Amaury Sánchez G.

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Checo y Cadillac: un corrido de octanos y redenciónPor Amaury Sánchez G.En el mundo de la Fórmula 1, donde los contratos...
27/07/2025

Checo y Cadillac: un corrido de octanos y redención

Por Amaury Sánchez G.

En el mundo de la Fórmula 1, donde los contratos vuelan más rápido que los monoplazas y las lealtades duran menos que un mandato presidencial interino, el anuncio del regreso de Sergio "Checo" Pérez con Cadillac para 2026 es algo más que una nota deportiva. Es, perdón por la grandilocuencia, un acto poético de redención motorizada. Un regreso con olor a gasolina fina y a orgullo nacional.

Mientras el mundo tuerce el gesto con las nuevas reglas de motores y las aerodinámicas que parecen diseñadas por minimalistas suecos, Cadillac —sí, la misma marca que tu abuelo presumía en las bodas como símbolo de estatus— decide meter las manos al fuego con un mexicano que no se dejó doblar por el volante de la política interna de Red Bull.

Checo no merecía irse como un suplente de lujo

Muchos pensaron que el 2024 sería la temporada del adiós, con Checo bajando del auto por la puerta trasera, entre rumores de sustitutos y mecánicos distraídos. Pero no. El tapatío no es de esos que se dejan vencer por los boxes del destino. Después del subcampeonato de 2023, no merecía que lo despidieran como a Godínez un viernes de quincena.

Cadillac le abre la puerta como se le abre la casa al compadre que vuelve de una guerra. A sus 36 años, Checo no está en modo jubilación, está en modo líder de escudería nueva. No es piloto de cierre, sino arquitecto de un proyecto que quiere romper la hegemonía de los de siempre. ¿Y quién mejor que un mexicano para construir en terrenos complicados? Si levantamos ciudades con puro tesón y mezcla pobre, ¿por qué no un equipo de F1?

Cadillac: de coche de narco a caballo de batalla

Cadillac no viene solo. Viene con el respaldo de General Motors, los dólares de Slim —que no es poca cosa— y la nostalgia de las películas gringas donde siempre había un Cadillac estacionado frente al club de jazz o saliendo de una persecución.

¿Puede un equipo nuevo dar el campanazo como lo hizo Brawn GP en 2009? Dependerá de si los ingenieros logran que el coche no solo se vea bonito, sino que corra como si lo persiguiera Hacienda. El nuevo reglamento de 2026, con motores más verdes y menos secretos bajo el alerón, puede nivelar la cancha. Es la oportunidad dorada para que Cadillac no llegue como extra de telenovela, sino como protagonista de serie épica.

El Checo fuera de la pista: ídolo, marca, mito

Checo no solo maneja autos. Maneja emociones. En México, es uno de esos pocos que unifica al norte y al sur, al Godínez con el millonario, al que lo ve por el Canal 5 con la antena mal orientada y al que lo sigue por streaming en su Tesla.

Con Cadillac, la F1 se acerca más al continente americano. Y no es cualquier cosa: Liberty Media quiere dólares frescos y fans que griten más que los italianos. ¿Nos vemos en un Gran Premio extra en Monterrey, Guadalajara o Cancún? ¿Y si Checo gana ahí? Sería como si Pedro Infante resucitara para cantar en el Zócalo.

Construir desde cero: lo más difícil, lo más grande

Checo ya sabe lo que es remar contra la corriente. De Sauber a McLaren, de Force India a Red Bull, ha sido más terco que aguinaldo de burócrata. Pero nunca ha empezado desde ceros. Ahora tendrá que opinar sobre todo: desde el volante hasta el color de los calcetines del jefe de boxes.

Y si logra meter a Cadillac en los puntos con regularidad, su nombre se escribirá junto a los grandes. No por los podios, sino por ser el hombre que convirtió a una promesa en realidad. La historia ama a los pioneros, y Checo quiere ser uno.

Epílogo a toda velocidad

El regreso de Checo con Cadillac no es solo una nota en la sección de deportes. Es un guión de película que mezcla drama, velocidad, redención y orgullo mexicano. Es la historia del hombre que no aceptó un final sin gloria. El hombre que, a los 36, se sacude el polvo de los paddocks y se sube a una nueva aventura como si tuviera 23 y todo por ganar.

La F1 es mejor con Checo Pérez.
Y ahora, gracias a Cadillac, el mundo entero lo sabrá otra vez.

“Los vigilantes de la puerta”Por Amaury Sánchez G. Hubo una vez —lo hay siempre en este país— un comité que no era comit...
26/07/2025

“Los vigilantes de la puerta”

Por Amaury Sánchez G.

Hubo una vez —lo hay siempre en este país— un comité que no era comité. Un grupo de cinco figuras que, con la solemnidad de los custodios de un templo político, fueron erigidos para decidir quién entra y quién no a las filas del partido que gobierna México. No es la primera vez que se coloca un cerrojo en nombre de la pureza ideológica, pero sí es la primera que se hace bajo el disfraz de la regeneración moral de la política. Y eso, en estos días, dice más de lo que parece.

Morena ha creado una Comisión Evaluadora de Incorporaciones. Nombre pomposo, como de decreto constitucional, pero con el alma de un filtro humano, ideológico, emocional. En ella, además de los dirigentes del partido —Alcalde, Durazo y Rangel— destacan dos nombres que provocan un estremecimiento distinto: Epigmenio Ibarra y Armando Bartra. Uno es narrador de revoluciones televisadas; el otro, un teórico que aún cree que los libros salvan al mundo.

