23/07/2025
El legado musical de Ozzy Osbourne en 12 canciones: Nueva York.- El viaje de Ozzy Osbourne al estrellato del heavy metal empezó con un cartel.
Impulsado por su afición a los Beatles, el adolescente que abandonó los estudios salió de una vida precaria en Aston, un suburbio obrero de Birmingham, Inglaterra, en la década de 1960, colgando un cartel escrito a mano en una tienda de música local. Esto hizo que el cantante, que murió el martes a los 76 años, conociera a Terence Butler, un bajista que se hacía llamar Geezer, al guitarrista Tony Iommi y al baterista Bill Ward.
El cuarteto se definió cuando Iommi observó largas filas afuera de las proyecciones de las películas de terror en un cine local. Escribió una canción —“Black Sabbath”, llamada así por la antología de terror de Mario Bava y Boris Karloff lanzada en 1963—, cambió su nombre y, con su debut autotitulado de 1970, ayudó a crear lo que hoy conocemos como heavy metal.
La voz de Osbourne, un gemido desolado y ronco, encajaba perfectamente con las letras de temática ocultista que el cantante y Butler empezaron a escribir. Sin embargo, en el escenario era casi burbujeante: sonreía, aplaudía y disipaba cualquier tipo de mística amenazadora.
Black Sabbath despidió a Osbourne en 1979, alegando sus excesos fuera del escenario, pero la separación se convirtió en un trampolín. Sharon Arden —futura esposa y ferrea mánager de Osbourne era hija de Don Arden, que en ese entonces era el mánager de Sabbath— empezó a ayudarlo a montar su propia banda. Un joven prodigio de la guitarra llamado Randy Rhoads se convirtió en el eje del nuevo grupo, y con Blizzard of Ozz en 1980, el cantante inició una carrera en solitario que le convertiría en un icono mundial.
A lo largo de los años, mientras los colaboradores iban y venían, Osbourne siempre encontraba nuevas formas de reinventarse. A continuación seleccionamos 12 canciones que resumen el viaje de más de medio siglo de Ozzy hacia el lado oscuro y más allá. (Puedes escucharlas en Spotify y Apple Music).
Black Sabbath, ‘Black Sabbath’ (1970)
Los incipientes Black Sabbath no tardaron mucho en hacer realidad la ambición de Iommi de escribir música terrorífica. Su segunda canción original, y la canción que abre su disco de debut, dio en el blanco con un riff brillantemente siniestro y una letra que detalla un encuentro con una aparición parecida a una parca. La interpretación de Osbourne hace que la narración —inspirada en una pesadilla que Butler le contó al cantante— resulte terroríficamente vívida.
Black Sabbath, ‘War Pigs’ (1970)
La voz de Osbourne ocupa el centro del escenario en el primer tema de Paranoid, el segundo álbum de Sabbath, publicado solo siete meses después de su debut. La banda sirve una breve floritura de dos acordes potentes en los versos que el cantante responde con escalofriantes evocaciones de los horrores del campo de batalla, escritas por Butler en respuesta a la guerra de Vietnam. Osbourne solo añade una pizca de vibrato al final de cada línea, sonando adecuadamente dramático, pero sin llegar a la entrega operística favorecida por posteriores cantantes de metal.
Black Sabbath, ‘Iron Man’ (1970)
“Iron Man”, también del disco Paranoid, era la versión más pesada de Sabbath, un tema que inició innumerables sesiones de air guitar con su contundente riff central, la evocación sónica perfecta de las “pesadas botas de plomo” que usa el personaje de la canción, un aspirante a héroe que viaja en el tiempo, se vuelve loco y se desboca. La melodía vocal principal de Osbourne imita la guitarra de Iommi, pero durante el giro que sigue a cada verso, entona un lamento lastimero, el ejemplo más conmovedor es cuando dice “nadie lo quiere/ solo mira al mundo”, unos versos que encapsulan la soledad en el centro de esta parábola de ciencia ficción escrita por Butler.
Black Sabbath, ‘Paranoid’ (1970)
La canción más conocida de Black Sabbath, y la que llegó más alto en las carteleras, empezó como una idea de última hora. El productor Rodger Bain le pidió al grupo que creara un tema para rellenar la duración de su segundo álbum. En 20 minutos, crearon un tema rockero apto para la radio sobre un hombre que lucha contra un persistente malestar mental, inspirado en los ataques de depresión que Butler sufría en ese momento. La voz lastimera y aguda de Osbourne se elevaba sobre los riffs de locomotora de Iommi, y transmitía el pathos de frases como: “¿Puedes ayudarme a ocupar mi cerebro? “Paranoid” seguiría siendo un clásico para el cantante durante casi 50 años, cerrando los conciertos de su última gira en solitario en 2018, la despedida de Sabbath el año anterior y el concierto Back to the Beginning que ofreció este mes en Birmingham. “Ninguno de nosotros pensó que fuera nada especial cuando la grabamos”, escribió Osbourne sobre la canción en sus memorias de 2009. “Pero, demonios, era pegadiza”.
Black Sabbath, ‘Changes’ (1972)
Sabbath también tenía un lado más suave personificado en esta canción lacrimógena a piano del disco Vol. 4, se trata de la raíz para numerosas baladas de Ozzy a lo largo de las décadas. El lloriqueo cándido del cantante se adaptaba fácilmente al aire R&B de la melodía que fue escrita colectivamente por la banda en respuesta a las dificultades románticas de su baterista. “Tony se sentó e inventó un riff precioso, yo tarareé una melodía y Geezer escribió una letra desgarradora sobre la ruptura que Bill estaba sufriendo con su mujer en ese entonces”, recordaba Osbourne en sus memorias. “Changes” tendría una larga vida posterior, revivida tanto en un dúo entre el cantante y su hija Kelly, como por el veterano cantante de soul, Charles Bradley, en una desgarradora versión.
