Cuéntame tu Historia de Terror

Cuéntame tu Historia de Terror Somos una comunidad dedicada al terror y lo paranormal. Así mismo es la página en Facebook del programa en televisión digital del mismo nombre.

🚨   “LA MANZANA DEL ACUERDO”Dicen que en el bosque prohibido nadie debe aceptar regalos.Ojalá yo hubiera escuchado esa a...
21/11/2025

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“LA MANZANA DEL ACUERDO”

Dicen que en el bosque prohibido nadie debe aceptar regalos.
Ojalá yo hubiera escuchado esa advertencia.

Cuando mi abuelo murió, heredé un pequeño terreno junto al límite del bosque. Me advirtió toda su vida que no entrara allí, que no hablara con “la mujer de la fruta”. Yo pensaba que eran cuentos para asustar niños. Pero la primera noche que dormí en la casa… escuché su voz.

“No aceptes la manzana.”

Esa misma madrugada salí al bosque, impulsado por un sueño inquietante. El lugar estaba cubierto de una niebla espesa, verdeácea, como si la vegetación respirara. Caminé hasta sentir que alguien me observaba.

Entonces la vi.

Una figura alta, de piel gris, ojos amarillos que ardían como brasas húmedas, dientes largos y ensangrentados… y cabello negro enmarañado que se movía como serpientes.
Sonreía.

—Estaba esperándote —dijo con una voz suave, casi seductora.

En su mano sostenía una manzana verde perfecta, brillante, como si estuviera hecha de algún tipo de luz venenosa.

—Es tu herencia —añadió—. Tu abuelo me la prometió… pero escapó.

Retrocedí, pero ella se acercó con movimientos lentos, casi felinos.

—Solo una mordida… y sabrás la verdad.

Supe que debía correr. Pero mis piernas no respondían. El aroma dulce de la fruta me envolvió, obligándome a acercarme. Y cuando mis dedos tocaron la cáscara… sentí que mi alma vibraba.

—Tu familia siempre ha tenido un sabor especial —susurró ella acercando sus labios a mi oído—. Él logró escapar… tú no.

Intenté soltar la manzana, pero mis dedos se cerraron solos. Cuando la criatura me obligó a mirarla, vi reflejado en sus ojos algo imposible:

Mi abuelo, devorado por la mitad… pidiendo ayuda.

Grité, pero fue tarde.
La manzana se abrió sola como si tuviera boca… y me mordió a mí.

Sentí cómo algo entraba por mis venas… frío… venenoso… eterno.

Caí de rodillas mientras ella reía.
Mi piel comenzó a endurecerse. Mis uñas crecieron. Mi visión se tornó amarilla.

—Ahora tú traerás la siguiente fruta —dijo, desapareciendo entre la niebla.

Cuando desperté, estaba sosteniendo una manzana verde perfecta.

Creditos; Marleni Julca

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🚨  EL CASO DE PETER KÜRTEN  “El Vampiro de Düsseldorf” (Uno de los asesinos más perturbadores de inicios del siglo XX)En...
21/11/2025

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EL CASO DE PETER KÜRTEN “El Vampiro de Düsseldorf”

(Uno de los asesinos más perturbadores de inicios del siglo XX)

En la Düsseldorf de 1929, cuando las noches parecían hundirse en una niebla pesada y enferma, comenzó a circular un rumor inquietante:
alguien caminaba por las calles como una sombra viviente… y bebía la s@ngre de sus víctimas .

Peter Kürten, un hombre aparentemente común, cargaba un monstruo adentro. Su infancia había sido una cadena interminable de , golpes y humillación. Pero aquello no justificaba lo que vendría: lo alimentaba. Lo moldeaba. Lo convertía en algo que no tenía forma de humano.

Kürten salió a la calle con un cuchillo escondido bajo el abrigo. Las farolas parpadeaban como si presintieran lo que iba a ocurrir.
Encontró a su primera víctima caminando sola.
No dudó.
No tembló.
No habló.

La atacó con una brutalidad que desafía incluso a los informes policiales. Le infligió varias heridas con tal frialdad que parecía más una máquina que un hombre.
Lo más escalofriante vino después… cuando se inclinó sobre ella y probó la s@ngre como si fuera un ritual personal.
Kürten admitiría después que eso le provocó una sensación “eléctrica”, casi “espiritual”.

Una de sus víctimas sobrevivió y declaró algo que hizo estremecer a la policía:

> “Él volvió… me miró… como si quisiera asegurarse de que siguiera sintiendo .

Kürten regresaba a escenas anteriores solo para “revivir” lo que había hecho.
A veces tocaba los objetos del lugar, dejaba marcas, movía cosas…
Como si la ciudad fuera un tablero donde él jugaba solo.

