
18/07/2025
El pueblo preguntaba ¿Quien mató a Obregón? y contestaban...¿Calles..se la boca!
As*****to del presidente Álvaro Obregón
Quizás por el gusto de llamar la atención, el General Álvaro Obregón inventaba historias como la que le contó al periodista Blasco Ibáñez:…… “A usted seguramente le habrán dicho que soy algo ladrón. Aquí todos somos un poco ladrones. Pero yo no tengo más que una mano, mientras mis adversarios tienen dos. ¿Sabe usted cómo encontraron la mano que me falta? Después de hacerme la primera curación, mis agentes se ocuparon en buscar el brazo por el suelo. Exploraron en todas direcciones, sin encontrar nada. ‘Yo lo encontraré’, dijo uno de mis ayudantes que me conoce bien, ‘ella vendrá sola, tengo un medio seguro’. Y sacándose del bolsillo un azteca, lo levantó sobre su cabeza. Inmediatamente salió del suelo una especie de pájaro de cinco alas. Era mi mano, que al sentir la vecindad de una moneda de oro, abandonaba su escondite para agarrarla con un impulso arrollador”.
El 17 de julio de 1928, en el jardín del restaurante “La Bombilla”, se dispusieron cuatro grandes mesas, en la cabecera lucía un arreglo floral alusivo: “Homenaje de honor de los guanajuatenses al C. Álvaro Obregón”. El menú seleccionado fue coctel, entremés a la mexicana, crema portuguesa de tomate, huevos con champiñón, pescado a la veracruzana y pastel “Bombilla”. Para amenizar, la Orq. de Alfonso Esparza Oteo comenzó a tocar varias melodías, en la mesa principal se sentó al centro el invitado de honor, a su izquierda Aarón Sáenz y a su derecha, el Lic.Federico Medrano, jefe de la diputación guanajuatense; no se había dispuesto ninguna seguridad en el evento, excepto por la presencia de tres agentes y el cuidado de los escoltas y amigos que acompañaban al presidente electo.
León Toral llegó minutos después que Obregón, penetró sin dificultad, pasó al baño, desenfundó la pi***la quitándole el seguro y se la colocó a la altura del abdomen; salió para sentarse en el jardín y dibujar a Obregón, enseguida, Toral se acercó al caudillo para mostrarle el dibujo. El General movió la cabeza para ver, en ese momento, Toral sostuvo con la mano izquierda el cuaderno y con la derecha sacó la pi***la para realizar el primer disparo a cinco centímetros; luego fueron cuatro más en la espalda y otro en el muñón derecho. Seis en total. Eran las 14:20 horas, justo en el momento en que se servían los postres “Bombilla”, del gusto de don Álvaro, y se escuchaba la canción “Limoncito”, confundiéndose con el sonido de los disparos.
Toral quedó petrificado después de realizar los disparos y sólo atinó a apuntar la pi***la hacia el suelo; mientras, el cuerpo del caudillo estaba sangrando, tirado con las piernas flexionadas y la cabeza contra el suelo. Con trabajos fue trasladado al asiento trasero del Cadillac, el Presidente Calles fue informado de inmediato. El asesino fue trasladado a la Inspección General de Policía, Toral, impávido, con los ojos cerrados y ensangrentado por los golpes que había recibido, no podía hablar, sólo se había identificado como “Juan”. Ya era un mártir de la religión. México había perdido al estadista más completo del pasado reciente.
En su aniversario luctuoso, en 1935, Lázaro Cárdenas inauguró el monumento a Álvaro Obregón en el parque que marca el acceso a San Ángel, sobre Insurgentes. Ese día se colocó el frasco con la extremidad de “el manco de Celaya” en un nicho. Actualmente se encuentra una mano de bronce en ese lugar, pues como describe Elena Poniatowska, “la mano de Obregón se pudrió, se encogió y se deshizo en espaguetis”, así que fue cremada en medio de honores militares.