Ankor Inclán

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Ankor Inclán ¡Bienvenid@ a mi página! Historias, reflexiones, filosofía de vida, motivación y humor espiritual. Un espacio para mirar la vida desde otro lugar.
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Colaborador de Alejandro Jodorowsky. ¿Quieres reservar una consulta conmigo? Más información: https://www.ankorinclan.es/sesiones/

Una vez, Alejandro Jodorowsky me dijo algo que en aquel momento pasó casi desapercibido, como esas frases que parecen si...
24/11/2025

Una vez, Alejandro Jodorowsky me dijo algo que en aquel momento pasó casi desapercibido, como esas frases que parecen simples hasta que un día, sin avisar, te golpean con toda su profundidad.

Me explicó que el Maestro no es alguien que aparece para rescatarte ni una figura externa a la que debas seguir ciegamente. Me dijo que el Maestro surge cuando dejas de defenderte de ti mismo, cuando el ego por fin se relaja y permite que algo más auténtico tome la palabra.

“Cuando el discípulo está preparado, aparece el Maestro”. Y añadió lo que realmente importa: que esa preparación no depende de libros, rituales o teorías, sino de un gesto mucho más difícil… reconocer tus propias sombras sin miedo, sin excusas, sin maquillarlas.

Según él, la humildad no era rebajarse, sino dejar de fingir. Una sinceridad radical contigo mismo. Y que justo en ese instante, cuando ya no huyes de lo que eres, aparece el Maestro Interior: esa parte tuya que sabe, que entiende, que ve claro incluso cuando tú te sientes perdido.

No llega con fanfarrias, ni con certezas absolutas. Llega en forma de calma. De una claridad que antes no tenías. De una intuición que empieza a guiarte sin gritos, sin urgencias.

A veces la vida te dobla hasta casi tocar el suelo, igual que ese árbol que un día cayó, pero se negó a morir. Lo intere...
24/11/2025

A veces la vida te dobla hasta casi tocar el suelo, igual que ese árbol que un día cayó, pero se negó a morir. Lo interesante no es solo que siguiera vivo, sino que, desde lo más profundo de su caída, encontró la fuerza para levantarse de una manera nueva, distinta, inesperada. Se curvó, cambió de forma, aprendió otra dirección y aun así siguió creciendo hacia la luz. Ese árbol demuestra que la fortaleza no está en quienes nunca caen, sino en quienes, incluso rotos, encuentran la manera de reinventarse. Porque renacer no siempre significa volver a ser como antes, sino descubrir que todavía puedes levantarte, aunque tu camino ya no sea recto, aunque tu historia haya cambiado para siempre. Y quizá, como él, tú también estás a un giro inesperado de volver a levantarte.

24/11/2025

No me dolió que me dejara. Me dolió que lo hiciera como si yo no importara.

Fueron seis años juntos. Seis años en los que compartimos mudanzas, proyectos, vacaciones, enfermedades, familia. No teníamos hijos, pero habíamos construido algo parecido a un hogar. O eso creía yo.

Una noche, mientras yo lavaba los platos y él revisaba su móvil en el sofá, me soltó:
—Creo que ya no estoy enamorado.

Así. Sin contexto. Sin discusión previa. Como quien dice que se le acabó el pan.

Me quedé quieta, con las manos mojadas y el corazón detenido. No supe qué decir. No lloré. No grité. Solo sentí que algo se rompía en silencio.

Esa noche durmió en el sofá. A la mañana siguiente, se fue a casa de un amigo “a pensar las cosas”. No volvió. A los pocos días supe que ya tenía a otra. Una compañera de trabajo. Más joven. “Nada serio”, me dijeron. Claro.

Los primeros meses fueron una especie de limbo. No podía odiarlo. Tampoco podía extrañarlo. Lo que más me dolía no era su ausencia, sino la manera en que se fue. Como si no dejara atrás a una persona, sino un mueble. Como si todo lo que habíamos vivido no hubiera valido nada.

Me preguntaba si alguna vez me quiso de verdad. Si alguna vez fui importante para él. Y esa duda era un veneno lento que me llenaba el cuerpo.

Hasta que un día, una amiga me dijo algo que me hizo despertar:
—No te dolió que se fuera. Te dolió darte cuenta de que no eras tan vista como pensabas.

Ahí lo entendí.

No me dolía su decisión. Me dolía haberme olvidado de mí misma en el proceso de quererlo. Me dolía haber dejado de hacer cosas que amaba por adaptarme a su ritmo, a sus planes, a su vida. Me dolía haberme callado tantas veces para no incomodar, para no discutir, para “mantener la paz”.

