19/11/2025
Dicen que el león no pelea con las hienas…
no porque no pueda,
sino porque ha aprendido que su verdadero poder no reside en la rabia ni en el ruido.
El león podría rugir con toda su fuerza, atacar con una furia imparable, acabar con todas las hienas en un instante…
pero no lo hace.
Porque sabe que la verdadera fuerza no está en demostrar lo que puede hacer, sino en mantener la dignidad en medio del caos.
Mientras las hienas chillan y intentan provocarlo, él simplemente observa con calma.
Mientras lo rodean y le lanzan sus ataques, él sigue caminando, firme en su esencia.
Porque entiende que quien verdaderamente tiene poder, no necesita demostrarlo con gritos o peleas.
Y así somos también en la vida.
Llega un momento en el que aprendemos a callar, a soltar, a no perder energía en batallas que no valen la pena.
Aprendemos que no todo merece una respuesta, que no toda provocación merece atención.
Y en esa elección, descubrimos algo aún más grande:
Que la verdadera fuerza no está en la violencia, sino en la paz interior.
Que la tranquilidad de nuestro corazón vale más que cualquier discusión.
Quien sabe quién es, no necesita elevar su voz para ser escuchado.
Solo camina con la certeza de su valor, con la serenidad de quien ya no tiene nada que demostrar.
Y entonces, en ese silencio, en esa calma, encontramos la mayor de las fuerzas:
la dignidad de seguir nuestro camino, con amor propio y sin miedo.
Porque el poder más grande, el que realmente transforma, reside en la paz que no se rompe, en la calma que no se rinde, y en la nobleza de quienes eligen seguir adelante, simplemente, con el corazón abierto.
Conversando Contigo