
04/08/2025
LAS
DE DE LA EN LA CORRUPCIÓN AVANZA
En Guatemala, la impunidad no solo se protege con leyes, también se respalda con sellos migratorios. Allá por los días oscuros del gobierno de Jimmy Morales el comediante que terminó dando el show más trágico desde el Palacio Nacional se cancelaron las visas de varios investigadores de la CICIG. No por errores administrativos ni por fallas diplomáticas. No. Fue una jugada directa, burda y descarada para expulsar de escena a quienes osaron tocar las fibras del poder podrido.
La excanciller Sandra Jovel, fiel escudera de los intereses de su jefe, fue la encargada de ejecutar el golpe: cancelar visas. ¿A quiénes? A investigadores incómodos. ¿Por qué? Porque tocaban a los intocables. Así, con la tinta de una firma y la cobardía como combustible, les cerraron la puerta a quienes destapaban casos de corrupción de alto impacto:
• La Línea, ese monumento a la defraudación aduanera que tiró a Otto Pérez y Baldetti, pero cuyos tentáculos seguían oliendo fuerte en la gestión de Morales.
• IGSS-PISA, donde el derecho a la salud fue vendido al mejor postor mientras pacientes renales morían.
• Financiamiento ilícito de FCN, el partido que llevó al escenario al presidente de los banquetes pagados con dinero opaco.
• Botín Registro de la Propiedad, donde, casualmente, el hermano y el hijo de Jimmy Morales aparecían con su firma en la lista de investigados.
• Y Traficantes de Influencias, ese elegante nombre para describir la feria de favores en la que el diputado Felipe Alejos era protagonista.
Ante tanto “éxito investigativo”, el gobierno decidió protegerse… no limpiando la casa, sino sacando a los inspectores. Morales y su gente no desmantelaron redes de corrupción, sino a quienes las investigaban. Y lo hicieron con una frialdad solo comparable con la desesperación de un culpable frente a un tribunal honesto.
Jimmy Morales no “peleó por la soberanía”, como decía en los discursos. Peleó por la supervivencia de su red, de sus aliados, de su propio apellido. Acabar con la CICIG fue el precio que decidió pagar (con fondos públicos, claro) para garantizar que ni él ni su círculo cercano tuvieran que enfrentar la justicia.
Y lo logró. La Comisión se fue. Las investigaciones se frenaron. Las estructuras se reacomodaron. Y Jimmy… bueno, Jimmy sigue dando discursos en foros de corruptos en país como si nunca hubiera tenido las manos en el lodo.
El daño no fue solo institucional. Fue moral, generacional. Fue un mensaje claro al país: aquí, el que roba, si tiene poder, se le protege. Pero si lo investiga, se le deporta.
La justicia no necesitaba visa para entrar a Guatemala. Pero al parecer, para algunos, la única entrada que se respeta… es la que lleva directo al club de los corruptos del país Guatemalteco.