20/01/2025
LOS PUNTOS CARDINALES DE LA CONTRACULTURA JEREZANA
Jerez de la Frontera, esa ciudad desmemoriada y clientelista, hoy más pepera que nunca, siempre cobarde, afronta una etapa de atrasismo y magna involución. El vuelco a la derecha del tablero político (y la consolidación del trumpismo internacional) nos ha pillado sin ilusiones políticas, a años luz de los partidos del consistorio, con enemistades cainitas aún vigentes y la sensación de que hemos vuelto a aquel «que no nos representan» de hace casi dos décadas.
Pero hasta en las situaciones más adversas, hasta de la decepción latente y del hastío generacional, hasta de los fiascos más decepcionantes se cansa la gente y al final se revuelve ese espíritu rebelde y combativo del ser humano, empujado siempre por una juventud sin complejos ni rencores. Así surgen, en los márgenes, pequeñas colectividades y agrupaciones que no son sino un arrebato de dignidad e inconformismo; de progreso y lucha.
En esos contextos aparece la contracultura; un movimiento a contracorriente del sistema y del borreguismo local, de la voz del amo, del neoliberalismo que nos mueve como títeres descabezados, de los topicazos jerezanos del caballo, el flamenco, el vino y los toros, o del currículum oficial pepero representado por los josés mercés, los luisitos lara y los ojedas de turno, símbolos de esa esencia rancia y machista que nos hunde en la caricatura más obsoleta, acrítica, vacua y servilista.
La contracultura jerezana existe. Está ahí para quien desee participar. Nace del inconformismo y del deseo de establecer otro marco cultural, narrativo y filosófico; en definitiva, se apuesta por otro modo de vivir en colectividad; mucho más humanista, intelectual, comprensivo y empático, donde todes tienen su sitio y aparecen los cuidados, esa asignatura pendiente de la generación del 15M.
Hablamos de una escena alternativa que no mueve masas pero donde cualquiera de la masa tiene espacio y voz; siempre, eso sí, que no sean voces fascistas, racistas o clasistas. Se trata de una escena underground, arriesgada, inquieta, transformadora y solidaria.
Esta escena la conforman cuatro ejes reconocidos, espacios físicos que responden al nombre de el El Corral de San Antón el Eliseo Ateneo Reclús La Yerbabuena Centro Socialy la biblioteca Sebastián Oliva, de la CCNT Jerez. Cuatro puntos cardinales con filosofías diferentes —uno opera desde la vía política, otros desde el sindicalismo, alguno desde la transformación vecinal pura y dura— pero unidos por un similar sentido crítico, con el espíritu de crear espacios de debate amables, altruistas, diversos y longevos, lejos de la servidumbre jerezana. Los espacios no han sido flor de un día, llevan años operando y creciendo granito a granito.
Esta contracultura jerezana nos brinda eventos prácticamente todas las semanas: charlas, talleres, videoforums, conciertos, debates, presentaciones… siempre ofrece un refugio para la gente que busca ampliar miradas, cultivar su conocimiento, exponer sus talentos y alimentar inquietudes muy diversas. Se da forma así a un discurso alternativo.
La izquierda en jerez no tiene la fuerza política (institucional) de hace una década —ni la va a tener durante mucho tiempo—, pero hace una década apenas existía está telaraña contracultural que se extiende llegando a otros ámbitos de espíritu cómplice: La Librería, el Kolectivo Sur, la Impro, la sala La Quemá.. Y todo esto va mucho más allá de la representación institucional (necesaria pero no imprescindible) y desemboca en lo tangible. Tenemos un tesoro a cuidar; algo nuestro que aún puede crecer, inhibrarse y multiplicarse desde la sinceridad y el respeto a los espacios. Por eso no los debemos descuidar; algunos actores podrían dar un paso al frente para que esta contracultura gane cuerpo y solidez y escriba un nuevo futuro. Hay algo hermoso ahí que hace sentir a mucha gente comprendida y como en casa.
Dicen que los puntos cardinales ayudan al ser humano a ubicarse en un espacio determinado, indicándole hacia dónde dirigirse; la contracultura nos sirve para eso, para saber dónde estamos y hacia donde queremos caminar. Queda mucha historia por escribir.
Jerez de la Frontera, esa ciudad desmemoriada y clientelista, hoy más pepera que nunca, siempre