Desde entonces empecé un proceso de reconstrucción. Volví a bailar. Volví a escribir. Volví a tomar café sola en la calle sin sentirme abandonada. Y, sobre todo, volví a mirarme con compasión.

Hoy puedo decir que lo superé. No porque haya alguien más, ni porque todo esté resuelto. Lo superé porque me recuperé a mí.

Y eso, para mí, ya es amor.

Historia que nos envía una seguidora anónima – Narrada por Ankor Inclán

La felicidad no es ese cuento perfecto que nos han vendido, ni una línea recta donde todo encaja y nada duele. La felici...
24/11/2025

La felicidad no es ese cuento perfecto que nos han vendido, ni una línea recta donde todo encaja y nada duele. La felicidad es más parecida a este árbol torcido: imperfecta, golpeada, llena de giros raros que nadie entiende desde fuera. A veces llega en forma de calma después de una tormenta que casi te rompe, otras aparece en un momento absurdo, en medio del caos, cuando menos la buscas. Es cruda porque no avisa, no dura siempre y no se construye con frases bonitas, sino con decisiones jodidas que te obligan a soltar lo que pesa, a alejarte de lo que te drena y a admitir verdades incómodas sobre ti mismo. La felicidad real no es constante ni limpia: es irregular, a ratos egoísta, a ratos salvaje, y casi siempre nace de haber tocado fondo y haber elegido seguir adelante. Y cuando llega, aunque sea por un instante, lo único que te recuerda es que todavía tienes algo dentro que merece la pena cuidar.

24/11/2025
Hoy, 24 de noviembre de 2025, se cumplen 34 años desde que Freddie Mercury nos dejó físicamente… aunque su voz, su genio...
24/11/2025

Hoy, 24 de noviembre de 2025, se cumplen 34 años desde que Freddie Mercury nos dejó físicamente… aunque su voz, su genio y su corazón siguen vibrando en cada generación que descubre su historia.

Más allá del escenario, de la energía desbordante y de los himnos que marcaron la música para siempre, hay un detalle que lo hacía aún más humano: su amor profundo por los animales, especialmente por los gatos.

Freddie no solo convivió con ellos; los consideraba parte de su familia. En 1985, cuando lanzó su primer álbum en solitario, “Mr. Bad Guy”, dejó una dedicatoria tan sincera como inolvidable:
“A mi gato Jerry, también a Tom, Oscar, Tiffany y a todos los amantes de los gatos en todo el universo”.

Ese gesto resume quién era él al cerrar la puerta del camerino: un hombre sensible, cariñoso, que encontraba refugio en sus felinos. Llegó a cuidar hasta diez gatos, y su devoción fue tan grande que incluso en el videoclip de These Are the Days of Our Lives aparece usando un chaleco ilustrado con sus rostros.

Hoy lo recordamos no solo como un artista irrepetible, sino como alguien capaz de amar con una ternura que sigue emocionando.

¿Conocías este lado tan especial de Freddie? 🐾

24/11/2025

¿Y si simplemente no quiero tener hijos?

—¿Y tú para cuándo?

La pregunta fue directa, como una piedra lanzada sin aviso en mitad del café familiar del domingo. Amina giró la cabeza con suavidad, sin dejar de remover su té.

—¿Para cuándo qué, abuela?

—¡Los hijos, niña! Ya tienes 36 años, buen trabajo, salud, casa propia… ¿qué estás esperando?

Amina esbozó una sonrisa tensa.

—No quiero tener hijos.

El silencio fue inmediato, denso. Su primo dejó de mirar su portátil. Su tía fingió buscar algo en el bolso. Solo se oía el eco del v***r de la tetera.

—¿Cómo que no quieres? —intervino su madre— Pero si los niños son lo mejor que hay.

Amina dejó la taza en el plato con cuidado.

—No necesito ser madre para sentirme realizada. Nunca he sentido ese deseo. Y no quiero traer a alguien al mundo solo porque “se supone” que debo hacerlo.

—Eso es egoísmo —dijo su padre con el ceño fruncido—. Tus abuelos, tus padres… todos han hecho sacrificios por ti. ¿Y ahora tú rompes la cadena?

—Lo verdaderamente egoísta —contestó Amina con calma— sería tener un hijo para complacer a otros, no por deseo propio.

Los días siguientes no fueron fáciles. Su madre no contestó sus mensajes. Su tía dejó de invitarla a las cenas familiares. Pero Amina no se arrepentía. Había tardado años en encontrar la voz que ahora usaba con firmeza.

Una mañana, en el coworking donde trabajaba, su compañera de escritorio, Jun, le ofreció un café.

