24/04/2024
🇩🇪🇨🇳El canciller alemán Olaf Scholz visitó China esta semana en medio de un debate cada vez más intenso sobre cómo Berlín debería relacionarse con Beijing en el futuro.
Por un lado, algunas grandes empresas están duplicando sus inversiones en China, como lo demuestra el anuncio de Volkswagen la semana pasada de que gastaría 2.680 millones de dólares en ampliar las instalaciones de producción e investigación en Hefei, en la provincia de Anhui, en el sureste de China.
De este modo, cualquier perturbación del comercio chino-alemán es problemática. El líder del lobby alemán del sector del motor, Andreas Rade, acusó a la investigación de la Unión Europea sobre los subsidios chinos a los vehículos eléctricos de “no tener consenso” entre los estados miembros y “no ser una buena señal”.
Pero muchas empresas en primera línea no están de acuerdo. A medida que China ha ascendido en la cadena de valor y sus fabricantes se han vuelto más sofisticados, los proveedores y clientes de la industria alemana se han convertido en feroces competidores. La lenta adopción de los nuevos vehículos eléctricos por parte de la industria automotriz alemana, junto con el sorprendente ascenso de China en este sector, presenta toda una nueva serie de desafíos.
Alemania evitó un “shock chino” cuando China se unió a la OMC hace una generación. Sin embargo, las investigaciones estiman que la tendencia se cobró más de medio millón de empleos manufactureros en Estados Unidos, lo que generó frustraciones que ayudaron a desencadenar el tumulto político de Donald Trump.
Ahora, con la economía alemana debilitada, algunos predicen que el shock de China ha llegado.
Un informe de la casa de investigación Rhodium Group encontró que las grandes empresas alemanas estaban recortando empleos en su mercado local para expandir la inversión en China, y notó una reacción negativa de los sindicatos.
El gigante químico BASF anunció la pérdida de 2.600 puestos de trabajo en Alemania el año pasado, incluso cuando amplió sus inversiones en China, una tendencia que los sindicatos consideraron “no aceptable”.
El gigante de la ingeniería Bosch eliminó varios miles de puestos de trabajo en el sector automovilístico en Alemania este año y el pasado, al tiempo que invirtió varios miles de millones de euros en centros de investigación, desarrollo y producción en China. El sindicato IG Metall lo describió como “una señal fatal para Alemania como centro industrial”, según el informe Rhodium publicado en febrero. Se observaron tendencias similares en los gigantes del automóvil Mercedes-Benz, Volkswagen y ZF Friedrichshafen.
En otras palabras, el exceso de capacidad de China seguirá erosionando la cuota de mercado de otras naciones. Esto se ha convertido en una disputa política, generando una plétora de investigaciones a nivel de la UE donde los funcionarios dicen que ven que las exportaciones chinas baratas ahogan la competencia local.
Esta semana, Bruselas publicó un informe de 700 páginas extraído de información del gobierno chino que acusa a Beijing de “distorsiones” en sectores económicos clave.
La tendencia es muy preocupante y peligrosa para muchos.