05/11/2025
5 de Noviembre: Dedica todo tu trabajo a Dios
“Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente. Recuerden que el Señor los recompensará con una herencia, y que el Amo a quien sirven es Cristo.” — Colosenses 3:23-24 (NTV)
Reflexión:
A veces pensamos que solo lo “espiritual” le interesa a Dios: la oración, la iglesia, los cantos. Pero la verdad es que Él también está en lo cotidiano, en el trabajo de oficina, en el volante del bus, en la limpieza del hogar, en los proyectos que emprendemos, en los estudios que nos cuestan tanto. Todo lo que hacemos puede ser una ofrenda si lo hacemos con el corazón correcto.
Hay días en los que trabajar se siente pesado, en los que nos cuesta encontrar sentido. Quizás no te reconocen, tal vez haces más de lo que te piden y nadie lo nota. Pero Dios sí lo ve. Él ve tus esfuerzos silenciosos, tus madrugadas, tu honestidad cuando podrías haber hecho trampa, tu paciencia cuando quisieras rendirte. Trabajar para Él cambia la perspectiva: deja de ser una carga y se convierte en una oportunidad para honrarlo.
Piénsalo así: si cada tarea, grande o pequeña, la hicieras con la intención de agradar a Dios, todo tendría más valor. No necesitas tener un púlpito para servirle, porque tu lugar de trabajo también puede ser un altar. Dios no busca perfección, busca disposición. Él bendice las manos que trabajan con fe, y recompensa a quienes entienden que su labor es parte del propósito.
Así que hoy, sea cual sea tu oficio o tu tarea, hazlo con amor, con alegría y con la certeza de que tu esfuerzo no pasa desapercibido en el cielo.
Oración:
Señor, gracias por el trabajo que me has dado, por las fuerzas que me das cada día y por las oportunidades que me permites tener. A veces me cuesta mantener una buena actitud, sobre todo cuando el cansancio, la rutina o las injusticias me roban la motivación. Pero hoy quiero ofrecerte todo lo que hago, Señor.
Te entrego mis esfuerzos, mis proyectos, mis jornadas largas y mis pequeños logros. Enséñame a hacer todo con excelencia, no por reconocimiento humano, sino porque tú mereces lo mejor de mí. Que mi trabajo sea un reflejo de tu amor, y que quienes me rodean puedan ver en mi forma de actuar que tú estás en mi vida.
Ayúdame a recordar que tú estás conmigo en medio del ruido, las responsabilidades y los desafíos. Que cada tarea, por simple que parezca, tenga el sello de tu presencia. Y cuando sienta que mi esfuerzo no vale la pena, recuérdame que tú ves lo que los demás no ven. Gracias por dar propósito a mi trabajo y por recordarme que, al final del día, todo lo que hago es para Ti. Amén.
Aplicación práctica:
Antes de comenzar tu día laboral, ora brevemente y entrégale tu jornada a Dios.
Cambia la queja por gratitud: en lugar de decir “tengo que trabajar”, di “tengo la oportunidad de trabajar”.
Realiza tus tareas con excelencia, incluso si nadie te supervisa. Recuerda que lo haces para Dios.
Ayuda a tus compañeros sin esperar nada a cambio; eso también es servir al Señor.
Al final del día, agradece a Dios por haberte permitido ser útil y haber sembrado algo bueno.
Dios está en cada cosa que haces, incluso en las más simples. Él se alegra cuando das lo mejor de ti, no porque busques impresionar, sino porque lo haces por amor a Él. No subestimes tu trabajo ni te compares con otros; si tus manos están sirviendo con amor, tu labor tiene valor eterno. Trabaja con fe, con alegría y con la certeza de que tu recompensa viene del cielo.