05/05/2025
⚪ LA HISTORIA DE MI ABUELITA ...
Mi abuelita siempre fue una mujer valiente, pero cuando era niña, pasó por algo que la marcó para siempre. Ella me lo contaba a menudo, con ese tono serio y pausado que hacía que cada palabra calara hondo.
Esto ocurrió cuando mi abuela tenía unos 10 años y vivía en un pequeño pueblo rodeado de grandes haciendas y caminos desolados. Una noche, mi bisabuelo la mandó a llevar unos tamales recién hechos a la casa de su hermana mayor, para que los compartiera con sus hijos. Era tarde, ya casi medianoche, pero en ese entonces la vida era diferente, y los niños como mi abuela crecían acostumbrados a esas tareas.
El camino hacia la casa de su tía era largo y solitario. No había luz, solo un sendero polvoriento rodeado de árboles y campos abiertos. La luna iluminaba apenas lo suficiente para distinguir el camino, y no había casas cercanas, solo las imponentes haciendas a lo lejos, cuyas sombras parecían alargarse y moverse con el viento.
Mi abuela caminaba rápido, abrazando el paquete de tamales contra su pecho. A medida que avanzaba, sintió un extraño silencio. Ni siquiera el canto de los grillos se escuchaba. Entonces, al pasar frente a un enorme árbol que se alzaba a un lado del sendero, escuchó un silbido.
Al principio no le prestó mucha atención. Pensó que tal vez era el viento o algún ave nocturna. Pero cuando intentó cruzar frente al árbol, levantó la mirada y lo vio.
Un hombre c0lgaba del árbol.
Su cuerpo oscilaba ligeramente, como si una brisa invisible lo empujara. Mi abuela se quedó paralizada, incapaz de mover un músculo, mirando fijamente al hombre. Pero entonces, para su h0rr0r, el cu€rpo comenzó a moverse desesperadamente. Sus piernas pateaban al aire, y sus manos intentaban aflojar la cuerda que tenía atada al cu€llo.
Mi abuela retrocedió unos pasos, pero el hombre, o lo que fuera, comenzó a bajar del árbol, como si luchara contra la cuerda que lo retenía. Mientras se acercaba, ella pudo verlo mejor: su rostro estaba d€sfigurado, lleno de cort€s y mor€ton€s. Su ropa estaba rota y cubierta de sangr€ seca. Parecía que había sido t0rturad0 antes de m0rir.
El pánic0 la invadió, y mi abuela hizo lo único que se le ocurrió. Con manos temblorosas, sacó un fósforo de su bolsillo y encendió un pedazo de papel que llevaba. La luz del fueg0 iluminó por completo a la figura, revelando algo aún más aterrad0r: los ojos del ah0rcad0 no eran humanos, eran negros como el vacío, y de su boca c0lgaba algo que parecía carne d€sgarrada.
De repente, el sonido de cascos rompió el silencio. Un hombre a caballo apareció desde la oscuridad. Llevaba un sombrero ancho y una lámpara c0lgand0 de su silla de montar. Al ver a mi abuela at€rrorizada, detuvo su caballo y le preguntó qué ocurría. Mi abuela apenas pudo explicar lo que había visto, señalando hacia el árbol.
El hombre miró al ah0rcad0 y luego a mi abuela, como si entendiera perfectamente la gravedad de la situación. Sin decir nada más, le ofreció cruzarla al otro lado del camino. Mi abuela, aún temblando, se subió al caballo y se aferró con fuerza a la cintura del jinete.
El caballo empezó a galopar con fuerza, y el ahorcad0 saltó del árbol y comenzó a perseguirlos. Mi abuela podía oír los pasos frenéticos de aquella cosa detrás de ellos, el ruido de su cuerpo arrastrándose como si no pudiera sostenerse bien.
El jinete no se detuvo. Golpeaba al caballo con las riendas, instándolo a correr más rápido. Pero justo cuando cruzaron al otro lado del sendero, el caballo se detuvo en seco y cayó al suelo, mu€rto. Un hilo de sangr€ le salía por la nariz, y el jinete, con calma, desmontó, como si ya supiera que esto iba a suceder.
Sin decir una palabra, quitó la silla del caballo, miró a mi abuela y señaló el camino hacia la casa de su hermana. Mi¹ abuela, at€rorizada pero agradecida, corrió hasta llegar a la puerta. Cuando volteó para mirar al hombre, él ya había desaparecido.
Mi abuela llegó a salvo a la casa de su hermana, pero esa noche jamás se le borró de la memoria. Siempre decía que lo que vio no era un hombre, sino algo mucho peor, algo que no debería haber salido de la oscuridad. .
Crédito a su Autor : Eduardo Espinoza 🖤
Gracias por distribuir esta historia ❤️ 💀 🐺
Imágen tomada de Internet.
Tomado de
Temores paranormales