27/10/2025
No te hablo desde la altura de un pedestal, sino desde el barro de mis propias caídas.
Te comparto estas verdades porque ya sangré justo donde ahora te encuentras,
o quizás, donde tus pies están a punto de pisar.
No es una jactancia de mayor saber,
sino la voz humilde de quien ya tropezó en el mismo camino.
Ya confié en espejismos disfrazados de almas puras,
ya persistí con terquedad frente a puertas selladas,
ya ignoré las señales que susurraban,
hasta que se transformaron en gritos desgarradores resonando dentro de mí.
Si hoy te ofrezco la semilla de un consejo,
no es porque me perciba superior
ni por la vana necesidad de ser escuchado.
Es porque ya sentí el golpe brutal del error,
la asfixia del orgullo que se traga,
el torrente de lágrimas vertidas por no haber atendido a tiempo
la voz de mi propia intuición.
Cada palabra que te entrego nace de un eco,
de una quemadura,
de una herida que se volvió lección.
Ojalá pudiera desplegar un escudo invisible ante ti
y ahorrarte el inevitable dolor del aprendizaje.
Pero sé, con la certeza de lo vivido,
que hay verdades que solo se graban a fuego en el alma
cuando uno se rompe,
se fragmenta,
y desde esa vulnerabilidad, se reconstruye.
El dolor es un maestro implacable,
pero también el más efectivo.
Solo espero que, cuando ese momento llegue
y tu mundo parezca desmoronarse,
recuerdes esto:
en tu aparente soledad, no estás solo.
Mi experiencia —y la de muchos otros—
es un puente silencioso,
un recordatorio de que cada herida
es también una puerta abierta hacia una nueva fortaleza.
Créditos:: lo leí y me encanta 💖
🦁🖤