En otra ocasión, atacó a una niña de apenas 5 años.
El informe forense describió heridas imposibles de mencionar sin censura.
Los investigadores aseguraban que los golpes fueron tan que parecía que Kürten había entrado en un estado de frenesí, como si disfrutara de cada segundo.
La pequeña fue encontrada horas después, y aún así la ciudad no tenía idea del monstruo que respiraba entre ellos.

Cartas, burlas y un as3sin0 que quería ser cazado

Cuando el pánico ya se había extendido, Kürten envió cartas a la policía describiendo sus crímenes con detalle.
Dibujaba mapas.
Daba pistas.
Enumeraba heridas.

Y lo peor:
se burlaba.

Era un juego para él… un juego donde él siempre ganaba.

Lo que acabó con él no fue la policía.
Fue la culpa.
Pero no la suya.

Su esposa —la única persona que veía en él un ser “normal”— sospechó que Peter ocultaba algo horrible. Cuando él mismo le confesó sus crímenes con una calma casi inhumana, ella no tuvo otra opción:
lo llevó directamente a la comisaría.
Kürten sonrió mientras era arrestado.
Como si hubiera estado esperando ese momento.

Fue condenado a muert3 por guillotina.
Antes de ser ejecutado hizo la pregunta más inquietante jamás registrada en un preso condenado:

> “¿Después de que mi c@beza sea separada… podré escuchar mi propia s@ngre caer en el recipiente por unos segundos? Porque eso… sería… el placer final.”
🩸😵

Las últimas palabras de un hombre que nunca sintió remordimiento.

El caso de Peter Kürten no solo muestra la maldad humana en su forma más fría, sino el vacío emocional de alguien que disfrutaba causando como una experiencia sensorial.
Aún hoy se debate si nació monstruo o la vida lo fabricó.
Pero lo que dejó atrás…
fueron cicatrices que Düsseldorf jamás volvió a borrar.

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🚨   EL INCIDENTE DE FALCÓN LAKE.El 20 de mayo de 1967, Stefan Michalak estaba buscando cuarzo y plata cerca del lago Fal...
21/11/2025

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EL INCIDENTE DE FALCÓN LAKE.

El 20 de mayo de 1967, Stefan Michalak estaba buscando cuarzo y plata cerca del lago Falcon. Era mecánico industrial de profesión y geólogo aficionado. Conocía bien la zona y había tenido éxito encontrando minerales allí un año antes. Esa mañana se había despertado temprano y estaba cerca de una veta de cuarzo cuando lo sobresaltó un grupo de gansos cacareando. Cuando levantó la vista para ver qué había asustado a los gansos, vio dos objetos ovalados rojos brillantes flotando en el cielo a 150 pies de distancia de él. Observó cómo uno de los objetos descendía y aterrizaba en una sección plana de roca frente a él. El otro objeto permaneció en el cielo, pero su color cambió de un rojo brillante a gris. También parecía más un disco. Sin embargo, de repente comenzó a moverse hacia el oeste y desapareció entre las nubes.

El objeto que aterrizó también cambió al mismo color grisáceo. Parecía estar hecho de acero inoxidable incandescente. Stefan se quedó mirando la extraña nave. Creía que estaba presenciando un avión militar secreto de los Estados Unidos. Se acercó lentamente para echar un vistazo más de cerca. Tenía cuarenta pies de ancho y 15 pies de alto. Parecía un cuenco con una cúpula encima. Había un sonido giratorio proveniente de la nave que casi sonaba como si fuera causado por un motor. Junto con un fuerte olor en el aire que olía a azufre. El objeto irradiaba calor que calentaba el aire a su alrededor. Cuando se acercó, el sonido del motor giratorio se redujo a un zumbido bajo, lo que le permitió a Stefan escuchar voces provenientes de la nave. Escuchó dos voces distintas que sonaban como humanos de tono agudo, pero sus voces estaban amortiguadas, por lo que no podía escuchar lo que decían.

Parecía haber una puerta abierta en el costado de la nave que emitía luces brillantes. Se puso sus gafas de soldadura para poder mirar dentro de la puerta de forma segura. En el interior, vio un laberinto de luces y paneles que parpadeaban en diferentes colores. No vio a nadie dentro, pero aún podía escuchar las extrañas voces provenientes de algún lugar de la nave. Stefan pensó que podrían necesitar ayuda, así que les gritó. Las voces se callaron y no hubo respuesta a su pregunta. Entonces, volvió a gritar en su polaco nativo, luego en alemán y en ruso, sin saber qué idioma podrían hablar los pilotos. No escuchó ninguna respuesta de las voces. La nave irradiaba tanto calor que era casi imposible para él subir a la nave desde la puerta.

