carabella en El ejército de Dios, aunque reconozco que para componer sus rimas pensaba bastante en una peli de culto, El sargento de Hierro. Una muestra:
Sabias musas del Helicón,
Amo a una jonia, un bellezón.
Pienso en su pecho, pienso en su boca,
Se me pone dura como una roca.
La novela también está llena de referencias mitológicas, de antiguas historias que se cuentan de madre a hija y que han llegado hasta nosotros, porque proceden del mundo antiguo en el que se fraguó esta cultura que maltratamos a diario. No hablo solo de Grecia, la cosa se extiende bastante y muestra cómo de mestiza es nuestra herencia. Uno de los temas más interesantes viene dado por el origen cretense de Aranare, la madre de Artemisia, y su relación con el laberinto minoico. También con esas extrañas representaciones de jóvenes semidesnudas en Creta, especialmente la conocida como Diosa de las Serpientes; y, por supuesto, con el toro y con el hacha de doble filo.
Hablando de serpientes y del odio que les tiene Artemisia, otra referencia intertextual a una de mis pelis favoritas: En busca del arca perdida.
Némesis es mi mejor novela hasta la fecha, aunque probablemente el lector estándar de Novela Histórica no estará de acuerdo. No es, ni de lejos, una de mis novelas más vendidas en España. Sin embargo, cosa curiosa, es la más vendida fuera. Concretamente en México se ha vendido mucho más que en mi propio país.
Mi hija nunca lee mis novelas. Es algo relacionado con las escenas eróticas y la imagen que ella tiene de su padre, cosas de la vida. Sin embargo, leyó esta y me ayudó mucho, muchísimo, a redondearla. Como sabía de sus reticencias y quería contar con su ayuda, esta vez prescindí del tono erótico que sí tienen mis otras novelas. No es que el erotismo haya desaparecido, claro. Antes morir que perder la vida. El erotismo está ahí, pero también es cierto que su presencia más sutil casa con el enfoque narrativo. Imaginad a una señora bien de hace dos mil quinientos años contando los detalles de sus aventuras de cama. Un S**o en Nueva York preclásico, ahora que lo pienso.