21/06/2024
Había una vez una isla, en la que vivían todos los sentimientos y valores del ser humano:
El Buen Humor, la Tristeza, la Sabiduría, el Orgullo estaban todos… hasta el Amor.
Un buen día un fuerte terremoto agitó la isla, una catástrofe, y lo hizo con tanta fuerza que poco a poco la isla comenzó a hundirse.
Entonces todos los sentimientos prepararon sus barcos para salvarse del terrible evento. Y el último que se quedó en tierra fue el Amor, aferrado a la esperanza de que la situación pudiera cambiar.
Cuando la isla estuvo a punto de ser tragada por los mares, el Amor finalmente decidió pedir ayuda.
Pidió ayuda al primer barco que pasó, que era el de Riqueza. Éste navegaba en un lujoso yate y el Amor le dijo:
“Riqueza, llévame contigo que me voy a hundir”.
Y la Riqueza le respondió:
“No puedo querido. Tengo el barco lleno de tesoros y por desgracia no hay lugar para ti. Lo siento”.
Amor se encogió de hombros y se sentó en la orilla hasta que pasó otro barco que era el del Orgullo, que surcaba los mares en un magnífico velero con todas las velas desplegadas.
Amor sacudió los brazos: “Orgullo te lo ruego, ¿puedes llevarme contigo?”.
Y Orgullo le respondió: “No puedo hacerlo, Amor… ¿qué pensarían los demás? ¿y mi reputación? Lo tengo todo y la verdad es que arruinarías mi majestuoso velero”.
Y Orgullo y su velero surcaron los mares hacia el horizonte.
Al cabo del tiempo, una rezagada, Tristeza se acercó a la orilla y Amor, ya algo nervioso, le gritó desde la playa:
“Tristeza te lo pido, déjame ir contigo. La isla se hunde”.
Y ella con voz melosa le contestó:
“Oh Amor” “Estoy tan triste que necesito estar sola, de verdad que lo siento”.
Sin apenas tiempo de lamentarse por su mala fortuna, otra embarcación apareció por el cabo.
Fue el Buen Humor quien pasó frente al Amor; pero estaba tan contento y celebrando una fiesta en su barco que no se percató de los gritos de auxilio de Amor.
Amor se estaba hundiendo con la isla y con todo perdido y en el último minuto, una voz calmada y serenan le dijo:
“Ven Amor, te llevo conmigo“.
Era un viejo el que lo había llamado.
Amor pudo ver como la isla se desvanecía en las aguas, pero se sintió tan contento y lleno de gozo por haberse salvado que cuando llegó a tierra firme se le olvidó preguntar el nombre al viejito.
El Amor se dio cuenta de cuanto le debía y le preguntó a Sabiduría:
“Disculpa Sabiduría ¿Quién es el viejito que me ayudó, sabes su nombre?”
“Ha sido el Tiempo”
“¿El Tiempo?”, se preguntó Amor,
“¿Por qué el tiempo me ha rescatado?”.
Y Sabiduría sonriendo le contestó:
“Porque solo el Tiempo es capaz de comprender cuán importante es el Amor en nuestra vida”.
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