De repente, tres paneles se deslizaron a través de la abertura de la puerta y sellaron la nave desde el exterior. Comenzó a girar en sentido contrario a las agujas del reloj mientras se preparaba para despegar. Parecía que parte de la nave estaba hecha de una capa de vidrio colorido. Stefan intentó extender la mano para tocarla, pero hacía tanto calor que derritió los guantes que llevaba puestos. Retiró la mano y observó cómo la nave giraba. Antes de que pudiera moverse, vio un panel lleno de agujeros en el costado. Cuando la nave despegó hacia el cielo, Stefan fue golpeado en el pecho por aire caliente o gas que fue expulsado de esos agujeros en el panel. Fue derribado al suelo y su camisa se quemó en el pecho y el estómago.

Lo único que pudo hacer fue tumbarse en el suelo y observar cómo el misterioso objeto desaparecía en el cielo. Se quedó desorientado y con náuseas. Todo su pecho ardía y no podía dejar de oler ese mismo olor a azufre que provenía de la nave. Se levantó lentamente, tropezó y regresó a su camioneta. Dejó su equipo en el lago y condujo hasta la habitación de su hotel antes de ir a un hospital. Fue tratado por quemaduras en el pecho y el estómago que se habían convertido en llagas elevadas que formaban un patrón similar a una cuadrícula en todo su cuerpo. Le dijo al hospital que se quemó con el escape de un avión. Durante meses después del incidente, sufrió dolores de cabeza, desmayos, diarrea y pérdida de pérdida de peso.

Un mes después, Stefan se presentó ante el público con lo que le había sucedido. Fue examinado por un psiquiatra de la Clínica Mayo, quien descubrió que no sufría de angustia emocional significativa ni enfermedad mental. La Real Policía Montada de Canadá investigó el incidente e hizo que Stefan los llevara al sitio exacto donde ocurrió. Confirmaron que había consumido una gran cantidad de cerveza la noche anterior al encuentro. Sin embargo, también tomaron muestras de suelo y roca de la zona que contenían grandes cantidades de radiación. Hoy en día, el Departamento de Defensa Nacional de Canadá identifica el caso como sin resolver. Concluyeron que el área contenía un nivel de radiación antinaturalmente alto, pero no era lo suficientemente significativo como para poner en peligro a los humanos.

El incidente de falcón lake.

El 20 de mayo de 1967, Stefan Michalak estaba buscando cuarzo y plata cerca del lago Falcon. Era mecánico industrial de profesión y geólogo aficionado. Conocía bien la zona y había tenido éxito encontrando minerales allí un año antes. Esa mañana se había despertado temprano y estaba cerca de una veta de cuarzo cuando lo sobresaltó un grupo de gansos cacareando. Cuando levantó la vista para ver qué había asustado a los gansos, vio dos objetos ovalados rojos brillantes flotando en el cielo a 150 pies de distancia de él. Observó cómo uno de los objetos descendía y aterrizaba en una sección plana de roca frente a él. El otro objeto permaneció en el cielo, pero su color cambió de un rojo brillante a gris. También parecía más un disco. Sin embargo, de repente comenzó a moverse hacia el oeste y desapareció entre las nubes.

El objeto que aterrizó también cambió al mismo color grisáceo. Parecía estar hecho de acero inoxidable incandescente. Stefan se quedó mirando la extraña nave. Creía que estaba presenciando un avión militar secreto de los Estados Unidos. Se acercó lentamente para echar un vistazo más de cerca. Tenía cuarenta pies de ancho y 15 pies de alto. Parecía un cuenco con una cúpula encima. Había un sonido giratorio proveniente de la nave que casi sonaba como si fuera causado por un motor. Junto con un fuerte olor en el aire que olía a azufre. El objeto irradiaba calor que calentaba el aire a su alrededor. Cuando se acercó, el sonido del motor giratorio se redujo a un zumbido bajo, lo que le permitió a Stefan escuchar voces provenientes de la nave. Escuchó dos voces distintas que sonaban como humanos de tono agudo, pero sus voces estaban amortiguadas, por lo que no podía escuchar lo que decían.

Parecía haber una puerta abierta en el costado de la nave que emitía luces brillantes. Se puso sus gafas de soldadura para poder mirar dentro de la puerta de forma segura. En el interior, vio un laberinto de luces y paneles que parpadeaban en diferentes colores. No vio a nadie dentro, pero aún podía escuchar las extrañas voces provenientes de algún lugar de la nave. Stefan pensó que podrían necesitar ayuda, así que les gritó. Las voces se callaron y no hubo respuesta a su pregunta. Entonces, volvió a gritar en su polaco nativo, luego en alemán y en ruso, sin saber qué idioma podrían hablar los pilotos. No escuchó ninguna respuesta de las voces. La nave irradiaba tanto calor que era casi imposible para él subir a la nave desde la puerta.

