25/08/2025
La manteca de cerdo, de heroe a ser tachado como villano
Durante siglos, la manteca de cerdo fue considerada un ingrediente indispensable en la cocina. Su versatilidad la convirtió en la base para freír, hornear, conservar alimentos e incluso como sustituto de la mantequilla para untar. En muchas culturas, desde Europa hasta Mesoamérica, no era solo grasa: era un recurso valioso, energético y parte fundamental de la vida cotidiana.
Sin embargo, a comienzos del siglo XX todo cambió. En 1911, la empresa Procter & Gamble lanzó Crisco, el primer aceite vegetal hidrogenado producido a gran escala. Se promocionó como una alternativa “moderna, limpia y saludable” frente a la manteca tradicional. Con campañas publicitarias masivas y agresivas en contra de la manteca de cerdo junto con recetarios, avales médicos y asociaciones estratégicas, la industria logró que la manteca de cerdo pasara de ser un alimento esencial a un producto “antiguo” y “poco saludable”.
Con el paso del tiempo, la ciencia demostró otra realidad. Estudios posteriores revelaron que los aceites vegetales hidrogenados y las grasas trans industriales resultan mucho más dañinos que las grasas animales naturales. Aun así, la manteca ya había sido satanizada, mientras el consumo de aceites refinados de soya, canola o maíz muchos de ellos obtenidos con procesos agresivos y solventes químicos se disparaba en todo el mundo.
Hoy, chefs y nutricionistas están revalorizando la manteca de cerdo como un alimento ancestral, menos procesado y más noble que varios de los aceites vegetales que dominan los estantes de los supermercados. Su redescubrimiento invita a cuestionar cuántas de nuestras creencias sobre “lo saludable” provienen de la ciencia y cuántas del marketing.
📌 Conclusión: La manteca de cerdo no fue desplazada por falta de valor nutricional, sino por intereses comerciales. Como todo alimento, su consumo depende de la calidad y la moderación, pero su lugar en la historia y en la cocina merece ser recordado.