26/08/2025
En la boda, mi suegra se me acercó y me arrancó la peluca, dejando al descubierto mi calva a todos los invitados. Pero entonces ocurrió algo inesperado. Hasta hacía poco, seguía luchando contra el cáncer. Meses de tratamiento, paredes de hospital, sesiones de quimioterapia que me fueron desgastando poco a poco y me hicieron perder todo el pelo... Pero un día escuché las palabras más importantes del médico: "Estás sana". Ese mismo día que llevaba tanto tiempo esperando, mi pareja me propuso matrimonio. Rompí a llorar de felicidad y, por supuesto, dije que sí. Empezamos a prepararnos para la boda. Durante semanas, busqué un vestido de novia, planifiqué cada detalle y, en secreto, deseé que mi pelo volviera a crecer aunque fuera un poco. Pero no: en el espejo, seguía viendo mi calva. Tenía que encontrar una peluca adecuada para sentirme segura. Me preocupaba mucho lo que pensaran de mi aspecto. Muchos familiares del novio sabían que tenía problemas de salud, pero no sabían exactamente cuáles, así que esperaba que no se fijaran en la peluca. Por fin llegó el gran día. Llevaba un vestido blanco, el novio a mi lado, la iglesia llena de conversaciones amables y tranquilas. Todo parecía perfecto... hasta que apareció ella. Mi suegra. Nunca le había caído bien, y sabía exactamente por qué. Pensaba que nunca tendría un hijo y que debía casarme con una mujer "sana". Se acercó en silencio, y enseguida sentí que me quitaba la peluca. Su risa sonora, casi triunfal, resonó: "¡Miren! ¡Es calva! ¡Se lo dije, pero no me creyeron!". Algunos rieron, otros retrocedieron, y otros se quedaron atónitos. Me quedé allí, con la cabeza entre las manos y lágrimas en los ojos. Me sentí avergonzada, dolida, humillada. El novio me abrazó, intentando consolarme, pero sentía que le temblaban las manos. Y entonces ocurrió algo inesperado, y mi suegra se arrepintió profundamente de sus actos. Ver: [en los comentarios]