30/11/2025
“Mi mirar es nítido como un girasol
Tengo la costumbre de andar por los caminos
Mirando a derecha y a izquierda,
Y de vez en cuando para atrás…
Y lo que veo a cada momento
Es aquello que nunca antes había visto,
Y me doy cuenta muy bien…
Sé tener el pasmo esencial
Que tiene un niño, si, al nacer,
Repara de veras en su nacimiento…
Me siento nacido a cada momento
Para la eterna novedad del mundo…
Creo en el mundo como en una margarita,
Porque lo veo. Pero no pienso en él
Porque pensar es no comprender…
El mundo no se hizo para que lo pensáramos
(Pensar es estar enfermo de los ojos)
Sino para mirarnos en él y estar de acuerdo…
No tengo filosofía: tengo sentidos…
Si hablo de la Naturaleza no es porque sepa lo que ella es,
Si no porque la amo, y la amo por eso,
Porque quien ama nunca sabe lo que ama
Ni sabe porque ama, ni lo que es amar…
Amar es la inocencia eterna,
Y la única inocencia es no pensar…”.
(Traducción: Mario Bojórquez)
- Fernando Pessoa | Fragmento de “El guardador de rebaños”
Falleció en Lisboa el 30 de noviembre de 1935
Nota: Recordamos hoy en Hermeneuta al portugués Fernando Pessoa (1888-1935) uno de los más grandes poetas europeos del siglo XX. Gran parte de su obra -especialmente, la poesía- la escribió haciéndose pasar por otros autores, dando a cada uno de ellos un estilo distinto. Por ejemplo, el poema que hoy compartimos lo publicó con el seudónimo de “Alberto Caeiro” y aparece en su monumental “El guardador de rebaños”. Así, Pessoa defiende aquí que se perciba el mundo de forma inocente, como si fuéramos niños: para estar en armonía con la naturaleza, sin ningún otro determinante. Celebrar lo real tal como es, disfrutando de la claridad del instante. Recomendamos, por supuesto, su obra, porque es uno de nuestros escritores favoritos