
16/08/2025
Christian Nodal relata que un día estaba “platicando con Ángela” y al siguiente ya estaban viajando a Roma.
Todo resultó sencillo: sin complicaciones, sin obstáculos, sin excusas.
En contraste, en la misma entrevista afirma que le cuesta mucho estar con su hija porque vive en Argentina: “son doce horas de viaje”.
El contraste es revelador. Cuando se trata de una nueva relación, el tiempo, el dinero y la logística no parecen ser un impedimento. Pero cuando se trata de la crianza, la presencia afectiva y el cuidado, la distancia se convierte en argumento suficiente para justificar la ausencia.
Este no es un caso aislado. Refleja una forma recurrente de paternidad en México: plena libertad para rehacer la vida sentimental, pero esfuerzos mínimos cuando se trata de ejercer la responsabilidad afectiva y cotidiana con los hijos.
La maternidad, en cambio, rara vez goza de esa misma flexibilidad social. A las madres se les exige estar presentes, conciliar, sostener, sin importar las distancias ni las dificultades. Esa asimetría habla de cómo el modelo patriarcal sigue legitimando que los hombres elijan cuándo, cómo y hasta dónde ejercer su rol paterno.