06/09/2025
El grito que incomoda: Dolores Olmedo vs los vivos de siempre
El saqueo disfrazado de “modernidad”
En México ya nos acostumbramos a que todo lo que huele a patrimonio termine en manos de unos cuantos listos, disfrazados de benefactores culturales, y el caso del Museo Dolores Olmedo no es la excepción. La señora Olmedo dejó muy claro que su casa en La Noria, Xochimilco, debía resguardar para siempre la colección monumental que incluye obras de Diego Rivera y Frida Kahlo. Pero a los nuevos “custodios” del arte nacional les salió la ocurrencia de llevarse todo a Chapultepec, al nuevo Parque Urbano Aztlán, donde la cultura se mezcla con la feria, la noria y las luces de neón.
El botín del siglo
¿De verdad alguien cree que esto es por amor al arte? No, es el viejo truco del despojo envuelto en celofán cultural. Sacar la colección de su sede original no es un traslado, es un botín disfrazado de “proyecto cultural”, un pretexto para centralizar, manipular y exhibir el legado de Olmedo como mercancía de pasillo turístico.
Xochimilco, el olvidado incómodo
Mientras tanto, Xochimilco pierde uno de sus símbolos más importantes, porque claro, la lógica de siempre dicta que lo popular estorba, lo periférico no cuenta, y lo comunitario no deja ganancias. Quitarle el museo a La Noria es quitarle un pedazo de identidad al sur de la Ciudad de México.
Dolores Olmedo se revuelca en su tumba
Si Dolores Olmedo levantara la voz hoy, seguramente gritaría lo mismo que los colectivos culturales: “¡No se tocan mis obras, no se toca mi casa, no se toca mi legado!”. Pero como siempre, los vivos de hoy creen que pueden pasar por encima de la voluntad de los mu***os, sobre todo si esos mu***os dejaron tesoros que brillan más que los ojos de cualquier especulador cultural.