14/05/2022
Los esclavos en su tiempo libre recurrían a la diversión por medio del canto, la embriaguez y el baile, haciendo perdurar las tradiciones africanas que adaptaron a la religión católica, esto escandalizaba a las autoridades inquisitoriales a tal punto que, el 2 de diciembre de 1643, el Santo Oficio prohibió los “concursos de gente, bailes y chocolates”. Sin embargo, la prohibición falló porque en el corazón del virreinato se continuaron haciendo estas actividades. Algunos bailes y cantos fueron especialmente populares, como el saranguandingo, porque su letra era deshonesta y se bailaba con “grande provocación para excitar la lujuria”; en Veracruz fueron populares “el cuchumbeé”, “el son del torito” y “la maturranga”; mientras que en Guanajuato se escuchaba el “Son de los panaderos”; y en las minas de Pachuca se bailaba y se cantaba “pan de jaraba”, “el viaje del arriero” y “el pan de pirulo”.
Muchas de estas melodías utilizaban la charrasca o quijada de b***o, que es un instrumento musical que aportaron los pueblos negros a la Costa Chica de México, Cuba, República Dominicana, Haití, Costa Rica, Perú, Guatemala, Belice y el sur de Chile.
Imagen: Augustus Earle, Negro fandango scene, Campo St. Anna, Rio de Janeiro, National Library of Australia.