26/02/2025
Del muro de Crónica huehuecha
ORIGENES DE LA FERIA COMERCIAL DE CUARTO VIERNES
Mtro. José Enrique Sánchez Lima, cronista independiente de Escuintla, Chiapas.
Para expresar algo sobre el origen de la feria de cuarto viernes, dejaremos que quien nos hable de ello sean las cartas de Don Manuel José Everardo Alejos del Río y Estañol, cura de Escuintla y sus pueblos anexos (Acapetahua, Acacoyagua y San Felipe), así como las resoluciones de los obispos y autoridades civiles de Chiapas y Soconusco en el pasado. Todo lo expresado en las siguientes líneas puede verificarse acudiendo a cartas, edictos y resoluciones episcopales resguardadas en el Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de Las Casas, citados al fin de este escrito.
En primer lugar, habría que decir que hacia finales del siglo XVII, unos pescadores originarios del pueblo de Mazatán, Cuyotenango, Retaluleu y de Escuintla, Guatemala encontraron en la playa de Zacapulco un cajón cerrado y medio enterrado en la arena que contenía un crucifico intacto. Todo lo acontecido fue notificado al párroco de Escuintla, acordándose que la imagen permaneciera en la entonces ranchería de Acapatehua para que los pescadores tuvieran más facilidad al momento de prestar su devoción, dejando establecido que nadie podría alegar derecho de propiedad sobre dicho crucifijo.
El “Señor Crucificado” como se le conocía en tiempos coloniales fue muy apreciado por todos los habitantes de la parroquia de Escuintla y sus pueblo anexos, fomentándose a través del gobernador Felipe Arrechea, su esposa y vecinos de la cabecera su devoción. De esta forma, los vecinos de Escuintla organizaban colectas de limosnas que se salían a recoger en la víspera del cuarto viernes de cuaresma, para comprar cera, pagar las nueve misas cantadas que originalmente se le dedicaban, así como para llevar a cabo un sermón y una procesión nocturna dedicada a tal cristo.
En vista de la actividad del vecindario, el ayuntamiento de Escuintla fomentó la creación de una feria comercial que atraía visitantes de diversos lugares de Centroamérica, los cuales realizaban compras en la cabecera y acudían a la procesión que salía desde Escuintla hacia la ranchería de Acapetahua, en donde había permanecido el cristo. Sin embargo, dadas las muestras de devoción de los vecinos de Escuintla y considerando la entonces poca población de la ranchería de Acapetahua, el obispo de Chiapas y Soconusco, Salvador San Martín y Cuevas determinó que el cristo fuera trasladado de forma permanente a la parroquia de Santo Domingo de Guzmán.
La medida episcopal lamentablemente causó el enojo entre los vecinos de Acapetahua, iniciándose a partir de entonces una fuerte rivalidad entre el anexo y su cabecera por la posesión del cristo. En repetidas ocasiones, grupos de indigenas de Acapetahua se dirigieron al obispado para que la imagen se trasladara a la ranchería, sin embargo estas fueron infructuosas, más aun considerando que en 1792 un fuerte tifón destruyó la pequeña ermita de palma sobre la que había reposado el cristo en dicha ranchería.
La celebración de la feria de cuarto viernes continuó realizándose con normalidad en Escuintla, a la vez que los vecinos de la ranchería anexa decidieron bautizar al “Señor crucificado” como el “Cristo de Acapetahua”, para fortalecer su argumento de que les pertenecía. Dada esta lamentable rivalidad, el 24 de febrero de 1832, durante una incursión de tropas guatemaltecas al Soconusco, aprovechando el saqueo de la cabecera por los invasores, varios vecinos indígenas de Acapetahua ingresaron a la parroquia de Escuintla, llevándose la imagen que reclamaban, así como los ornamentos dedicados a su culto.
La imagen fue regresada a la parroquia de Escuintla en 1833 por orden episcopal, teniéndose que acudir incluso al apoyo de las autoridades militares de Tapachula para evitar un connato de violencia entre la cabecera y su pueblo anexo. Nuevamente, ese mismo año de 1833, los vecinos de Acapetahua regresaron la imagen a dicho pueblo, quedándose la feria de cuarto viernes sin santo, puesto que se dio un lamentable rompimiento de la feria, que dividió sus motivaciones comerciales de las religiosas.
En síntesis, se puede asegurar que la feria comercial de cuarto viernes se originó y se ha mantenido en Escuintla a lo largo de los siglos, convirtiéndose en un elemento de la identidad huehuecha. Fueron al fin de cuentas vecinos escuintlecos, así como sus autoridades civiles y eclesiásticas los que fomentaron su creación, los que organizaron las primeras colectas y los que dieron origen a una de las ferias comerciales más antiguas del Soconusco, una feria orgullosamente huehuecha.
Sin embargo, los orígenes de esta feria no deben ser motivo de controversia, como tampoco debe serlo el que asumamos que la residencia original de la imagen que lo motivó se estableció primero en nuestro hermano pueblo de Acapetahua. Si quisiéramos hacer un balance, desembarazado de localismos y rivalidades antiguas, debemos asumir que el origen religioso de todo lo expresado arriba debe considerarse como “armadillo” (la aparición de la imagen), pero asimismo, aceptar y respetar que el origen de la feria comercial lleva el sello indeleble del pueblo “huehuecho”.
Aún más, deberíamos apostar porque el cuarto viernes de cuaresma sea un motivo de hermandad entre pueblos, respetando mutuamente lo que a cada uno corresponde. Cierro esta exposición, expresando que, si bien las raíces de esta celebración esta imbuida por la rivalidad, debemos abrirnos paso para aprovecharla como un motivo de reconciliación entre pueblos hermanos, que al fin de cuentas tuvieron una misma raíz y formaron parte de un núcleo unido en el pasado.
A disfrutar del tercer viernes los hermanos de Acapetahua y del cuarto viernes nosotros los huehuechos, así hasta se aprovechan las dos carteleras.
FUENTES
Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de Las Casas.
Reseña, "A proposito del origen de la feria de cuarto viernes", "Cronista Municipal de Escuintla, Chiapas-H. Ayuntamiento 2021-2024", José Enrique Sánchez Lima, (en línea).
FOTOGRAFÍA
*Teresita Jimenez, Reina de la Feria Comercial de Cuarto Viernes, 1965. (Investigación del autor)