De repente, tres paneles se deslizaron a través de la abertura de la puerta y sellaron la nave desde el exterior. Comenzó a girar en sentido contrario a las agujas del reloj mientras se preparaba para despegar. Parecía que parte de la nave estaba hecha de una capa de vidrio colorido. Stefan intentó extender la mano para tocarla, pero hacía tanto calor que derritió los guantes que llevaba puestos. Retiró la mano y observó cómo la nave giraba. Antes de que pudiera moverse, vio un panel lleno de agujeros en el costado. Cuando la nave despegó hacia el cielo, Stefan fue golpeado en el pecho por aire caliente o gas que fue expulsado de esos agujeros en el panel. Fue derribado al suelo y su camisa se quemó en el pecho y el estómago.

Lo único que pudo hacer fue tumbarse en el suelo y observar cómo el misterioso objeto desaparecía en el cielo. Se quedó desorientado y con náuseas. Todo su pecho ardía y no podía dejar de oler ese mismo olor a azufre que provenía de la nave. Se levantó lentamente, tropezó y regresó a su camioneta. Dejó su equipo en el lago y condujo hasta la habitación de su hotel antes de ir a un hospital. Fue tratado por quemaduras en el pecho y el estómago que se habían convertido en llagas elevadas que formaban un patrón similar a una cuadrícula en todo su cuerpo. Le dijo al hospital que se quemó con el escape de un avión. Durante meses después del incidente, sufrió dolores de cabeza, desmayos, diarrea y pérdida de pérdida de peso.

Un mes después, Stefan se presentó ante el público con lo que le había sucedido. Fue examinado por un psiquiatra de la Clínica Mayo, quien descubrió que no sufría de angustia emocional significativa ni enfermedad mental. La Real Policía Montada de Canadá investigó el incidente e hizo que Stefan los llevara al sitio exacto donde ocurrió. Confirmaron que había consumido una gran cantidad de cerveza la noche anterior al encuentro. Sin embargo, también tomaron muestras de suelo y roca de la zona que contenían grandes cantidades de radiación. Hoy en día, el Departamento de Defensa Nacional de Canadá identifica el caso como sin resolver. Concluyeron que el área contenía un nivel de radiación antinaturalmente alto, pero no era lo suficientemente significativo como para poner en peligro a los humanos.

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🚨   ESTE ES EL BLINDAJE SOBRE EL ZÓCALO CAPITALINO Y CALLES ALEDAÑAS.Cientos de granaderos antes y después del desfile c...
21/11/2025

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ESTE ES EL BLINDAJE SOBRE EL ZÓCALO CAPITALINO Y CALLES ALEDAÑAS.
Cientos de granaderos antes y después del desfile contuvieron a los manifestantes "Z"

Por; Frank Arellano
Gráficos: Roger Mtz
Para: Factor Televisión &
Cuéntame tu Historia de Terror

Jueves 20 de noviembre del 2025
El día de hoy 20 de noviembre, previo al desfile conmemorativo por el 115 aniversario de la Revolución Mexicana y posterior a él, cientos de granaderos se dieron a la tarea de blindar completamente la plancha del Zócalo capitalino y las calles aledañas, para mantener un control completo sobre el perímetro. la consigna era no permitir la marcha de el denominado "contingente Z" qué marcharía por calles del centro histórico hacia el zócalo de la Ciudad de México. Aún después de terminado el desfile, el operativo policíaco frente al palacio de gobierno continuó, ya que un reducido grupo de jóvenes y manifestantes de todas las edades, lograron llegar hasta este sitio después de horas de encapsulamiento policíaco.
El control de las fuerzas del orden fue total, la marcha convocada para el día de hoy por la generación "Z" no tuvo oportunidad.
En México y en cualquier otra parte del mundo, estas acciones son r3pres1vas, mostrando el real rostro de un gobierno que no permite la crítica ni la libre expresión.
El discurso de la libertad en nuestro país es solamente eso palabras, la realidad es que en esta administración no hay lugar para personas que piensen diferente al régimen.
Lo peor de este caso, es que esto apenas inicia.

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🚨  GRANADEROS BLOQUEAN LA SEGUNDA MARCHA DE LA GENERACIÓN "Z"Centenas de jóvenes encapsulados en calles del centro histó...
20/11/2025

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GRANADEROS BLOQUEAN LA SEGUNDA MARCHA DE LA GENERACIÓN "Z"
Centenas de jóvenes encapsulados en calles del centro histórico de la Ciudad de México.

