08/08/2025
INFIDELIDAD
Estaba muy dolida por el engaño, mientras esperaba que la experta en ciencias ocultas, por no decir bruja, la atendiera, Marina iba recordando cómo había descubierto a Manuel haciéndole el amor a su mejor amigo Giovanni, casi se muere al ver a ese hombre, fornido, velludo, viril, besando y penetrando…. ¡a otro hombre!, quizás si fuera a una mujer se lo perdonaría, pero, no era así. ¿Qué dirían sus amigas al enterarse?, que ella no era lo suficientemente buena en la cama como para que el atlético de su novio fornicara con otro tipo. No solo le dolía la infidelidad, sino también su orgullo y amor propio.
De repente la voz de la bruja la sacó de sus pensamientos.
- Señorita, puede pasar.
Marina entró muy resuelta, pero al ver lo lúgubre de la estancia pensó en dar media vuelta y regresarse, pero su odio pudo más que su miedo, tomó aire y entró.
- Pasa y siéntate querida, ya te atiendo, le dijo Casilda “la bruja”, mientras acomodaba las cartas del Tarot.
- Gra-gracias,- dijo Marina, es usted muy a-amable.
Con el rabillo del ojo le echaba una mirada a la habitación, estaba medio oscura, con velas y velones por todas partes, en el suelo había dibujada una estrella de seis picos, ella caminó rápido sin querer pisarla. En el centro de la pared, justo detrás de Casilda, había un cuadro de Satanás, se veía inquietantemente real, sus ojos eran rojos, sangrientos, casi se podía decir que estaban llenos de vida, ella se sentó, sin poder disimular su nerviosismo.
- Toma querida, -le dijo Casilda entregándole el mazo de naipes- corta las cartas.
- Vera señora Casilda, -dijo Marina haciendo un gesto de no quererlas- yo no he venido a que me lea las cartas, he venido porque mi marido, bueno, mi novio; me es infiel, y yo…yo, quiero vengarme”.
- Ok, ¿Y qué tienes pensado para vengarte?, ¿quieres que se quede impotente?, ¿Qué ninguna mujer lo busque más?, ¿lo vuelvo marica…? No sé, tú me dirás…
Marina se quedó en silencio, quería vengarse, si, pero aún no había pensado como. Con dejarlo impotente no iba a lograr nada, puesto que era gay, y a lo mejor aprovechaba que no se le levantaba el miembro para que lo penetraran a él. Así que tampoco era venganza que ninguna mujer lo buscara…
- Entonces querida, -apuró Casilda-, ¿cómo castigamos a tu Romeo infiel, a ese “macho” que siente debilidad por otros hombres?
- ¿Cómo lo sabe? –preguntó Marina parándose de un salto-, ¡no se lo he dicho a nadie!
- Querida, tengo “ciertos” poderes, ¿lo olvidas?
- Haga lo que quiera, -respondió Marina de mala gana-, solo quiero verlo mu**to, pero que sea rápido. Ahí está todo lo convenido. Puso en el escritorio una foto de Manuel con su nombre completo escrito por la parte de atrás, y un fajo de billetes.
- ¿Está completo el dinero?
- ¡Claro que lo está!, Ojalá sea tan buena como me han dicho, ya que le estoy pagando una pequeña fortuna. Además, no quiero que quede rastro de su as*****to.
- No te preocupes querida, verás que en menos de un mes tu Romeo ya no existirá, y nadie sospechará de ti.
Marina salió de inmediato de aquel lugar, sentía un gran remordimiento, como si le hubiera pagado a un sicario para hacer despreciable trabajo. Respiro profundo, contuvo el llanto y se marchó a su casa.
Pasaron un poco más de dos semanas, un tiempo largo en que no podía dormir, en que la culpa le carcomía el alma. Había apagado el celular para que Manuel no la llamara, también para que nadie le dijera que ya había mu**to. Estaba viviendo en un hotel para que no la encontraran, para que nadie la hallara en su casa a darle la mala noticia. Pero, a decir verdad, la estaba matando la curiosidad, el no saber nada de Manuel. Sentía que aún lo amaba, que, a pesar de todo, lo adoraba como el primer día. Se arrepintió de no haber hablado con él, ella solo había entrado a la casa con las llaves que el mismo le había dado, se había asomado al cuarto y se encontró en ese bochornoso acto sexual; no había hecho ruido, no había hecho nada, solo salió corriendo y cerró tras de sí la puerta. Manuel debía estar preocupado por no saber de su paradero.
Resuelta, se vistió y se dirigió a la casa de su amor tormentoso, tenía que salir de dudas, tenía que hablar con él y saber por qué la había engañado, bueno, si estaba aún con vida. Debía estarlo, seguramente Casilda era una de tantas charlatanas que hay en la calle.
El camino a la casa de Manuel se le hizo eterno. Al fin llegó. Se asomó por la ventana, estaba todo oscuro. Sacó las llaves de la cartera y entró a la casa. Había una inquietante soledad, un olor putrefacto se encontraba en el ambiente, con el corazón latiéndole a mil por horas se metió en la habitación.
Un nauseabundo olor la hizo retroceder, se tapó la boca para no proferir un grito de terror. Allí estaba Manuel, o bueno, lo que quedaba de él, era casi un esqueleto con poca piel pegada a los huesos, ya no tenía casi cabello, las moscas y otros insectos lo rodeaban; estaba sentado en un sofá al lado de la cama, en medio de una mancha de color oscuro y gusanos por docenas. Se dio media vuelta asqueada, arrepentida, ahogada en sollozos, cuando escuchó una voz que le heló aún más la sangre.
