02/09/2025
🕯️ La excursionista desaparecida que se convirtió en espantapájaros
Sara Jenkins, de 24 años, originaria de Columbus, Ohio, tenía un blog de viajes llamado Sara Sees the World. Recién graduada en periodismo, decidió cumplir el sueño que la había acompañado desde niña: recorrer sola una extensa parte del sendero de los Apalaches.
No era una excursionista profesional, pero se había preparado con esmero. Pasó meses investigando rutas, leyendo relatos de viajeros experimentados, comprando equipo especializado. Era fuerte, decidida, y rebosaba de entusiasmo. Su plan era documentar cada paso de su travesía con textos, fotografías y videos que compartiría en redes sociales.
A principios de junio, se despidió de su familia y voló a Georgia, donde comenzaría su aventura. Las primeras semanas fueron como las había imaginado: caminaba hacia el norte, atravesando bosques espesos, escalando picos solitarios, y encontrando otros viajeros que compartían su pasión. Su blog crecía rápidamente, y sus publicaciones transmitían una mezcla de asombro y libertad.
Pero un día, el silencio cayó como una losa. No hubo más actualizaciones. No respondió mensajes. Su teléfono estaba apagado. Guardabosques y policías peinaron la zona, pero no hallaron ni una huella. Solo su padre se negó a rendirse. Durante dos años, recorrió el sendero solo, aferrado a la esperanza de encontrarla.
Fue en Virginia, mientras conversaba con un granjero en un camino rural, que algo lo detuvo. En medio de un maizal, vio un espantapájaros extraño, con una gorra que le resultaba dolorosamente familiar. Se acercó, y lo que descubrió lo dejó sin aliento: no era un muñeco, sino un esqueleto humano, con mechones de cabello largo y oscuro, y la misma gorra que Sara llevaba el día que desapareció.
El cuerpo estaba atado a una cruz de madera, entrelazado con paja podrida, expuesto al sol y al viento como si fuera parte del paisaje. La policía fue alertada de inmediato. Tras múltiples análisis forenses, se confirmó lo impensable: los restos pertenecían a Sara Jenkins. Había estado allí todo ese tiempo, a la vista de todos, convertida en un símbolo macabro de lo que alguna vez fue una joven llena de sueños.
El granjero nunca fue acusado. No se encontraron pruebas suficientes. Nadie supo quién la colocó allí, ni por qué. El misterio permanece, y solo quedo el recuerdo en redes sociales de esta bella joven aventurera.