Por; Frank Arellano
Para: Factor Televisión &
Cuéntame tu Historia de Terror

Jueves 20 de noviembre del 2025

El día de hoy 20 de noviembre, desde las primeras horas gran movilidad de granaderos se registró en calles del centro histórico de la Ciudad de México, su finalidad era el bloqueo del contingente de la segunda marcha convocada por la Generación "Z". Este bloqueo se registró a partir de las calles de independencia y aledañas, dónde un poderoso dispositivo de granadero encapsulan a centenares de jóvenes que de manera pacífica intentaban marchar hacia la plancha del Zócalo. el principal bloqueo se encuentra en el Paseo de la Reforma justo antes de la glorieta de la joven de Amajac.
Con gran presencia de los medios de comunicación los jóvenes externan a los reporteros su frustración por no poder levantar la voz, en los temas más sensibles por los que atraviesa el país.
Jóvenes entrevistados lanzan a la Presidenta de la República preguntas que tienen que ver con la represión de la que son objeto.
Según reportes el número del contingente no se acerca a los números del pasado 15 de noviembre, pero una vez más la convocatoria tuvo resultados en varios sectores de la población.

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🚨   EL CARNICERO DEL DIABLO Yo crecí en un barrio de los viejos, donde todos se conocían y donde las historias se pasaba...
20/11/2025

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EL CARNICERO DEL DIABLO

Yo crecí en un barrio de los viejos, donde todos se conocían y donde las historias se pasaban de boca en boca como advertencias.
Había una que siempre me helaba la sangre: la del carnicero del diablo.
Decían que en los años ochenta hubo una carnicería en la esquina de Rivadavia y Pueyrredón, atendida por un hombre silencioso al que todos llamaban don Sergio.
Vendía la carne más tierna, la más barata, y siempre fresca.
Demasiado fresca.

Nunca creí en cuentos de viejas, hasta que me tocó trabajar ahí.



Era 2017 y yo estaba sin laburo. Una mañana vi un cartel clavado en una ventana vieja:
“Se busca ayudante de carnicería. Pago diario.”
El local estaba cerrado hacía años, pero la puerta estaba entreabierta.

Golpeé.
Una voz grave respondió:
—Pase.

El interior olía a cloro y humedad.
Había un mostrador nuevo, una heladera vieja y un hombre grande, de espaldas, afilando cuchillos.

—¿Sabe cortar? —me preguntó sin mirarme.
—Algo —respondí.
—Entonces empiece hoy. El trabajo es de noche.

Acepté. No estaba en condiciones de rechazar nada.



Mi primer turno comenzó a las nueve.
Don Sergio apenas hablaba. Solo me indicó dónde estaban los ganchos, la sierra y la cámara frigorífica.

El local se iluminaba con tubos fluorescentes, pero en el fondo había una puerta de metal cerrada con candado.
—Ahí no se entra —me advirtió.
—¿Por qué? —pregunté.
—Porque no.

El tono no admitía más preguntas.



A medianoche, mientras limpiaba la sierra, escuché un ruido detrás de esa puerta: algo pesado cayendo al suelo.
Pensé que sería un trozo de carne mal colgado.
Pero luego escuché gemidos.
Humanos.

Me quedé helado.
—¿Don Sergio? —llamé.
No respondió.

El ruido cesó.

Esa noche no dormí.



Al día siguiente, llegué decidido a mirar.
Esperé a que don Sergio saliera al fondo.
El candado seguía puesto, pero la chapa tenía una ranura.
Me agaché y miré por ella.

Vi carne.
Sí, carne… pero no de animal.
Brazos, piernas.
Cuerpos colgados de ganchos, sin piel, balanceándose suavemente.

Retrocedí y choqué con algo.
Era él.
Don Sergio, mirándome con una sonrisa apenas dibujada.

—Curioso, ¿eh? —dijo.
—Yo… yo solo quería…
—Saber de dónde viene lo que vendemos. Todos quieren saber eso.

Me quitó el delantal con calma.
—Tómese la noche libre. Mañana venga a las diez. Y no hable con nadie.



Esa noche no pude comer.
Intenté convencerme de que había visto mal, que eran chanchos.
Pero sabía que no.
Los rostros estaban cubiertos con bolsas, pero uno… uno se movió.

A la mañana siguiente, fui a la comisaría.
Les conté todo.
El policía me miró aburrido.
—Mire, pibe, esa carnicería está cerrada hace años. El dueño murió en el noventa y pico.

—No —insistí—, lo vi, estuve trabajando ahí anoche.
El agente suspiró y buscó en una carpeta.
—Sergio Vallejos. Desapareció después de que encontraron carne humana en su cámara frigorífica.



Me fui de ahí mareado.
Fui hasta el local.
Las persianas estaban bajadas, oxidadas, cubiertas de polvo.
Pero el cartel seguía ahí: “Se busca ayudante de carnicería. Pago diario.”
Y debajo, pegado con cinta, un papel nuevo:
“Gracias por su colaboración.”

Me temblaron las manos.
Di un paso atrás.

Y entonces, desde adentro, escuché el sonido del cuchillo afilándose.



