18/09/2025
Columna: La Palabra del Giocondo.
Por: Alejandro Flores de la Parra.
Un Durango creciendo en equipo: Esteban Villegas y la ruta de los próximos tres años.
Cuando un gobernador reúne a los 39 presidentes y presidentas municipales de su estado, lo que se espera no es únicamente la foto del recuerdo con todos sonriendo en fila (como si fuera graduación de primaria), sino una agenda clara que defina cómo se van a mover las piezas en el tablero político y económico durante el resto del sexenio. Eso fue precisamente lo que ocurrió en Durango, donde Esteban Villegas Villarreal planteó, sin rodeos, que “hoy comienza una etapa para hacer historia en sus municipios; es momento de dejar atrás los colores partidistas, priorizar lo importante y trabajar en equipo para que las inversiones realmente transformen la vida de la gente”.
Detrás de la frase, que podría sonar a slogan de campaña, hay una apuesta interesante: construir un modelo de cooperación institucional que permita superar la vieja costumbre de que cada alcalde trabaje como isla independiente, a veces más preocupado por competir con el vecino que por coordinarse. Villegas puso sobre la mesa lo esencial: proyectos bien planeados, con impacto social real, y un gobierno estatal dispuesto a respaldar lo que funcione, sin importar de qué partido venga la propuesta.
La gestión permanente: de Durango a la CDMX.
Un detalle que marcó la reunión es la insistencia del gobernador en subrayar que la política municipal no se limita a gestionar en lo local. Para que haya resultados, dijo, es indispensable mantener una agenda permanente en la Ciudad de México, tocando puertas, convenciendo funcionarios y alineando presupuestos federales que se sumen a los esfuerzos estatales y municipales.
El discurso no es menor: en tiempos de recortes presupuestales y de una federación que suele concentrar recursos, lograr que lleguen inversiones a los estados se parece más a una carrera de resistencia que a una caminata dominical. Villegas lo sabe, y por eso presume lo que ya está en marcha: la Presa El Tunal II, que busca garantizar abasto de agua en la capital; la Planta Potabilizadora de Durango, ya operando; y los colectores pluviales, cuya importancia se valora más en temporada de lluvias, cuando las calles dejan de parecer pistas de canotaje improvisadas.
Estos proyectos no solo representan infraestructura tangible, sino un mensaje político: con planeación y gestión, es posible bajar recursos federales, algo que muchos estados reclaman pero pocos consiguen de manera sostenida.
Productividad y nuevas inversiones: el reto de la Comarca Lagunera.
Más allá de la capital, la reunión abordó la necesidad de detonar proyectos productivos en municipios como Lerdo, Gómez Palacio, Cuencamé y otros del corredor lagunero. La apuesta es atraer nuevas inversiones y consolidar clústeres industriales que aprovechen la ubicación estratégica de la región y su cercanía con los mercados del norte.
La palabra “clúster” puede sonar técnica, pero en términos simples significa que en lugar de tener fábricas dispersas, se busca agrupar empresas relacionadas —automotrices, agroindustriales o tecnológicas— para que se fortalezcan entre sí, compartan proveedores y generen empleos de calidad. Dicho en tono más coloquial: se trata de que las inversiones no sean como tiendas de conveniencia solitarias, sino como centros comerciales completos que atraen movimiento económico.
El campo: programas con pies en la tierra.
Si bien la industria es fundamental, Durango sigue siendo un estado con fuerte vocación agropecuaria. En este terreno, el gobierno estatal ha planteado una batería de programas que buscan beneficiar a los pequeños productores, esos que muchas veces quedan fuera de los grandes esquemas de apoyo.
Entre las acciones más relevantes se encuentran:
• Apoyos para sementales, con el fin de mejorar la calidad genética del ganado. Porque, como dicen en el campo, un buen toro hace la diferencia.
• Créditos accesibles para engorda de ganado, lo que permite a los productores escalar su actividad sin quedar atrapados en deudas imposibles.
• Modernización de la Ciudad Pecuaria, con la meta de consolidarla como rastro TIF (Tipo Inspección Federal). Este detalle es clave: con certificación TIF, la carne duranguense puede competir en mercados internacionales, lo que abre la puerta a exportaciones más rentables.
Estos programas, además de apuntalar la economía rural, tienen un efecto político inmediato: generan confianza en un sector que históricamente se siente relegado. Y si algo tiene claro cualquier gobernador, es que los ganaderos y agricultores son actores sociales que no solo producen alimentos, sino también votos y legitimidad territorial.
Mezclar recursos y optimizar gasto: una lección de aritmética política.
Otro de los mensajes centrales del encuentro fue la necesidad de mezclar recursos: que municipios, estado y federación pongan dinero en conjunto para maximizar resultados. La fórmula parece lógica, pero en la práctica no siempre ocurre. Muchos alcaldes se resisten a comprometer presupuesto porque prefieren inaugurar una obra que puedan presumir como propia, aunque sea pequeña, en lugar de sumarse a una más grande de impacto regional.
Villegas planteó que, si se logra optimizar el gasto corriente —esa bolsa que suele tragarse sueldos, viáticos y burocracia—, se puede liberar presupuesto para invertir en infraestructura y proyectos productivos. En términos simples: gastar menos en gasolina para camionetas oficiales y más en carreteras, presas o parques industriales. Suena sencillo, aunque todos sabemos que en la política mexicana los recortes rara vez se aplican a las comodidades del poder.
El valor político del acuerdo.
El encuentro con los 39 municipios concluyó con un compromiso de mantener mesas de trabajo permanentes entre el Gobierno del Estado y las alcaldías, para dar seguimiento a cada proyecto y garantizar que cada administración deje un legado concreto. En el papel, suena como la fórmula ideal para evitar que las buenas intenciones se queden archivadas.
Más allá de la retórica, lo que está en juego es la construcción de un esquema de gobernanza colaborativa que trascienda las diferencias partidistas. Si se logra, Durango podría convertirse en un caso interesante de cómo los gobiernos locales pueden coordinarse en un país donde los colores políticos suelen ser muros más altos que las montañas de la Sierra Madre.
Promesa, reto y oportunidad.
El mensaje de Esteban Villegas es claro: los próximos tres años deben ser de obras, proyectos productivos y desarrollo económico en todas las regiones de Durango. El reto no es menor, porque las demandas sociales son muchas y los recursos limitados. Sin embargo, la estrategia de gestión federal, la apuesta por la productividad local, los programas para el campo y la coordinación con los municipios ofrecen un camino plausible.
El humor político permite resumirlo de manera sencilla: si cada alcalde deja de preocuparse por pintar las banquetas de su color partidista y se concentra en proyectos de fondo, quizá los ciudadanos no recuerden quién puso la primera piedra, pero sí disfrutarán de mejores carreteras, agua potable y empleos. Y al final, eso es lo que más importa.
Lo cierto es que el encuentro marca el inicio de una nueva etapa, con posibilidades reales de que Durango no solo sobreviva en un contexto nacional complicado, sino que logre crecer de manera ordenada y estratégica. El gobernador ha puesto la vara alta: ahora tocará a los municipios y a la sociedad civil exigir que las promesas se conviertan en hechos, y que los próximos tres años no se queden en discursos bien armados, sino en obras que hablen por sí mismas.