‘Crazy Train’ (1980)
Tras su salida de Sabbath, un deprimido Osbourne asumió que su apogeo como estrella del rock había quedado atrás. Pero un encuentro casual con Randy Rhoads —un virtuoso de formación clásica, que tocaba la guitarra en Quiet Riot— pronto le dio un poderoso segundo aire. Osbourne contrató a Rhoads tras una deslumbrante audición, y ambos se asociaron con el bajista y letrista Bob Daisley para componer “Crazy Train”, el primer éxito en solitario del cantante y posiblemente el himno que definió su carrera. La letra de Daisley aludía a la agitación política y a la amenaza de guerra, pero combinada con la penetrante voz de Osbourne y los riffs triunfantes y las melodías que reventaban los dedos de Rhoads, la canción sonaba como un manifiesto de una vida que estaba constantemente en peligro de descarrilarse.
‘Suicide Solution’ (1980)
“Suicide Solution” siempre será recordada como la canción que provocó una pesadilla legal y de relaciones públicas para Osbourne cuando los padres de un adolescente de California que se suicidó presentaron una demanda —finalmente desestimada— alegando que su hijo había sido influenciado por el tema, una profunda composición de Blizzard of Ozz, el debut en solitario del cantante. Pero tanto Osbourne como Daisley sostenían que la canción en realidad era una advertencia contra los peligros del alcoholismo, inspirada en parte por la muerte de Bon Scott, el cantante de AC/DC. (La palabra “solución” del título se refiere, como explicó una vez el cantante, a “líquido, no a una salida”). Musicalmente, fue otro ejemplo de la potencia de la primera banda en solitario de Osbourne, mientras Ozzy aullaba sobre la espada de doble filo de la intoxicación —“Toma una botella y ahoga tus p***s/ Luego inunda tus mañanas”— sobre los incisivos riffs de Rhoads, que sugerían un Sabbath potenciado.
‘Shot in the Dark’ (1986)
La trágica muerte de Rhoads en 1982 en un accidente en un avión privado marcó otra encrucijada para Osbourne, y el cantante pasó el resto de la década experimentando con formaciones. The Ultimate Sin, su cuarto disco de transición, produjo la melodiosa y aerodinámica “Shot in the Dark”, el primer sencillo de Osbourne en solitario que alcanzó el Billboard Hot 100. La canción se originó unos años antes con Wildlife —una banda en la que participaba el bajista Phil Soussan, quien más tarde trabajaría con Osbourne— pero aunque “Shot in the Dark” no se escribiera para él, Ozzy la vende con maestría, habitando plenamente su elegante aire pop-metal.
‘Close My Eyes Forever’, con Lita Ford (1988)
La única vez que Osbourne entró en el Top 10 de la lista de éxitos de Estados Unidos fue con esta balada sobre una tortuosa relación amorosa, un dúo con Lita Ford —cuya mánager era Sharon Osbourne— que surgió de un encuentro casual en el estudio y apareció en el tercer álbum en solitario de la exguitarrista de Runaways. Las voces de ambos se compenetran a la perfección: Osbourne alcanza algunas de sus notas más agudas en la grabación, mientras que Ford prefiere un registro más grave y ronco. (Osbourne grabaría más adelante un dúo de menor éxito comercial con otra coprotagonista femenina: una versión de “Born to Be Wild” de Steppenwolf con Miss Piggy de Los Muppets).
‘Mama, I’m Coming Home’ (1991)
El guitarrista Zakk Wylde se unió a Osbourne en 1987 y trabajó con el cantante de forma intermitente durante los últimos años de Ozzy. Su colaboración alcanzó su punto álgido con “No More Tears”, que generó dos éxitos en MTV, entre ellos el tema principal y esta balada enraizada, escrita originalmente con Wylde al piano y con letra de Lemmy Kilmister de Motörhead. Como Osbourne escribió más tarde en las notas de una recopilación, la frase del título era algo que solía decirle a Sharon por teléfono cuando terminaba una gira.
‘Ordinary Man’ (2020)
La canción que da título al duodécimo disco en solitario de Osbourne sigue la línea nostálgica de “Changes”, en la que recuerda su época de fama con una mezcla de gratitud y melancolía. “No me olvides cuando se apaguen los colores”, canta. “Cuando se apagan las luces, solo queda un escenario vacío”. El productor Andrew Watt, que primero reclutó a Osbourne como invitado en un tema de Post Malone de 2019 en el que también participó Travis Scott, dio a la canción todos los adornos de un espectáculo pop de la vieja escuela: cuerdas y voces corales grabadas en Abbey Road, un solo de guitarra de Slash, incluso un verso de Sir Elton John, quien también toca el piano.
‘Patient Number 9’ (2022)
El siguiente y último álbum de Osbourne comenzó con lo que parecía la culminación de su carrera, devolviendo al cantante al conocido tema de la angustia mental, interpretando el papel de un narrador institucionalizado que proclama: “No saldré vivo”. Con un elenco estelar de músicos y coautores —Watt; Jeff Beck, en una de sus últimas participaciones grabadas; el bajista de Metallica, Robert Trujillo; el baterista de los Red Hot Chili Peppers, Chad Smith; y el gran compositor Ali Tamposi—, el tema muestra a Ozzy como un icono del metal melancólico y a la vez como un cantor irreprimible de voz pesada, que seguía sonando poderosa e inconfundible luego de más de 50 años de carrera.
http://leer.laopcion.news/TM3qtS