—Escuché lo que dijiste el otro día. Yo tampoco quiero hijos. Pero en mi cultura, eso es casi un crimen.

—Lo sé —asintió Amina—. No es fácil. Pero entender que tienes derecho a decidir sobre tu vida… lo cambia todo.

—¿Y si me arrepiento?

—¿Y si no? —respondió Amina—. ¿Y si nos arrepentimos más de vivir vidas impuestas, que de elegir las nuestras?

Jun sonrió por primera vez en mucho tiempo.

Unos días después, Amina recibió la visita de su madre. Traía un plato de su guiso favorito, como siempre.

—¿Te acuerdas cuando decías que querías vivir sola en la montaña? —preguntó su madre.

—Sí… era mi forma de imaginar libertad.

—Yo también soñé cosas así. Pero entonces vino el matrimonio, y los hijos, y el deber. Nunca supe cómo se sentía elegir realmente.

—Y ahora… yo puedo elegir —dijo Amina, mirándola a los ojos.

Su madre bajó la mirada, asintiendo lentamente.

—Sí. Puedes. Y aunque duela, me alegra por ti.

Un mes más tarde, Amina participó como ponente en un congreso sobre autonomía femenina. En el escenario, habló sin miedo:

—No es que odiemos a los niños. No es desprecio a la maternidad. Es simplemente querer vivir una vida elegida, no dictada. El mundo necesita más mujeres libres, no más mujeres forzadas a ser algo que no desean ser.

Su madre estaba en la primera fila. Lloraba en silencio, pero aplaudía con fuerza.

En la sala, varias mujeres asentían con lágrimas. Y también hombres. Porque hay decisiones que no son fáciles, pero son profundamente necesarias.

Y porque a veces, lo más valiente no es seguir la tradición…

Sino atreverse a romperla, desde el amor.

24/11/2025
Hay listas que te recuerdan lo que deberías hacer para vivir mejor: viajar, divertirte, relajarte, escaparte un poco del...
23/11/2025

Hay listas que te recuerdan lo que deberías hacer para vivir mejor: viajar, divertirte, relajarte, escaparte un poco del mundo… y está bien. Pero mientras observaba cada uno de esos letreros, pensé en todo lo que nunca aparece escrito y que, sin embargo, es lo que más sostiene la vida.

Uno puede viajar miles de kilómetros y seguir sintiéndose perdido. Puede hacer planes todos los fines de semana y continuar sintiendo ese vacío silencioso que nadie ve. Puede divertirse, regalar flores, salir a cenar… y aun así necesitar algo más.

Por eso, si pudiera añadir mis propios letreros a esa pared, pondría unos cuantos que no siempre se dicen, pero que todos necesitamos recordar.

“Escucha tu cuerpo.”
Porque él avisa antes que nadie cuando vas por el camino equivocado.

“Sé honesto contigo mismo.”
No con el mundo, contigo. Con lo que sientes, con lo que deseas, con lo que ya no quieres sostener.

“Rodéate de quienes te suman luz.”
La vida es demasiado corta para compartirla con quienes solo entienden la mitad de lo que eres.

“Aprende a parar.”
A veces lo más valiente no es avanzar, sino detenerte antes de romperte.

“Perdónate.”
Porque crecer implica equivocarse, y porque nadie llega lejos cargando culpas que ya no sirven.

“Quiérete sin prisa.”
El amor propio no es un destino: es un entrenamiento diario que te rescata incluso en los días grises.

Ellos —los letreros— invitan a vivir.
Yo añadiría lo que te sostiene mientras lo haces.

Y tú… ¿qué añadirías?

23/11/2025

Nunca me imaginé que lo más difícil de envejecer no sería el cuerpo… sino la invisibilidad. Porque sí, uno puede aprender a vivir con dolores, con menos fuerza, con más lentitud. Pero ¿cómo se aprende a que la gente deje de verte?

Tengo 69 años. Vivo solo desde que falleció mi esposa hace seis. Tuvimos una vida tranquila, sin lujos, pero con muchas risas. Fuimos de esos matrimonios que se entienden sin hablar, que caminan juntos en silencio y se sienten acompañados igual. Cuando ella murió, sentí que se apagaba la mitad del mundo.

Desde entonces, mis días transcurren entre la rutina, el barrio y una pequeña plaza donde voy a leer. No espero grandes cosas. Solo sentirme parte de algo. Pero eso, con el tiempo, se fue volviendo más difícil.

Un día, fui a una cafetería nueva que habían abierto cerca. Me senté, pedí un café y saqué un libro. Pasaron casi veinte minutos y nadie se acercó. Ni siquiera para decirme que estaban ocupados. Vi cómo atendían a otros, incluso a personas que llegaron después. Pensé que era casualidad. Pero me pasó tres veces más en otros sitios.