Esa noche soñé con él.
Yo estaba en la cámara fría, colgado, rodeado de cuerpos.
Don Sergio pasaba entre nosotros con su delantal blanco manchado, tarareando una melodía.
Cada tanto se detenía, cortaba un trozo y lo colocaba en una bandeja.

Cuando desperté, tenía la garganta seca y una marca roja en el brazo, como si me hubieran apretado una soga.



Intenté olvidarlo.
Busqué otro trabajo, cambié de barrio.
Pero una semana después, alguien tocó mi puerta.
Era un chico joven, con una gorra y una hoja en la mano.

—Buenas, ¿usted es el que trabajó en la carnicería?
—¿Qué carnicería? —pregunté, tenso.
—La de Rivadavia. Hay un cartel que dice que usted dejó el puesto.

Le cerré la puerta sin decir palabra.

Esa misma noche, el timbre volvió a sonar.
No era nadie.
Solo un paquete en el suelo.

Dentro, envuelta en papel de carnicero, había una bandeja con carne roja… y una nota escrita con tinta corrida:

“La próxima vez, corte más fino.”



Fui a tirar la bandeja al contenedor, pero el olor me paralizó.
No era carne podrida.
Era carne fresca.
Y tenía una marca: un tatuaje parcial en la piel.
El mío.

Me desmayé.



Cuando desperté, estaba en una habitación desconocida, con luz blanca y olor a cloro.
Pensé que era un hospital, hasta que escuché el sonido del cuchillo.
El mismo de aquella noche.

Don Sergio estaba ahí, con su delantal impecable.
—Lo traje de vuelta —dijo con calma—. Nadie se escapa del oficio.

Intenté moverme, pero estaba amarrado a una mesa metálica.
El frío me mordía la espalda.
Encima de mí, una lámpara vieja colgaba del techo.

—¿Qué sos? —pregunté entre sollozos.

Él se inclinó.
Su rostro era pálido, los ojos hundidos, la piel casi traslúcida.
—Yo solo corto lo que el patrón manda —susurró—. Y el patrón… no es de este mundo.

Detrás de él, la pared comenzó a rezumar sangre.
Las sombras se movían como si algo respirara dentro.

—El diablo necesita alimento —continuó—. Y la carne humana conserva el alma un poco más.

Tomó un cuchillo largo, afilado, y lo pasó por el aire.
Su reflejo no aparecía en el acero.

—Tranquilo —me dijo—. Al principio duele, pero después… te volvés parte del negocio.



No recuerdo el corte.
Solo un frío profundo, y luego nada.

Cuando abrí los ojos, estaba de nuevo en la carnicería.
El cartel de “Se busca ayudante” brillaba bajo el sol.
La puerta abierta.
Y yo, con el delantal blanco, detrás del mostrador.

El espejo sobre la caja mostraba mi rostro… pero no era el mío.
Era el de don Sergio.



Desde entonces, atiendo todas las noches.
Los vecinos dicen que es raro que la carne sea tan barata, o que el carnicero nunca salga a la calle.
Pero siempre hay alguien que necesita trabajo.
Y cuando entra, sonrío, le entrego el delantal y le digo:

—El diablo paga bien. Pero cobra en cuotas.

Y en el fondo, tras la puerta metálica, el patrón sigue esperando.
Hambriento.

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🚨  # leyendaEL CASO DE CINDY JAMES – La mujer que dijo ser ac0sada por una sombra humana.En 1989, la enfermera canadiens...
20/11/2025

🚨 # leyenda
EL CASO DE CINDY JAMES
– La mujer que dijo ser ac0sada por una sombra humana.

En 1989, la enfermera canadiense Cindy James fue encontrada sin vida en un jardín tras una intensa serie de denuncias sobre un acosador que parecía imposible de identificar.
Un caso tan oscuro que aún hoy divide a policías, psicólogos y criminólogos.

Cindy era conocida por su carácter reservado, pero en 1982 comenzó a reportar que alguien la seguía.
Decía que escuchaba pasos detrás de ella al volver del trabajo… pasos lentos, como si alguien disfrutara prolongar el miedo.

Pronto empezaron las llamadas.
Primero, susurros.
Luego, respiraciones profundas.
Y finalmente, amenazas donde prometían h@cerl3 d@ñ0 si hablaba.
A veces solo se escuchaba un chillido agudo… como metal raspando contra metal .

Las cosas se volvieron peores: Cindy reportó ver sombras merodeando por su ventana, objetos movidos en su casa, luces encendiéndose solas.

Una noche, la policía encontró a Cindy temblando en el piso, con las manos atadas con un n**o tan extraño que ella misma no habría podido hacerlo.
Aseguró que alguien entró, pero no lo vio.
Solo sintió un brazo rodeándole el cuello y una voz ronca murmurándole en el oído que pronto “s3 l0 llevarían t0d0”.

