30/07/2025
Reflexión de vida y muerte
He visto con tristeza cómo muchas personas adultas, en su vejez o enfermedad, viven sus últimos días en total soledad. Sus hijos, ocupados o distantes, ni siquiera se acercan a brindarles un simple plato de arroz, un abrazo o una palabra de aliento. Y sin embargo, cuando esas personas fallecen, veo cómo se esmeran en colocar en el altar de mu***os todo aquello que en vida les negaron: los platillos que más les gustaban, las flores más caras, los adornos más vistosos.
Y me pregunto: ¿ya para qué?
¿De qué sirve tanta ofrenda si cuando respiraban no les diste compañía, cuidado o cariño?
La verdadera ofrenda es el amor en vida, la presencia, el tiempo compartido. No esperes a que tus padres, abuelos o seres queridos se conviertan en un retrato sobre un arco.
Haz que se sientan amados hoy, mientras pueden mirar, escuchar y sentir.
Porque ningún altar, por hermoso que sea, sustituye una caricia a tiempo.