Y entonces entendí: la gente deja de ver a los viejos. Como si no tuviéramos historias. Como si no importáramos.

Un viernes, mientras caminaba por el parque, vi a un grupo de jóvenes con una guitarra. Uno de ellos intentaba tocar algo de Silvio Rodríguez, y lo hacía mal. Muy mal. No pude evitar acercarme y decirle:

—¿Puedo ayudarte? Esa canción merece ser bien tocada.

Se rieron al principio, pero me pasaron la guitarra. Les toqué “Ojalá” entera. Después “Te doy una canción”. Terminé con Serrat. Cuando acabé, había silencio. Luego empezaron los aplausos y las preguntas.

Desde ese día, me invitan cada viernes. Les cuento historias de canciones, les hablo de la dictadura, del amor, de lo que no está en los libros. Ellos me escuchan. Yo me siento útil. Vivo.

Y me di cuenta de que no es que el mundo no quiera vernos. A veces, nosotros también nos escondemos. Nos acostumbramos a ser muebles en lugar de voces.

Hoy, cada vez que salgo de casa, lo hago con la guitarra al hombro. No para impresionar a nadie. Sino para recordarme a mí mismo que todavía estoy aquí. Que aún tengo algo que dar.

Y que envejecer no es desaparecer. Es volverse testigo.
Y los testigos también tienen derecho a ser escuchados.

Historia que nos envía un seguidor anónimo – Narrada por Ankor Inclán

Hay instantes en los que uno se mira desde fuera y entiende algo esencial: ya no se trata de correr, demostrar o convenc...
23/11/2025

Hay instantes en los que uno se mira desde fuera y entiende algo esencial: ya no se trata de correr, demostrar o convencer. Se trata de vivir con una serenidad que antes parecía imposible.

He aprendido que la vida se siente distinta cuando no compites con nadie, cuando eliges tu ritmo, tu paso y tu forma de estar. Que la verdadera fortaleza no es imponerse, sino estar en paz con lo que uno es… y con lo que dejó de ser.

También descubrí que la tranquilidad no llega por milagro: llega cuando decides soltar lo que pesa, cuidar lo que importa y dejar de darle espacio a lo que apaga tu luz. Llega cuando eliges conversaciones auténticas, vínculos honestos y momentos que te devuelven a ti mismo.

Brindar, reír, respirar, disfrutar… todo cobra otro sentido cuando ya no quieres impresionar, sino sentirte real.

Y quizás ahí está el punto mágico: cuando puedes mirarte así, con esta calma, y reconocer que,por fin, estás caminando tu propio camino.

Hoy me di un regalo sencillo, pero que siempre me cambia el día: me compré libros nuevos.Esa sensación de abrir una hist...
23/11/2025

Hoy me di un regalo sencillo, pero que siempre me cambia el día: me compré libros nuevos.
Esa sensación de abrir una historia que aún no conozco, de oler las páginas, de imaginar qué parte de mi vida tocará… no la cambio por nada.

Cada libro es una puerta. A veces te calma, otras te despierta, y otras te rompe solo para armarte mejor.
Por eso hoy, mientras los colocaba en la mesa, pensé en vosotros.

¿Qué estáis leyendo ustedes ahora mismo?
¿Algún libro que os haya removido, acompañado o hecho ver la vida de otra forma?

Os leo. Porque las recomendaciones que vienen del corazón siempre son las mejores.

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TESTIMONIOS

Conoce los testimonios que han tenido una sesión online conmigo o curso online.

Javier.C (Curso online » 21 preguntas que pueden cambiar tu vida»: «En el curso Ankor nos invita a reflexionar sobre 21 aspectos que solemos pasar por alto en nuestro día a día y nos abre los ojos a muchas cosas fundamentales para lograr una vida plena y feliz. Un buen punto de partida como primer diagnóstico de uno mismo, desde luego lo recomendaría a cualquiera que quisiera dar un cambio en su vida»

Eva Maria M (Cuso online «21 preguntas que pueden cambiar tu vida»): Para mí también ha sido un formato nuevo, muy fácil de llevar con la escasez de tiempo que andamos. Las preguntas y audios muy interesantes para la reflexión. A tod@s gracias por compartir vuestras emociones y pensamientos

Lucía M (Cuso online «21 preguntas que pueden cambiar tu vida»): El curso me ha parecido perfecto en la forma. La primera vez que hago algo en este formato, pero me ha generado cosas dentro de mi. Y bastante generoso por tu parte por responder. Gracias