04/08/2025
En 1975, Pink Floyd transformó el dolor en arte con Wish You Were Here, un álbum que no solo cuestiona la industria musical, sino que también expone una de las historias más conmovedoras del Rock: el adiós involuntario a Syd Barrett.
Grabado en los míticos estudios Abbey Road, el disco nace entre la fatiga emocional del éxito de The Dark Side of the Moon y el vacío interno que arrastraban sus integrantes. El alma del álbum es “Shine On You Crazy Diamond”, un tributo dividido en nueve partes dedicado a Barrett, el genio que, tras perderse en un abismo mental y químico, desapareció de la banda… hasta que reapareció, irreconocible, justo durante las sesiones de grabación. Aquella visita fantasma partió en dos el corazón del grupo.
La crítica mordaz al negocio musical se siente en temas como Welcome to the Machine y Have a Cigar, donde Roger Waters dispara contra la codicia y el cinismo de la industria. Pero la joya más emocional es, sin duda, Wish You Were Here, un himno de ausencia, dolor y esperanza escrita desde la pérdida, no solo de un amigo, sino de todo lo que representa el arte puro.
La portada, tan simbólica como el disco, muestra a un hombre ardiendo al dar un apretón de manos: imagen cruda de lo que muchos músicos han vivido con sellos discográficos. Todo el álbum gira en torno a la ausencia, al vacío que deja alguien que alguna vez brilló con fuerza… y se apagó.
Décadas después, este álbum no solo se mantiene vigente, sino que sigue quemando con la misma intensidad. Porque hay ausencias que nunca se superan… solo se cantan.