13/09/2025
Y como estamos en el mes más mexicano 🇲🇽 les traemos una historia brujil bien mexa:
Hechicería de la sierra, misterio en los charcos y magia que no perdona, sabemos que les va a encantar ✨
Saga Motobrujas🕯️
Capitulo 5:
⛰️ El Pueblo Que Se Tragó a Sí Mismo
En la Sierra de Puebla, México en el año 1699 los conquistadores ya tenían más de un siglo en la tierra, pero en lo profundo de la sierra poblana aún sobrevivían pueblos que resistían con magia y silencio. Uno de ellos era Cuauhquizo —“El lugar del árbol de águilas”—, donde las mujeres rezaban en náhuatl, los hombres hablaban con el monte, y nadie dejaba que un extraño cruzara más allá de la primera milpa.
En ese pueblo nació Candelaria de los Espíritus, partera, curandera y bruja. Decían que al nacer no lloró, sino que gritó como jaguar. Su abuela la cubrió con cenizas y copal, anunciando:
“Esta niña pertenece a la tierra y la tierra le obedecerá.”
Candelaria curaba con yerbas, conjuros y huesos. Pero también se decía que podía caminar descalza sobre brasas, hablar con serpientes y convertirse en lechuza para espiar los secretos del pueblo.
Un año de sequía y guerra, los hombres morían en batallas, los niños de hambre, y las mujeres enterraban más de lo que parían. Desesperados, los ancianos pidieron a Candelaria protección. Ella aceptó, pero con un juramento oscuro:
“Aquí nadie volverá a morir… mientras nadie se atreva a salir.”
La bruja enterró su cabello en la tierra del pueblo y levantó un círculo de obsidiana alrededor de Cuauhquizo. Desde ese día, la milpa volvió a dar, el agua nunca faltó, y nadie enfermaba. Era como un paraíso escondido.
Pero la magia tenía grietas.
Los niños crecían sin arrugas.
Las mujeres parían hijos con ojos blancos.
Y las noches se llenaban de susurros en lenguas que ni los abuelos entendían.
Un día, un joven llamado Tlecuil sintió curiosidad. Saltó el círculo de obsidiana para ver qué había más allá. Al amanecer lo encontraron tirado entre magueyes, vivo, pero con la piel cubierta de tierra como si lo hubieran desenterrado. Sus labios repetían una sola palabra en náhuatl:
“Tlazohcamati.” (Gracias).
Pero sus ojos… estaban vacíos.
Después de eso, la gente comenzó a desaparecer. Casas enteras se desmoronaban como si nunca hubieran existido. Los campos se tragaban a sus propios trabajadores. Hasta que una tormenta arrasó la sierra y el pueblo entero… se borró.
Hoy, los campesinos dicen que Cuauhquizo aparece cuando llueve fuerte: ves calles de piedra en los charcos, mujeres con rebozo rezando en náhuatl, y hasta altares con velas que no se apagan. Pero cuidado:
si alguien dice su nombre completo frente al reflejo del agua, el pueblo lo escucha.
Y el monte lo traga, igual que lo hizo con los suyos hace siglos.
Candelaria de los Espíritus aún vigila.
Se dice que su lechuza canta cuando alguien va a desaparecer.
Y que su voz sigue prometiendo lo mismo:
“Aquí nadie morirá… porque aquí todos serán míos.”
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