31/07/2025
Y se aplica al sindicato de salubristas.
🎓 El golpe que Joviel no vio venir
Durante dos décadas, el STEG fue un sindicato solo en el nombre.
En la práctica, funcionó como una red clientelar, una estructura de control político y una maquinaria de chantaje disfrazada de lucha social.
Y al frente, un rostro repetido:
Joviel Acevedo.
El burócrata que convirtió la educación pública en moneda de cambio.
El operador político que logró pactos con todos los gobiernos, sin importar ideología, mientras el aula se volvía ruina.
Pero ahora, la Corte de Constitucionalidad dio un primer golpe.
Los amparos que blindaban a sus maestros incondicionales fueron anulados.
Y con eso, se abre la puerta para sancionar el abandono de clases.
¿Un acto de justicia? Sí.
¿Un acto heroico? Ni por cerca.
La CC es una corte gallo-gallina:
— Un día protege estructuras corruptas,
— Al siguiente las apuñala.
No es una corte de principios, es una corte de intereses.
Y esta vez, por alguna interés que aún no conocemos,
ese interés coincidió con lo justo.
Por eso no aplaudo a los magistrados.
Aplaudo el resultado,
pero con la vista puesta en sus movidas.
Mientras tanto, que se haga justicia contra Joviel y sus secuaces.
Porque un día de clases perdido por chantaje,
es un día más de desigualdad sembrada.
La victoria no es solo legal, es moral.
Porque por primera vez en años, el Estado deja de temblar ante una estructura corrupta que usó la educación como rehén.
El STEG no representa a los maestros.
Representa a una cúpula parasitaria que vive del conflicto, que factura desde la protesta, y que firmó pactos millonarios mientras miles de escuelas tenían techos con goteras y niños sin libros.
¿Qué defiende Joviel?
No es la educación.
Es la impunidad gremial.
Porque detrás del “paro de maestros” se escondía otra cosa:
→ garantizar que ningún director pueda sancionar
→ que ningún maestro pueda ser evaluado
→ que ningún plan educativo avance sin su firma
Es decir:
El derecho a no rendir cuentas.
Y a cambio de eso, una generación entera de estudiantes perdió meses de clase.
¿Dónde está la reparación?
El sindicalismo no es el problema.
El problema es cuando se pudre en la cima
y se convierte en aparato de chantaje,
en refugio de mediocres,
en feudo de privilegios.
Y eso fue el STEG:
Una red que no defiende derechos,
defiende cuotas de poder.
Y ahora que el viento cambió,
se atrincheran en la narrativa del martirio.
¿Y qué sigue?
Lo importante no es solo sancionar a los ausentes.
Lo crucial es recuperar la dignidad del sistema educativo.
📌 Evaluar a los docentes.
📌 Garantizar estabilidad laboral real.
📌 Depurar la estructura sindical.
📌 Poner a los niños al centro, no a los operadores políticos.
📌 Recuperar el aula como espacio de aprendizaje, no de consigna.
📌 Y construir un verdadero pacto: pero con la ciudadanía, no con mafias gremiales.
Guatemala no necesita más Jovieles.
Necesita maestros empoderados,
autoridades firmes,
niños protegidos.
Porque si algo nos enseñó este paro,
es que cuando el chantaje se institucionaliza,
la niñez queda desprotegida.
Y el aula, vacía.
Ya basta.
Esto no es una reforma administrativa.
Es una ruptura cultural.
Una oportunidad histórica de quitarle la educación pública a los operadores del pasado
y devolvérsela a quienes de verdad importan:
los estudiantes.
No más rehenes.
No más pactos de impunidad.
No más educación al servicio del chantaje.
La educación pública no es un botín.
Es un derecho.
Y quien lo pisotee, debe rendir cuentas.
— Sergio Vega
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