
16/08/2025
Ensenada no se recorre… se respira.
Pienso en Ensenada y me viene a la mente un suspiro salado, un abrazo de viento que huele a mar y a historia. Es esa mezcla única de puerto trabajador y paraíso que sonríe lento. Aquí, los barcos cargan contenedores y sueños, las gaviotas gritan libertad y la gente camina con calma, como si supiera que la prisa no combina con el oleaje.
Ensenada es esa ciudad que te enseña a detenerte, a ver cómo el sol pinta de oro la bahía, cómo el vino del valle de Guadalupe guarda en una copa todo el trabajo de la tierra, cómo un taco de pescado puede ser poesía sencilla en una tortilla.
Y aunque muchos llegan de paso, pocos se van sin llevarse algo: una foto del malecón, una carcajada en el mercado, una mirada que se queda grabada. Porque Ensenada no solo se conoce, se queda en ti.
Es puerto, es valle, es mar, es nostalgia… pero sobre todo, es hogar.