
19/09/2025
Un pollo quemado tras una hora a 480°, y otro perfectamente dorado después de tres horas a 150°.
El primero nos recuerda lo que pasa cuando queremos resultados inmediatos: nos consumimos en la prisa. El segundo muestra la magia de lo que se cocina con paciencia, constancia y estrategia.
El crecimiento personal, profesional o espiritual no es una carrera de velocidad, sino un proceso de maduración. Lo que realmente vale la pena requiere tiempo.
Vivimos en un mundo que nos empuja a la inmediatez, pero lo mejor de la vida, los vínculos profundos, los aprendizajes duraderos, los proyectos con sentido, siempre se cocinan a fuego lento.
Así que, si sientes que tu camino es más lento de lo que imaginabas, no te frustres. Quizás lo que estás construyendo es algo verdaderamente excepcional.