
20/07/2025
Historia Corta de Terror: El Quinto Piso
Doce departamentos, cuatro pisos. Ascensor viejo, escaleras más viejas. Nada inusual... salvo una leyenda que algunos inquilinos repetían en voz baja:
“A veces, desde el techo, se oyen voces. Voces del quinto piso… aunque el edificio solo tiene cuatro.”
Sara, estudiante de arquitectura, se mudó al departamento 402. Era económico, céntrico, y el casero apenas hizo preguntas. Lo único extraño fue cuando le entregó la llave.
—Si alguna noche escuchas algo desde arriba… no subas. No importa lo que digan.
Pensó que solo era una broma para asustar forasteros. Hasta que llegó la primera noche de lluvia.
Cerca de las 2:17 a.m., despertó por un murmullo. Al principio pensó que era la lluvia, hasta que prestó atención:
—¿Hola? ¿Hay alguien ahí? Me duele… no puedo bajar… por favor…
Una voz masculina. Luego una femenina. Después otra, como un niño llorando.
Miró hacia el techo. El piso superior.
No existía.
Tomó una linterna. Subió al cuarto nivel. Silencio. Pero cuando se acercó a la puerta del acceso al techo, escuchó claramente pasos arriba de ella.
Una voz susurró con desesperación justo del otro lado:
—Estoy atrapado… el pasillo no termina… hay muchas puertas… no puedo encontrar la salida…
Sara, sin pensarlo mucho, abrió la puerta al techo.
Era de noche, todo estaba mojado por la lluvia. El techo era plano… pero al avanzar unos metros, vio otra puerta más adelante. Una que no debería existir. De madera, antigua, con el número 5 grabado a mano.
La curiosidad fue más fuerte que el miedo.
La abrió.
Y dentro encontró un pasillo de baldosas amarillas, con luces parpadeantes, completamente cerrado por muros grises. Puertas sin número, gritos amortiguados detrás de algunas. Uno de ellos decía su nombre. Otro gritaba que la sangre no se seca.
Cuando intentó volver, la puerta por la que había entrado ya no estaba. Solo un pasillo que se extendía... y una figura al final que caminaba hacia ella arrastrando algo húmedo.
Sara corrió. Gritó. Golpeó todas las puertas. Una se abrió…
…y cayó del techo.
Los vecinos la encontraron inconsciente, sin saber cómo había llegado ahí. El guardia juró que no había nadie en el techo. Ni puertas. Ni huellas. Ni nada.
Sara sobrevivió… pero desde entonces no habla. Se sienta en su nueva casa mirando al techo, día y noche...