24/07/2025
Esto NO debería ser normal
El pasado 1ro de junio fui víctima de una agresión física. Ese mismo día acudí al Ministerio Público. Fui atendida por una licenciada que, aunque mostró apatía, decidí no juzgar: imagino que no es fácil lidiar con tantas historias de dolor cada día.
Di mi declaración, me trasladaron al lugar de los hechos, y hasta ahí llegó el seguimiento… por el momento. Días después me llamaron de nuevo para que indicara el lugar exacto y se notificara a mi agresor (por cierto el personal del ministerio público se puso a platicar con mi agresor y después de un rato me hicieron comentarios que nada tenían que ver). Pero desde entonces, hubo un silencio total. Nadie me ha contactado, nadie me ha dado seguimiento. Mientras tanto, yo sigo recibiendo amenazas por medio de mensajes.
Hoy volví al MP por mi cuenta, acompañada de una amiga, Comenté que he seguido recibiendo amenazas, amenazas que van relacionadas con el femi-nicidio me dijeron que en un rato me atendían, Esperé más de dos horas. Nadie me atendió. Me fui, otra vez, sin ninguna respuesta.
Esta no es una queja contra una persona en específico, no es personal, es estructural.
El sistema no está preparado para protegernos, falta personal, falta empatía, falta sensibilidad, falta voluntad. ¿Qué más tiene que pasar si ya fui golpeada, si ya fui amenazada, si ya me atreví a hablar?
No me voy a rendir y no me voy a callar.
Porque no quiero que nadie más viva lo que yo estoy viviendo, porque me niego a acostumbrarme a un país donde denunciar parezca un acto inútil y peligroso.
Hoy escribo esto con la rabia de lo injusto, de saber que le ha pasado a miles de personas, pero debemos denunciar y debemos meter presión porque el sistema, por más ciego o lento que sea, tiene que cambiar.
Porque no es posible que el Ministerio Público no pueda atender algo tan grave como una agresión y amenazas.
Es indignante, es inaceptable, es peligroso.
Y esto tiene que cambiar.
Debemos alzar la voz.
Debemos exigir que cada denuncia sea atendida en tiempo y forma.
Debemos dejar de normalizar la negligencia.
Porque la vida de una mujer no puede depender de la suerte, ni de si hay personal disponible ese día.
No estamos pidiendo favores. Estamos exigiendo justicia.