13/01/2025
Reflexión sobre la tristeza y la esperanza del pueblo cubano, quién no quiera leer mis escritos que me borre de sus contactos, es lo que pienso y como lo pienso.
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El pueblo cubano es como una joya en medio del Caribe, lleno de riqueza cultural, paisajes inigualables y una fuerza interior que ha resistido lo inimaginable. Sin embargo, es doloroso reconocer que esta tierra, bendecida por la naturaleza, ha sido maltratada por la incompetencia y la falta de visión de quienes han tenido en sus manos el deber de administrar y proteger su futuro.
El sufrimiento del pueblo no es un accidente ni una casualidad; es el resultado de décadas de decisiones equivocadas, de promesas incumplidas y de un sistema que, lejos de liberar, ha puesto cadenas al crecimiento y al bienestar. La tristeza de Cuba no radica solo en las carencias materiales, sino también en las ilusiones rotas, en la emigración forzada y en la pérdida de una generación tras otra que sueña con algo mejor, pero no ve cómo alcanzarlo.
Sin embargo, el pueblo cubano no ha perdido su esencia. Somos fuertes, resilientes y profundamente solidarios. Aunque el dicho popular diga que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, en ocasiones parece que este tiempo se alarga para Cuba. Pero no olvidemos que, aunque las tinieblas parezcan eternas, siempre hay un amanecer.
A los que están dentro, les digo: no pierdan la fe. Cada acto de bondad, cada esfuerzo diario por sostener a sus familias, cada risa y cada canción, son señales de que el espíritu cubano sigue vivo. A los que están fuera, les recuerdo: su amor por la patria trasciende la distancia. Su apoyo, sus palabras y sus acciones son luces de esperanza para quienes aún resisten en casa.
Lo bueno está por venir. Aunque las heridas sean profundas, la historia demuestra que ningún sistema injusto perdura para siempre. Cuba saldrá adelante, no porque se lo permitan los que gobiernan, sino porque el corazón de su pueblo es más grande que cualquier obstáculo. El cambio llegará, como el sol que rompe la tormenta, y cuando lo haga, será porque millones de cubanos, dentro y fuera de la isla, nunca dejaron de creer.
Mantengamos viva la esperanza. Al final, el amor por nuestra tierra y nuestra gente será la fuerza que nos llevará a un futuro mejor.