04/09/2025
¡Apoyemos a la pequeña Danna a volver a Minatitlán para que le den Cristina sepultura!
Sucedio en Monterrey Nuevo Leon…
La historia de Danna, una niña de apenas 4 años, es de esas que estremecen y dejan un n**o en la garganta.
*Abuelita pide el apoyo de la población, autoridades, organizaciones y sociedad civil para poder ayudar a traer el cuerpo de Danna a Minatitlán
Su mamá, Rosa Aurora, buscó un futuro en el norte junto a su pareja, Jorge Alan. Tiempo después volvieron por la pequeña, quizá con la ilusión de reunir a la familia. Pero lo que parecía una nueva etapa terminó convertido en tragedia: Danna no volvería a sonreír.
El día que la encontraron
Esa tarde, los paramédicos llegaron a la casa y hallaron a Jorge Alan de pie, inmóvil, junto al cuerpo frágil de la niña. Su explicación fue rápida, casi mecánica: “vomitó, resbaló y se golpeó”. Luego cambió la versión, asegurando que la niña cayó de una silla mientras comía.
Nada cuadraba. Los rescatistas vieron moretones, un hematoma en el pecho y señales de algo mucho más grave. Intentaron reanimarla, pero Danna ya no respondía. La vida se le había escapado.
Un rato después llegó su madre. La noticia la hizo estallar en llanto y desesperación. Mientras tanto, los vecinos, testigos silenciosos de la cotidianidad de la pequeña, no dudaron en contar que solían verla descuidada, con malestares frecuentes y sin la atención que una niña de su edad necesitaba.
La verdad detrás de la mentira
Los padres habían corrido la voz de que Danna estaba enferma, incluso que combatía la picadura de un insecto. Pero todo era una cortina de humo para esconder lo que en realidad pasaba dentro de esas paredes: maltrato constante.
La autopsia lo confirmó con crudeza. Danna murió a causa de golpes severos en la cabeza, tórax y abdomen. El dictamen fue claro: síndrome de maltrato infantil.
Con esa prueba, la Fiscalía de Nuevo León no dudó: Rosa Aurora y Jorge Alan quedaron detenidos. Ahora enfrentan un proceso que podría llevarlos a pasar más de 30 años en prisión. La investigación se sigue con perspectiva de género, tratándola como un posible feminicidio.
El último adiós que merece
En medio del dolor, la abuelita de Danna alzó la voz. Su mayor temor es que el cuerpo de su nieta termine en una fosa común. Pide ayuda para poder traerla de vuelta a su ciudad y darle un entierro digno, rodeada del amor que en vida le fue negado.
Un eco que duele… y que debe despertar
Historias como la de Danna se repiten con un patrón que duele reconocer: demasiadas veces es el padrastro quien termina arrebatándole la vida a un niño que debía proteger.
Danna tenía cuatro años. Ni siquiera alcanzó a conocer lo que era vivir sin miedo, jugar libremente o soñar con ser grande. Su voz fue apagada demasiado pronto, pero su nombre se convierte hoy en un grito de alerta: la niñez necesita protección real, no discursos vacíos.
Y es que si bien el caso indigna, también debe movernos a la acción: estar atentos a lo que sucede en las casas de al lado, no normalizar señales de maltrato, no callar cuando un niño pide ayuda con gestos o silencios.
Danna ya no está, pero su recuerdo puede convertirse en un faro. En un llamado a que ninguna otra niña ni niño tenga que vivir —ni morir— en medio de la violencia.
Agencias