En otra ocasión, fue encontrada dentro de su propio auto.
Estaba inconsciente.
Tenía señales de haber sido sujetada contra su voluntad, aunque no se pudo determinar por quién ni cómo.
Ella afirmaba que sabía que no estaba sola dentro del coche, que alguien respiraba justo detrás de su cabeza… y que la oscuridad tenía una forma.

Los vecinos aseguraban escuchar ruidos en su patio:
golpes secos, pasos, y algo que describían como un «quejido… pero no humano» 👤.

El 8 de junio de 1989, Cindy desapareció.
Cinco días después, fue encontrada en un jardín. Tenía las manos atadas a la espalda y una inyección en el brazo.

La policía concluyó que pudo haber sido auto–provocado.
Su familia insistió en que era imposible.
Muchos investigadores independientes afirman que las ataduras y las circunstancias eran incompatibles con un suicidio.

Cindy dejó una frase escrita meses antes, en una nota arrugada dentro de un cajón:

“El miedo no es el problema.
El problema es que él no quiere que sobreviva.”

Hasta hoy, no existe consenso:
¿un acosador imposible de identificar?
¿o una espiral psicológica que se volvió mortal?

Su caso sigue archivado como uno de los misterios más perturbadores de Canadá.

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🚨   EL CANÍBAL DE ROTEMBURGOEn la realidad existen monstruos pero todos son humanos...¿Alguna vez te has preguntado hast...
20/11/2025

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EL CANÍBAL DE ROTEMBURGO
En la realidad existen monstruos pero todos son humanos...

¿Alguna vez te has preguntado hasta dónde puede llegar la oscuridad de la mente humana? Imagina responder a un anuncio en internet y terminar convirtiéndote en la última víctima de uno de los crímenes más escalofriantes de la historia moderna. Esta es la perturbadora, desgarradora y completamente real historia de Armin Meiwes, el hombre que desafió todos los límites de la cordura humana. El "Caníbal de Rotemburgo".

LA SEMILLA DE LA OBSESIÓN

Todo comienza en la infancia. Armin Meiwes, nacido el 1 de diciembre de 1961 en Alemania, crecía bajo la sombra de un deseo que lo consumía desde adentro. A los ocho años, Meiwes experimentó su primer arrebato psicológico: la fascinación enfermiza por la idea de consumir a otro ser humano. No era un pensamiento ocasional. Era una obsesión que se arraigaba cada día más profundamente en su psique torturada.

Su madre, una mujer dominante y controladora, lo mantuvo bajo su yugo durante décadas. Vivía en una casa aislada en Rotemburgo, un pueblito alemán donde nadie podía escuchar sus gritos interiores. Meiwes trabajaba como técnico de ordenadores, parecía un hombre normal, común, alguien que pasaría inadvertido en cualquier calle. Pero en las profundidades de su mente, alimentaba fantasías cada vez más extremas.

Devoraba material en internet sobre canibalismo. Se sumergía en foros oscuros. Leía historias de asesinos seriales, de rituales antiguos, de sacrificios humanos. Su apetito por este conocimiento morboso crecía exponencialmente. Y entonces, en 1999, sucedió algo que cambiaría todo: internet le dio voz. Le permitió expresar lo inexpresable. Le permitió buscar.

EL ANUNCIO QUE CAMBIÓ TODO

En un foro alemán llamado "Cannibal Cafe", Meiwes publicó un anuncio que desafiaba toda lógica: "Estoy buscando a un hombre joven de 18 a 30 años que esté dispuesto a ser comido por mí. Si estás interesado en este tema extremo, ponte en contacto conmigo."

La mayoría de las personas que leyeron esto lo consideraron una broma de mal gusto, el delirio de un enfermo mental perdido en el anonimato de la red. Pero Armin Meiwes no estaba bromeando. Estaba genuinamente buscando a alguien dispuesto a cruzar la línea más extrema que existe.

Y entonces, encontró respuesta.

EL ENCUENTRO FATÍDICO

Su nombre era Bernd Brandes. Un hombre de 43 años, ingeniero de telecomunicaciones, homosexual, divorciado, y aparentemente alguien que había perdido toda conexión con lo que significa estar vivo. Brandes no era un hombre suicida en el sentido tradicional, pero sí era alguien que buscaba una forma extrema, radical, de significado en su existencia vacía.

Cuando Brandes respondió al anuncio de Meiwes, comenzó una correspondencia que duraría meses. Se intercambiaban emails llenos de detalles macabros, de negociaciones sobre cómo ocurriría el acto, qué partes del cuerpo serían consumidas, cómo se llevaría a cabo el ritual. Era como si estuvieran planeando una ceremonia religiosa, pero en lugar de ello, estaban orquestando un as*****to mutuo, una colaboración entre el verdugo y la víctima.

