Reflexiones Personales Politicas y Liberales

Reflexiones Personales Politicas y Liberales REFLEXIONES PERSONALES. (Para algunos mosquito cojonero, para otros un tonto del haba y para los dem TODAS LAS REFLEXIONES SON PENSAMIENTOS EN ALTO.

TODO LO QUE HACEMOS TIENE UNA RAZON DE SER, PERO A VECES EL CORAZON NO ENTIENDE DE RAZONES.

26/10/2025

Una Diada para todos, no solo para unos pocos
Por José María Mulet Torres
En Palma se ha celebrado recientemente el Día de la Policía Local, un acto que, más allá del protocolo, merece todo el reconocimiento ciudadano. No hay institución más cercana ni más visible en la vida cotidiana de un municipio que su Policía Local. Ellos están cuando hay que ordenar el tráfico, cuando surge una emergencia, cuando hay un problema en la calle o, sencillamente, cuando la convivencia requiere presencia, templanza y criterio. Celebrar su Diada es, por tanto, una forma de poner en valor un cuerpo que representa la seguridad y la serenidad de nuestra sociedad.
Hasta ahí, todo es digno de aplauso. Lo que no resulta tan lógico —ni tan propio de una sociedad abierta, civil y civilizada— es la manera en que se organizó el acto principal de la jornada: la entrega de condecoraciones en la Plaza Mayor. Un espacio emblemático de la ciudad que, por definición, pertenece a todos. Sin embargo, para acceder a este acto no bastaba con el interés ciudadano o el respeto institucional. Solo podían entrar aquellos previamente acreditados o con algún familiar o amigo en la lista de galardonados ,u homenajeados.
El resultado fue tan paradójico como inaceptable: ciudadanos anónimos quedaron fuera, y entre ellos incluso un periodista reconocido, Pedro Prieto, a quien se le denegó la entrada. No hablamos de un evento privado, sino de una celebración institucional que debía ser pública y abierta. Si algo distingue a un Estado democrático es precisamente que sus actos públicos lo son de verdad, y que nadie necesita invitación para presenciar cómo se honra a quienes sirven al bien común.
No se cuestiona el lugar, que es inmejorable; se cuestiona el concepto. La Plaza Mayor no es una sala de protocolo ni un recinto cerrado; es el corazón de Palma, y su uso para una celebración cívica debería implicar inclusión, no exclusión. Nadie discute que los homenajeados y sus familiares dispongan de un espacio reservado y digno, pero sería igualmente lógico —y democrático— que el resto del recinto contara con una zona abierta para todo ciudadano que quisiera acompañar a su Policía Local en su día grande.
Cerrar simbólicamente las puertas de la Plaza Mayor en una jornada que debería representar la cercanía entre institución y ciudadanía es un error de forma y de fondo. La Diada de la Policía Local debe ser una fiesta de todos, no una ceremonia restringida. Porque si hay algo que justifica la existencia de una policía municipal, es precisamente su vínculo con la comunidad a la que protege.
Y ese vínculo se cultiva, sobre todo, con gestos. Gestos como abrir las plazas, no cerrarlas.
Palma, 26 de octubre de 2025
José María Mulet Torres

22/10/2025

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Memoria o amnesia selectiva

En España hablamos mucho de memoria histórica, pero a veces parece que lo que se busca es más bien una amnesia selectiva. La Ley de Memoria Histórica primero, y ahora la llamada Ley de Memoria Democrática, nacieron con un propósito —en teoría noble—: reconocer a las víctimas de la dictadura y reparar su dignidad. Eso es justo y necesario, porque durante décadas muchas familias sufrieron el silencio, el miedo y el olvido institucional.

Sin embargo, el problema surge cuando la memoria se convierte en un relato oficial, y no en un ejercicio completo de verdad. Un país que quiera mirarse al espejo no puede hacerlo tapando la mitad del cristal. Si se habla de los crímenes del franquismo —que los hubo, y muchos— también hay que hablar de los asesinatos cometidos en el otro bando, de Paracuellos, de las ejecuciones sumarias en iglesias, fincas o cárceles improvisadas, y de toda aquella violencia política que precedió al golpe del 36. El olvido de un lado y la exageración del otro acaban convirtiendo la historia en una trinchera ideológica.

El resultado es claro: la extrema derecha se alimenta de esa herida. Cuanto más se manipula el relato histórico, más se reavivan los odios que deberían estar ya curados. Y no, no se trata de equiparar responsabilidades ni de reabrir heridas por gusto, sino de reconocer que el país entero sufrió, y que la reconciliación no se decreta desde un ministerio, sino que se construye con verdad, justicia y humanidad para todos.

Tú dices: hay que calmarlos. Y tienes razón. Hay que calmar las pasiones, pero también no excitarlas con leyes que parecen escritas contra media España. La democracia no necesita héroes de trinchera, sino ciudadanos maduros capaces de decir: “sí, aquello fue terrible para todos”.

Mientras tanto, la memoria sigue dividida: una oficial, otra silenciada. Y el país sigue discutiendo no sobre lo que pasó, sino sobre quién tiene derecho a recordarlo. Eso no es memoria, es poder. Y el poder, cuando se disfraza de virtud moral, siempre acaba siendo dictadura

20/10/2025

En defensa de lo nuestro: el homenaje que nos convoca

Se prepara en Mallorca un acto que, más allá de cualquier color o tendencia, debería unirnos a todos: el homenaje al rey de Mallorca caído en Llucmajor, símbolo de la defensa de nuestra identidad y de lo que hoy llamamos balearismo. No es un simple recuerdo histórico; es un reconocimiento a quienes, en su tiempo, defendieron una tierra, una cultura y una manera de ser que aún nos distinguen.

Sin embargo, ya se oyen voces que, en lugar de sumar, se dedican a dividir. Algunos, que se autodenominan “balearicos” o “mallorquines de raíz”, parecen más preocupados por quién organiza el acto que por lo que representa. Otros se burlan o se desentienden porque quienes impulsan esta conmemoración hablan castellano o porque, desde su estrecha visión, confunden el amor a Mallorca con una postura política. Es un error y, peor aún, una muestra de cobardía disfrazada de pureza lingüística.

No se trata de banderas ni de lenguas, sino de respeto. La lengua, como la historia, debe ser un puente, no una trinchera. Quien ama esta tierra no puede excusarse en el idioma para darle la espalda a su memoria colectiva. El homenaje en Llucmajor es una cita con nuestras raíces, con la dignidad de quienes defendieron lo que somos.

Por eso, desde el sentido común y el respeto que nos debemos, hago un llamamiento a todos los mallorquines, a todos los baleares, a quienes nacieron aquí y a quienes eligieron esta tierra para vivir: participad. El 25 no es un día cualquiera. Es un día para demostrar que Mallorca sigue viva, plural, orgullosa de su pasado y capaz de mirar al futuro sin complejos.

El Proyecto Liberal Español y otras entidades que creen en una identidad abierta y en una libertad sin etiquetas estarán presentes. Ojalá también lo estén todos los que sienten esta isla como suya. Que nadie se quede fuera por miedo o por prejuicio.

Porque honrar a quienes nos precedieron no es política: es gratitud. Y defender lo nuestro, con respeto y sin exclusiones, es el mejor homenaje que podemos ofrecer.

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