- ¿Marina, Marina eres tú?, -dijo la cadavérica boca de Manuel, aún no había mu**to, pero le faltaba poco-, amor, sé que eres tú, no quería morirme sin volver a verte, aunque ya estoy ciego, estaba loco de preocupación hace tantos días que no se de ti, debes tener dos mil llamadas perdidas mías en tu teléfono, fui varias veces a tu casa y no te encontré, le pregunté a tus amistades y familiares y nadie sabía nada de ti, temía lo peor.
- Si, aquí estoy, - respondió Marina, hacia un esfuerzo sobrehumano para seguir de pie, en la entrada de la habitación, aguantando ese fétido olor, conteniendo las náuseas que sentía, contemplando esa macabra imagen, oyendo con profundo dolor al amor de su vida,- te escucho.
- Ya no pude buscarte más, -siguió Manuel-, de repente, me empecé a sentir mal, me empecé a hinchar, me puse amarillento y luego verde, mi abdomen creció enormemente, de todos mis agujeros me salían gusanos, el cabello se me caía, olía a carne podrida… hasta que literalmente exploté, no sé de qué maldita enfermedad me contagio Giovanni, el me estaba chantajeando, tiene pruebas de que tú robaste una fuerte cantidad de la empresa en donde ambos trabajan, para casarnos, me dijo que yo le gustaba, porque ¿sabes qué?, el desgraciado es ¡marica!, me obligó a que tuviéramos relaciones, a que lo besara, como no respondía como hombre con él me obligó a tomar una pastilla para ayudarme a tener erección. Me sentía asqueado, supongo que tú te enteraste y por eso desapareciste. Te amo demasiado para permitir que vayas a la cárcel.
- No puede ser, -rompió en llanto Marina-, no puede ser…
Aquella confesión era más de lo que podía soportar, sentía que todo el mundo se le venía abajo, después de todo, Manuel la amaba, la amaba tanto que prefirió tener s**o con un hombre a verla encerrada.
Rápidamente se montó en su carro rumbo a la casa de Casilda, tenía que decirle que parara ese hechizo, que revertiera esa brujería al costo que fuera necesario, de ser posible, le daría todo el dinero que ella había robado, sino se casaba, no le importaba con tal que el hombre que amaba volviera a ser como antes. Apenas el carro se alejó, Manuel exhalo su último suspiro.
Al llegar tocó la puerta desesperada, la ayudante de Casilda ni bien había abierto cuando Marina entró dando grandes zancadas, abrió la puerta de la oficina de la bruja y tomándola por ambos brazos le suplico:
- ¡por favor detén el hechizo que le hiciste a Manuel, te daré el triple, lo que quieras, pero detenlo por favor, no me fue infiel, ha sido toda una confusión!, ¡una terrible confusión!
- Verás querida, -dijo fríamente Casilda apartándole los brazos con desdén-, eso no va a ser posible. Usé en él una brujería haitiana que consiste en meter una foto, con el nombre completo escrito en la parte posterior, de la persona a la que se quiere eliminar, en la boca de un cadáver reciente y coserla. Conforme el cadáver se va descomponiendo y secando, así también la persona se va secando y descomponiendo en vida, y eso querida, como puedes ver, es un proceso irreversible.
- ¡No, no puede ser!, -gritó Marina al borde de la locura-, ¡esto no puede ser!, ¡he cometido el peor error de mi vida!, ¡he matado al hombre que más amo en el mundo, y él también me amaba, me amaba!, ¡sin él no quiero seguir viviendo, no quiero!
- Pues también te complací en eso querida,- dijo sarcásticamente-, pues resulta que Giovanni, es mi hijo, y si, es gay, a él le gustaba tu novio, y a quien no, si Manuel es un Dios. Pero él no le hacía caso, fue entonces que mi hijo se enteró que tú habías cometido ese desfalco para casarte y lo chantajeó, se supone que tú no deberías enterarte de nada. Pero Manuel, se sentía sucio, como si lo hubieran violado y mató a mi bebe, para que no te delatara y no siguiera extorsionándolo, ¡lo mató!
Marina de repente se sintió mareada, con nauseas, y cayó al suelo. Al abrir los ojos, se encontró con la desagradable cara de Casilda.
- Debí haberme desmayado ha sido muy fuerte todo lo que he visto y oído el día de hoy, -dijo aun sintiéndose débil-, Manuel me ama, me ama, y yo lo condené…
- Y por culpa de ese estúpido, mi hijito, mi único hijo, ¡está mu**to!
- La culpa es de su “hijito”, no tenía por qué chantajear a Manuel, debió aceptar que era un hombre prohibido para él, que mi novio no es gay, que me ama a mí…
Marina, de repente empezó a bañarse en sudor, sentía un calor asfixiante que la devoraba…
- ¡me quemo, me quemo!, ¿qué me has hecho bruja?, ¿qué me has hecho?
- Adrián me quitó lo único que tenía en esta vida: mi hijo. Ya no podía vengarme de él, total tú lo condenaste a muerte, así que ayer fui a la morgue y metí en la boca de un cadáver tu foto, así que quédate tranquila, que dentro de poco tú también acompañaras a tu Romeo infiel al in****no.
Marina ya no pudo escuchar nada más, se había convertido en una infame masa de carbón. El cadáver en cuya boca estaba su foto, no tuvo tiempo de descomponerse: había sido cremado.
Créditos a su autor...