13/07/2025
NO ERA DESEO... ERA TRANSFERENCIA ENERGÉTICA
La sexualidad no es solo un encuentro de cuerpos, es un pacto invisible entre campos energéticos. Cada contacto íntimo es una danza alquímica donde tu energía se entrelaza con la del otro, dejando huellas que perduran más allá del deseo, más allá del placer.
Cuando te unes a alguien, abres puertas sutiles. Compartes no solo fluidos, sino memorias, traumas, entidades, emociones no resueltas, vibraciones atrapadas. Su dolor puede quedarse en tu plexo. Su rabia, alojarse en tu hígado. Su vacío, anidar en tu corazón. Y tú, sin darte cuenta, te levantas al día siguiente con sombras que no eran tuyas.
Hay cuerpos que son templos, y hay cuerpos que son cárceles de almas perdidas. Algunos brillan con una energía clara, vibrante, que sana y expande. Otros están cubiertos por una neblina densa, por parásitos psíquicos, por pactos que ellos mismos desconocen. Y cuando los tocas, cuando los dejas entrar, no solo tocas su piel, sino las cadenas invisibles que arrastran.
La energía sexual es una de las fuerzas más potentes del universo. Es creación pura. Pero si se contamina, si se mal canaliza, se vuelve destrucción lenta. Una implosión silenciosa. Un veneno dulce que se disfraza de conexión pero es drenaje.
Y lo más peligroso no es lo evidente, sino lo que no se ve. Lo que se oculta detrás de una mirada seductora, de una piel deseable, de una frase encantadora. Hay almas que brillan en la superficie y se pudren por dentro. Si vieras su campo áurico, sus grietas, sus larvas energéticas, no te acercarías. No permitirías que su noche se mezcle con tu luz.
Por eso el s**o consciente no es represión. Es soberanía. Es alquimia sagrada. Es saber que no todo cuerpo merece ser templo de tu fuego. Que tu energía es oro, y no se entrega al azar. Que el placer no vale más que tu paz.
No todos los vínculos son amor. Algunos son portales. Portales por donde se cuelan entidades, karmas, repeticiones. Portales que debes cerrar con lágrimas, limpiezas, retiros, y a veces, años de trabajo interno.
Y cuando te limpias, cuando vuelves a ti, cuando recuerdas quién eres, entiendes: no fue s**o, fue un intercambio espiritual. No fue pasión, fue un contrato. Y lo firmaste sin saberlo.
Pero ahora lo sabes.
Y esa consciencia… es tu liberación.