
22/06/2025
🌍 Putin y la última línea de contención ante una guerra mundial.
Editorial por La Opinión
El sábado 21 de junio, Estados Unidos atacó instalaciones nucleares en Irán, un movimiento que, más allá de su gravedad directa, desató una cadena de reacciones que colocan al planeta al borde del abismo. El verdadero origen de este conflicto, sin embargo, no está en Washington, sino en Tel Aviv.
Benjamin Netanyahu, en su desesperado intento por sostenerse en el poder, ha empujado a Israel a cruzar líneas históricamente peligrosas. Atacar directamente a Irán bajo el pretexto de la amenaza nuclear no es una estrategia nueva, sino una carta desesperada de un líder en crisis. Una provocación cuidadosamente calculada para activar alianzas, distraer a su población del caos interno y posicionarse como el único escudo de su nación frente al “enemigo eterno”.
Pero esta vez, la mecha encendida amenaza con incendiar no solo el Medio Oriente, sino también el tablero global. Irán no está solo. Y lo más importante: Vladimir Putin observa.
Rusia ha sido protagonista constante en la escena geopolítica, pero pocas veces como ahora su papel ha sido tan delicado, tan fundamental. Aunque el Kremlin no representa un modelo de virtud, es innegable que en los últimos años —desde Siria hasta Ucrania— la contención rusa ha evitado una conflagración mayor. Putin, a diferencia de otros líderes que sobreactúan, ha mantenido una peligrosa pero decisiva prudencia frente a las provocaciones de Occidente.
Su reciente advertencia: “estamos al borde de una guerra mundial”, no debe tomarse como retórica. Es un llamado urgente, una alarma que debe tomarse en serio. No por simpatía ideológica con Moscú, sino porque la historia enseña que las guerras no se desatan con grandes discursos, sino con pequeñas decisiones, como las que ha tomado Netanyahu en días recientes.
En este contexto, resulta inevitable mirar hacia Estados Unidos y preguntarse: ¿por qué una potencia como EE.UU. sigue apostando tanto por proteger a Israel, incluso al costo de poner en riesgo al planeta entero?.
Uno de los mayores enigmas recientes fue el giro de Donald Trump. Inicialmente, su postura frente a Israel era distante, hasta crítica. Pero algo cambió radicalmente durante la última semana. No solo le cree a Israel sobre las bombas de Irán sino también favoreció una política exterior completamente alineada con los intereses de Netanyahu. Pareciera que, en lugar de ser Israel un aliado de Washington, es Estados Unidos quien actúa como si le debiera algo a esta nación violenta y actúa como ejecutor de las decisiones israelíes.
Y eso debería alarmar. Porque si el mundo debe pagar el precio de una guerra nuclear solo para proteger a una nación que ha sembrado décadas de violencia regional, entonces estamos ante una crisis moral y estratégica sin precedentes.
Hoy, la estabilidad del mundo no está garantizada por los organismos internacionales, ni por la diplomacia tradicional. Está, irónicamente, en la contención de un líder al que Occidente ha querido pintar como el villano absoluto. La tolerancia de Putin —sí, la misma que muchos no reconocen— ha sido, por ahora, la última muralla frente al desastre nuclear.
La comunidad internacional debe entender que ya no se trata solo de condenar o justificar acciones. Estamos en un momento donde lo que está en juego es la supervivencia de la especie. Y si el conflicto escala —como parece inevitable si no se frena ya— será demasiado tarde para repartir culpas.
Netanyahu juega con fuego. Occidente guarda un silencio cómplice. Putin, con sus propias contradicciones, es hasta ahora el único que pone freno. No es un ángel, pero hoy representa una improbable y necesaria contención.
Si el mundo escucha, aún hay tiempo.