El 23 de marzo de 2001, Bernd Brandes condujo hasta la casa aislada de Armin Meiwes en Rotemburgo. Era una vieja casa de campo, rodeada de bosques oscuros, lejos de los ojos de la sociedad. El lugar perfecto para un crimen que nadie esperaría encontrar.

LA NOCHE DEL HORROR

Lo que ocurrió esa noche dentro de esa casa es tan perturbador que desafía la comprensión. Meiwes, con una calma aterradora, documentó todo en video. Cada momento. Cada acto. Cada instante de la transformación de Brandes de hombre vivo a carne sin vida.

Primero, Meiwes le cortó el pene a Brandes. Intentó freírlo, pero la carne se quemó. Era demasiado dura. Meiwes ofrecía cerveza y analgésicos a su "invitado". Brandes, en un estado casi delirante, aceptaba. El video capturaba el diálogo surreal entre ambos: Brandes le decía a Meiwes que siguiera, que continuara, que era lo que ambos habían planeado.

Horas después, Meiwes apuñaló a Brandes 9 veces. Una muerte lenta, sangrienta, deliberada. Luego, con precisión quirúrgica, procedió a desmontar el cuerpo. Lo dividió en partes. Algunas fueron congeladas. Otras fueron consumidas.

Durante dos años, Armin Meiwes vivió en esa casa con los restos de Bernd Brandes. Los guardaba en un congelador. Los comía. Los ritualizaba. Tomaba fotos de sí mismo sosteniendo trozos de carne humana. Escribía en su diario. Revivía la experiencia una y otra vez.

EL DESCUBRIMIENTO

En octubre de 2002, la policía recibió una llamada anónima. Armin Meiwes, con una extraña necesidad de confesión, había enviado un correo electrónico a una revista de criminología revelando lo que había hecho. La policía llegó a la casa en Rotemburgo y descubrió el horror en todo su esplendor: el video, los restos, el congelador, el diario macabro de Meiwes documentando cada momento de su experiencia caníbal.

Meiwes fue arrestado. Pero aquí es donde la historia se vuelve aún más perturbadora: durante los interrogatorios, no negaba nada. No mostraba remordimiento. Hablaba del acto con una calma inquietante, como si describiese un viaje al supermercado.

EL JUICIO QUE SHOCKEÓ AL MUNDO

El juicio de Armin Meiwes comenzó en octubre de 2003 en la ciudad de Kassel. Las preguntas eran incómodas, perturbadoras, sin precedentes en la historia legal: ¿Puede considerarse as*****to si la víctima consiente? ¿Cuál es la naturaleza del crimen cuando ambas partes participan en el plan? ¿Existe un derecho de la persona a disponer de su propio cuerpo de esta manera?

La defensa argumentaba que Brandes había participado voluntariamente, que incluso podría considerarse un suicidio asistido. La fiscalía, sin embargo, presentaba el video, los restos, la frialdad calculada con la que Meiwes había actuado.

Finalmente, Meiwes fue condenado a 8 años de prisión por "homicidio con consentimiento". Pero en 2006, cuando se acercaba su liberación, fue procesado nuevamente por homicidio simple, siendo condenado a cadena perpetua.

EL LEGADO DEL HORROR

Hoy, Armin Meiwes permanece encarcelado en Alemania. Durante sus años de encarcelamiento, ha sido relativamente pacífico, trabajando como jardinero en la prisión, aparentemente reconciliado con su pasado. Pero sus actos dejaron una cicatriz indeleble en la sociedad.

El caso de Meiwes no es solo una historia de un asesino. Es una exploración aterradora de los límites de la aceptación, de la manipulación, de la forma en que internet puede amplificar los deseos más oscuros de la mente humana. Es un recordatorio de que en el anonimato de la red, en los rincones oscuros que nunca vemos, existen personas con obsesiones que desafían toda humanidad.

Bernd Brandes no era una víctima tradicional. Era un hombre que buscaba la muerte de una manera tan extrema que decidió entregarla en manos de un desconocido. Y Armin Meiwes, el hombre que había fantaseado con esto durante décadas, finalmente pudo vivir su obsesión psicopática.

LA PREGUNTA SIN RESPUESTA

¿Quién fue verdaderamente la víctima? ¿Quién fue verdaderamente el culpable? ¿Dónde termina la libertad personal y dónde comienza el deber de proteger a las personas de sí mismas?

Estos interrogantes siguen sin respuesta. Y probablemente, nunca la tendrán.

Lo que sí sabemos es esto: en 2001, en una casa aislada en Rotemburgo, Alemania, dos hombres cruzaron una línea que la humanidad nunca debería cruzar. Y el mundo cambió un poco más ese día.

¿Te atreves a mirar ese abismo? Porque a veces, el verdadero horror no está en las leyendas urbanas, ni en las películas de terror. Está en la realidad. Está documentado. Está vivo. Y está aquí.

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