Conocer, para amar y servir

Conocer, para amar y servir Conocer, para amar y servir a Dios a traves de los hermanos

Servicio exclusivamente laical: los Talleres, convencidos de que sólo con una autonomía completa tendrían un laicado maduro, apostaron desde el principio por los laicos, entregándoles la responsabilidad integral para organizar y gobernar el servicio de los Talleres en el mundo entero. Siendo un servicio eminentemente laical, siempre hemos insistido firmemente en el propósito de establecer y mantener unas relaciones fluidas y afectuosas con los Obispos y Párrocos.

15/09/2025

Evangelio de hoy 15 de septiembre 📖
Del Santo Evangelio según san Juan 19, 25-27
En aquel tiempo, estaban junto a la cruz de Jesús, su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás y María Magdalena.Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo: "Mujer, ahí está tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Ahí está tu madre". Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él.
Palabra del Señor.

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Reflexión:
Hoy celebramos otra fiesta mariana, la festividad de la Virgen de Nuestra Señora de los Dolores. Leemos en el Evangelio que Jesús nos deja a nuestra Madre, a una Madre del cielo.

La tradición de la Iglesia habla de los siete dolores de la Virgen. Para muchos, esto podría ser una festividad sin sentido, ¿Por qué celebrar los dolores de una mujer, los dolores de una madre? A mí me gusta verlo desde la perspectiva de la fe, la esperanza y el amor. Así es, Jesús sabía que todos necesitamos una madre que nos enseñe cómo reír, pero también cómo llorar, cómo vivir, pero también cómo sufrir.

Al recordar a María, como una mujer que sufrió, tocó y vivió el dolor, lo hace mucho más cerca, y más aún, ella como buena madre me enseña cómo vivir, cómo afrontar, cómo cargar ese dolor. No hay nada que yo pueda vivir que ella no lo haya vivido: se le perdió su hijo en el templo, su hijo fue criticado, burlado, lo condenaron a muerte, lo latigaron de tal manera que su cuerpo era una llaga viva, lo colgaron de un madero, le abrieron su costado, lo mataron y ella lo recibió en sus brazos.

¿Cuántas madres, cuántas mujeres, cuántos hombres no sufrimos un poco de esos dolores? Hijos que sufren por la incomprensión de otros, hijos presos de algún vicio, hijos perdidos en la oscuridad y sin fe y esperanza. Podría ser interminable la lista. María se sintió sola, abandonada; me atrevería a decir a veces hasta traicionada, pero ella permaneció fiel, desde Belén hasta la Cruz. Su fidelidad fue intachable; su fe, su esperanza y su amor la mantuvieron firme de pie, como un roble, jamás se doblegó.

Madre mía, ilumina mi fe, fortalece mi esperanza, acrecienta mi amor para que yo también pueda permanecer de pie ante la cruz del día a día. Hoy voy a cargar mi cruz con alegría.

Hoy la Iglesia recuerda a Maria bajo la advocación de la Virgen de Dolores. Que ella siga intercediendo por nosotros, es...
15/09/2025

Hoy la Iglesia recuerda a Maria bajo la advocación de la Virgen de Dolores. Que ella siga intercediendo por nosotros, especialmente por aquellos que sufren no solo del cuerpo si no del alma.

15/09/2025
15/09/2025

Junto a la cruz de Jesús estaba su Madre, la hermana de su Madre, María de Cleofás, y María Magdalena.
Juan 19, 25

Aquí, en el Calvario, el silencio de María se transformó en adoración.
Nunca el silencio significó tanto como en este momento: abandono, disponibilidad, fortaleza, fidelidad, plenitud, elegancia, fecundidad, paz ...
Nunca una criatura vivió un momento de tanta intensidad existencial como María, en el Calvario.
El profeta Jeremías la había imaginado como una cabaña solitaria, en la alta montaña, combatida por los huracanes.
En medio de ese desolado escenario, esa Mujer en pie, es silencio y soledad, como una piedra muda. Ni gritos, ni histerias, ni desmayos, posiblemente ni lágrimas.
En el Calvario, la Madre es una patética figura de silencio.

Extractado del L. El Silencio de María
P. Ignacio Larrañaga

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14/09/2025

Evangelio de Hoy 14 de septiembre 📖
Del Santo Evangelio según san Lucas 15, 1-32
En aquel tiempo se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: «Este recibe a los pecadores y come con ellos».Jesús les dijo entonces esta parábola: «Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió, hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, se la carga sobre los hombros, lleno de alegría; y al llegar a casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: "¡Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido!" Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.¿Y qué mujer hay, que si tiene diez monedas de plata y pierde una, no enciende luego una lámpara y barre la casa y la busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: "¡Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que se me había perdido!". Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente».También les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: "Padre dame la parte que me toca de la herencia". Y él les repartió los bienes.No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a u país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a pasar necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.Se puso entonces a reflexionar y se dijo: "¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores".En seguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo".Pero el padre le dijo a sus criados: "¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba mu**to y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado". Y empezó el banquete.El hijo mayor estaba en el campo, y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó que pasaba. Éste le contestó: "Tú hermano ha regresado, y tú padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo". El hermano mayor se enojó y no quería entrar.Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: "¡hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo".El padre repuso: "Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque éste hermano tuyo estaba mu**to y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado".
Palabra del Señor.

