18/09/2023
la Dama de Arintero, la hija de un noble leonés que ante la ausencia de un hermano varón cogió la armadura y la espada. En cualquier caso, el señor local era el conde García, un hidalgo. Con tal condición, estaba obligado a aportar un caballero armado al ejército real.Y el 11 de diciembre de 1474 murió Enrique IV y tanto Juana como Isabel se proclamaron reinas, abocando a Castilla a la guerra civil. Los isabelinos contaban con la alianza de los aragoneses mientras que los juanistas alianza con, el monarca portugués Alfonso V, para tener el apoyo de ese país y sumarlo al de Francia, rival de Aragón. Otros reinos se mantuvieron neutrales La entrada de tropas lusas por Plasencia y la posibilidad de que enlazaran con las francesas alarmó al otro bando, que envió emisarios por toda Castilla llamando a las armas. Así llegó la noticia a Arintero, donde el mencionado conde García se veía imposibilitado para responder a la convocatoria. Por eso, viendo su decaída moral, una de las hijas ella acudiría.Juana recibiera un entrenamiento como guerrera, desde aprender a dominar al caballo en medio del fragor del combate a manejar espada y lanza, pasando por acostumbrarse al peso e incomodidad de la armadura. De modo que al cabo de ese tiempo estaba preparada y se presento en Benavente como el caballero Diego Oliveros de Arintero. En febrero de 1476 los reyes pusieron sitio a Zamora, que estaba en manos portuguesas, conquistándola. Los lusos se retiraron antes de que la plaza fuera tomada, atrincherandose en Toro. El choque se produjo en los campos de un pueblecito Peleagonzalo, pasaría a la Historia con el nombre de Batalla de Toro. Junto a otros caballeros, Juana cargó contra el enemigo intentando arrebatarle el pendón al alférez, ante tres adversarios. Pudo deshacerse de dos pero el otro tenía ventaja al luchar cuesta abajo y logró desarmarla y herirla.Al quedar inconsciente y fueran los médicos, al disponerse a curarla, quienes se percataran de que aquél era una mujer, Fernando no daba crédito a lo que oía pero, admirado de su valor, hizo justicia: no sólo perdonó el engaño sino que le concedió importantes privilegios a Juana,