31/01/2025
Cabeza de Gobierno: Mensaje para los Vivos
Me mataron seis días después de tomar posesión,
pero no fue bala lo que habló… fue hacha y escarnio.
Mi cabeza, plantada como bandera en la glorieta,
grita lo que todos callan: Aquí manda el in****no.
Chilpancingo, dicen, nunca vio un edil descabezado,
pero Guerrero entero es mapa de alcaldes caídos.
Mi cuello partido es solo un verso más del estado
que convierte el poder en epitafio mal cosido.
Colgar mi rostro pálido en el poste de la avenida
no fue para mi pueblo… fue advertencia al Congreso:
«La ley la escriben los mu***os, la justicia está vendida,
y el que ose levantar la voz, termina como este seso».
En Copala, Malinaltepec, Chilpancingo… la lista es un rosario:
tres alcaldes en un año, cifra que el viento borra.
Pero mi caso es especial: fue el degüello necesario
para enseñar que hasta un símbolo se pudre en la hora.
¿Por qué a mí? Quizás por creer que el título bastaba,
por no ver que en México gobernar es firmar pactos.
El cartel me mostró su pedagogía con navaja:
Un presidente municipal sin cabeza… es buen retrato.
Mi pueblo llora en silencio, sabe que el duelo es peligroso,
porque hasta el llanto aquí tiene dueño y código de barras.
Las familias guardan fotos de tíos del otro lado:
narcoejecutados… o policías… o ambos.
Dicen que soy el primero en Chilpancingo sin cabeza,
pero en Guerrero los alcaldes son carne de estatua.
Lo nuevo no es mi muerte… es la crudeza del mensaje:
«Aquí no basta matar… hay que educar con la desgracia».
México entero es cementerio de proyectos rotos:
35 alcaldes asesinados en una década de horror.
Mi caso es nota roja, meme, cifra en algún reporte…
mañana otro ocupará este cajón de «error».
¿Qué gobierna un alcalde? No calles ni presupuestos,
sino pactos con diablos que reparten plomo y mordidas.
Yo quise ser distinto… y mi cabeza en el caballete
es prueba de que aquí la ética está prohibida.
La prensa nacional habla de «barbarie sin precedentes»,
pero en Xochistlahuaca mataron a un edil con su hijo.
Lo mío es «nota grave» por lo visual, no por la gente…
En México, hasta la muerte compite por ratings y ritmo.
Mi sucesor jurará tras rejas blindadas y escoltas,
firmará decretos que ni él mismo podrá leer.
Y cuando intente cambiar algo, las balas en la puerta
le recordarán: El poder real no sabe de deberes.
Guerrero no es excepción… es espejo de una nación
donde gobernar es elegir entre bala o plata.
Los presidentes municipales somos carne de prisión,
y el que sobrevive… aprende a morder la mano que mata.
A mi asesino lo vi crecer entre casas de lámina,
donde el único libro era el catálogo de armas.
Le ofrecí empleo, él eligió el cartel que disciplina…
Hoy su cuchillo es ley, y mi proyecto… alarma.
No me laven la sangre ni inventen héroes postizos,
si en verdad quieren honrarme, quemen las estructuras.
Que el próximo alcalde no sea mártir ni cómplice,
sino el primero en romper esta cadena de podreduras.
Chilpancingo dirá «aquí solo hubo un descabezado»,
pero México sabe que es farsa la estadística:
cuando un alcalde cae, cae un pueblo entero maniatado,
y la democracia se vuelve piñata balística.
Mi cabeza hoy es monumento, advertencia y profecía:
sin justicia, todos seremos trofeos del mismo juego.
Guerrero no está solo… toda la patraña es un día
donde los mu***os gobiernan… y los vivos callan por miedo.
Escrito por: Josué S.