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Reflexión:
En el Evangelio de hoy, Jesús nos presenta una de las páginas más hermosas de toda la Biblia, con la parábola del hijo pródigo. Ésta, hermanos, no es solo la historia de un joven rebelde, sino el retrato del corazón del Padre: de un Dios que ama, espera, perdona y abraza.

Pero, hay algo más profundo: esta parábola no solo habla de cómo Dios actúa con nosotros, sino también de cómo estamos llamados a actuar nosotros con los demás. San Lucas, en el Evangelio de hoy, nos invita a vivir lo que dice Jesús: "Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso." Lo dice en el capítulo 6, verso 36.

Podemos decir que, a la base de todo este relato, se encuentra el amor que todo lo perdona, que todo lo cree, que todo lo soporta como dice san Pablo en su primera carta a los Corintios.

Por su parte, san Juan lo resume así: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único”. Ese mismo amor es el que estamos llamados a reflejar nosotros y a ser imagen del Padre del amor. Si Dios nos perdona una y otra vez, nosotros también debemos aprender a perdonar y a acoger, como lo decimos en el Padre Nuestro. De esta manera comienza nuestra misión: amando como Dios nos ama. Es decir, no solo con palabras, sino con hechos. Por eso quisiera comentar con ustedes algunas actitudes concretas con las que se expresa la misericordia en nuestra vida.

Empecemos diciendo que el amor verdadero busca al hermano que se ha perdido. Jesús lo dijo claro: “El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. Y es por ello que uno de los principales actos de misericordia que podemos realizar es evangelizar, para así poder acercar a otros al corazón del Padre.

Por otro lado, estamos llamados, como el Padre, a excusar y perdonar. Recordemos que Jesús en la cruz ora diciendo, como nos lo muestra Lucas en el capítulo 23: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Hermanos, la misericordia ve más allá del error y busca restaurar, no condenar. San Pablo nos dice que el amor “no lleva cuentas del mal”. El mantener el odio y generar rencor en el corazón forma una cadena que realmente encadena el alma, pero, como lo vemos en el pasaje de hoy, el perdón la libera.

Además, podemos ver como el Padre se conmueve al ver a su hijo. La compasión nos mueve a actuar, como Jesús, que como nos dice el libro de los Hechos de los apóstoles “pasó haciendo el bien”. La compasión, es ponerse en los zapatos del otro y darle apoyo y cariño; en una palabra, busca comprender y no juzgar. Y es por ello que el salmo 103 nos recuerda que “Dios no nos trata como merecemos”. Es decir, Dios, antes de considerar la falta, nos ve primero como personas necesitadas de amor.

Finalmente, el hermano mayor de la parábola se creía superior y su corazón se cerró. Jesús nos enseña en el pasaje de la mujer adúltera, en el capítulo 8 de san Juan, que nadie está en posición de condenar, porque todos necesitamos de la redención y de la gracia.

La parábola, pues, termina con un banquete de alegría. Y es que, así es el corazón de Dios, un Padre que celebra cuando uno de sus hijos vuelve a casa, cuando encuentra a la oveja extraviada o a la moneda perdida.

Hoy, pues, el Señor nos invita a ser imágenes vivas de su misericordia, pues nos invita a perdonar aunque nos duela, a acoger sin condiciones y a ayudar a otros a reencontrar el camino hacia Él.

Pidamos pues que el Espíritu Santo nos haga cada día más parecidos al Padre, y recuerda que la parábola del hijo pródigo no es solo la historia de un hijo que regresa, sino la historia de un Padre que nunca deja de amar. Hoy, seamos nosotros también misericordiosos, como lo es el Padre.

14/09/2025

De la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: ¡Jesucristo es Señor!, para gloria de Dios Padre.

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14/09/2025
13/09/2025

Evangelio de hoy 13 de septiembre

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos. El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón; y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón. ¿Por qué me dicen Señor, Señor, y no hacen lo que yo les digo? Les voy a decir a quién se parece el que viene a mí y escucha mis palabras y las pone en práctica. Se parece a un hombre, que al construir su casa, hizo una excavación profunda para echar los cimientos sobre la roca. Vino la creciente y chocó el río contra aquella casa, pero no la pudo derribar, porque estaba sólidamente construida. Pero el que no pone en práctica lo que escucha, se parece a un hombre que construyó su casa a flor de tierra sin cimientos. Chocó el río contra ella e inmediatamente la derribó y quedó completamente destruida".
Palabra del Señor.

Clic aquí para escuchar este pasaje y su reflexión:
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Reflexión:
“¿Por qué me dicen 'Señor, Señor', y no hacen lo que yo les digo?” A Jesucristo, lo llamamos Señor y hacemos bien, porque lo es; y ha venido a nosotros y ha decidido quedarse y actuar a través de la Iglesia, para salvarnos; pero la salvación no es algo mágico que se nos ha dado como un pase o salvoconducto que nos llevará directo al cielo al momento de la muerte; no es algo que se recibe para guardarlo sin más, ni tampoco la obtenemos por nuestras propias fuerzas, bondades o méritos.

Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida; Él es el Bien Supremo y nadie va al Padre si no es por Él. Él, siendo el origen de la vida misma, ha participado de la muerte para destruir la omnipotencia de la muerte que ésta tenía sobre nosotros y para abrir el camino al Cielo. Él es el único Camino, Él es el gran puente que nos permite llegar al Cielo, Él es el único Mediador. Pero, repito, no basta con mirar pasivamente; la salvación exige nuestra participación, nuestra libre respuesta y voluntad.
Cuando señalamos que Cristo es la Verdad y el Bien Supremo, afirmamos que el bien y el mal no dependen de opiniones o consensos y aunque la razón puede distinguir entre lo que es objetivamente bueno o malo, es la enseñanza de Cristo –contenida plenamente en la Palabra de Dios y la Tradición de la Iglesia– la que garantiza el correcto discernimiento; por lo que si nosotros no decidimos cruzar por ese puente que son las enseñanzas de Cristo y por esa puerta que es Cristo mismo –y que solo Él podía abrirnos– no podremos ser liberados ni de la muerte en vida, ni de la muerte eterna y no daremos, ni ahora, ni nunca, los buenos frutos de los que habla el Evangelio.
Hermano, Dios respeta tu libertad y nunca te forzará a entrar al cielo si no das pasos concretos hacia Él y tampoco basta con que al final de tu vida quieras ir al Cielo sin haber obrado a lo largo de tu vida en consecuencia, por eso pregunta Jesús en el Evangelio ¿Por qué no hacen lo que yo les digo? Y es que no depende solo de una decisión divina, pues “Él quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”.
Él ya ha hecho y sigue haciendo su parte, Él desea más que nadie, más que tú, tu propia salvación, pero necesita de tu correspondencia, y justo a esto se refería San Agustín cuando afirmaba que "Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”. De tal forma que el edificio de tu vida no puede estar cimentado en ocurrencias o en la enseñanza del mundo; sino que, para que sea estable y fuerte, debe estar cimentado solo en la Revelación misma que es inmutable, en roca firme, en Cristo.
Una buena forma de identificar cómo has ido asimilando la Persona y la Palabra de Cristo, puede ser el poner atención a lo que haces o a lo que dicen tus palabras, sobre todo en los momentos más relajados y de mayor intensidad emocional; es decir: en los momentos de mayor tristeza, alegría o enojo, o al hablar con las personas con las que tienes una relación más estrecha o más difícil, o al practicar o contemplar un deporte o aquello que te apasiona más; pues como dijo Jesús en el Evangelio: “la boca habla de lo que está lleno el corazón”.
Comienza por escucharte y si cuando hablas salen groserías, vulgaridades, dobles sentidos, críticas destructivas o chismes; si tiendes a lastimar o humillar, si usas mucho el “yo”, (yo hice, yo tengo, yo soy) el “mi” (mi casa, mi tiempo, mis propuestas) el “me”, el “conmigo” y sus derivados, entonces podrás hacer un buen diagnóstico de qué hay en tu corazón y qué tienes que erradicar, para que, en su lugar, sea Cristo con su Palabra, quien lo habite y para ello, debes llenarte de Dios. Ahora bien, seguramente habrá también cosas buenas –bendito Dios– sin embargo, es necesario, reconocer lo malo, el pecado, lo que es desagradable a Dios, para que puedas trabajarlo, detestarlo, evitarlo y, con su gracia, hacer justo lo contrario.

13/09/2025

Y dijo Jesús: «Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante:
Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada».
Lucas 6, 47-48

He aquí uno de los lados más significativos de la sabiduría del corazón: vivir enraizados en las profundidades de Dios.
La raíz, por una fuerza misteriosa, tiende al centro de la tierra; y cuanto más avanza en esa dirección, más vigorosamente se aferra a esa tierra; ese hundimiento es la condición de nuestra seguridad y la medida de nuestra fuerza.
El desatino está en pretender echar raíces en realidades de arena que no tienen subsuelo; ya se pueden imaginar el resultado.
La experiencia de lo contingente nos lleva a lo absoluto de Dios.
¡Dios mío, Tú eres mi roca y mi ancla.
En ti tengo hundidas mis raíces. En tus brazos cálidos y potentes dormiremos mientras dura la tempestad, tú llenarás de seguridad nuestros pasos. Tú serás el ancla durante la travesía de nuestra vida!.

Extractado del L. Salmos para la Vida
P. Ignacio Larrañaga

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12/09/2025
Hoy la Iglesia recuerda el santísimo nombre de María. Pidamos su intercesión, pues como toda mamá está al pendiente de s...
12/09/2025

Hoy la Iglesia recuerda el santísimo nombre de María. Pidamos su intercesión, pues como toda mamá está al pendiente de sus hijos.

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