Hay algo profundamente simbólico, incluso trágico, en que Morena —ese partido nacido para devolverle la política al pueblo— cree ahora una especie de aduana de las conciencias. Porque al fondo, en lo no dicho, en lo que se sospecha pero no se confiesa, está la verdadera intención: evitar más vergüenzas como Lilly Téllez, más traiciones como las de Murat, más espectáculos de conveniencia como los Yunes.

Y sin embargo, el remedio parece peor que el mal.

Ibarra: el rostro de la propaganda elevada a función moral

Nadie puede dudar de la lealtad de Epigmenio Ibarra al obradorismo. Ha sido su relator, su defensor, su productor de batallas simbólicas. Argos Comunicación, su empresa, convirtió las series de televisión en trincheras ideológicas. Y cuando llegó el tiempo de gobernar, no dudó en ponerse al servicio de la causa. De eso se trata el documental del Tren Maya, de eso se trató su cercanía con Palacio Nacional.

Pero el problema no es su filiación. El problema es su grado de dependencia económica y emocional con el poder. Haber recibido 150 millones de pesos del Banco Nacional de Comercio Exterior, y haber renegociado la deuda hasta 2027, coloca a Ibarra más cerca del contratista que del consejero. ¿Puede juzgar con imparcialidad a quienes buscan ingresar al partido, si su supervivencia depende del mismo aparato al que pretende depurar?

No hay traición en su gesto. Hay contradicción. Y el país está harto de contradictores profesionales.

Bartra: la ética de la biblioteca, el juicio del militante

Distinto es el caso de Armando Bartra. Intelectual riguroso, comprometido desde antes de que Morena tuviera nombre, su figura impone respeto. Fundador del partido, docente incansable, pensador del campo mexicano, Bartra representa lo que alguna vez se llamó “la izquierda reflexiva”. No se le puede acusar de oportunismo, pero sí de dogmatismo.

Su participación en esta comisión abre un dilema: ¿cuáles serán los criterios para dejar pasar a unos y cerrar la puerta a otros? ¿Quién juzgará si un ex priista o un panista arrepentido lo hace por convicción o por cálculo? ¿Qué filtro usará la Comisión: la moral pública o la moral del comité?

Bartra ha dicho que la izquierda perdona a quienes reconocen sus errores. Pero ese criterio, tan humano, tan cristiano incluso, no está en los estatutos. Y eso es lo que preocupa.

Una comisión sin ley es una puerta con candado invisible

Porque, en el fondo, el problema no son los nombres. El problema es que esta comisión nace sin reglas claras, sin procedimientos, sin derecho de audiencia, sin una norma jurídica que regule sus alcances. Es un tribunal moral, no jurídico. Y todo tribunal moral, en política, acaba siendo inquisitorial.

La ley mexicana garantiza la libertad de afiliación a partidos políticos. Los partidos pueden establecer filtros, sí, pero deben hacerlo dentro del marco de la Constitución, de la Ley General de Partidos Políticos, de los principios de imparcialidad, certeza, objetividad. Si un ciudadano quiere ingresar a Morena y se le impide con argumentos ambiguos (“no representa al movimiento”, “su pasado lo condena”, “no tiene ADN obradorista”), ¿a quién podrá apelar?

¿Quién vigila a los vigilantes?

El dilema de un partido que no sabe a quién quiere dentro

Lo paradójico de todo esto es que Morena, en su origen, fue el partido de los que no cabían en ningún lado. Fue el refugio de los decepcionados, de los expulsados, de los que venían de todas partes con una sola promesa: cambiarlo todo.

Hoy, en su madurez de poder, Morena parece decir lo contrario: no todos caben. Y tiene razón. Pero si va a decir eso, debe decirlo con la ley en la mano, no con la intuición política de sus intelectuales orgánicos.

Porque si se va a cerrar la puerta, que se cierre con reglas. No con nombres.

En un país donde los partidos son franquicias y las ideologías se intercambian como camisetas, es legítimo que un partido quiera cuidar su identidad. Pero no se puede cuidar la casa si se transforma a los vecinos incómodos en enemigos del pueblo. Ni se puede predicar el perdón cuando se aplican castigos simbólicos sin juicio.

Morena ha puesto a dos hombres a cuidar la puerta. Uno filma documentales y el otro lee tratados. Los dos creen que sirven a una causa. Y quizás la sirvan.

Pero que nadie se engañe: el problema no es quién está en la puerta. El problema es que la puerta ya no tiene bisagras constitucionales. Y cuando una puerta así se cierra, siempre hay quien se queda fuera sin saber por qué.

La carta que incendia los cimientos de MorenaPor Amaury Sánchez G. La mañana del 24 de julio, los cimientos del partido ...
24/07/2025

La carta que incendia los cimientos de Morena

Por Amaury Sánchez G.

La mañana del 24 de julio, los cimientos del partido más poderoso de México fueron puestos a prueba. No fue una marcha. No fue un motín. Fue una carta. Una larga, firme y punzante carta firmada por cientos de morenistas fundadores y cuadros territoriales de todos los estados. El documento fue entregado en mano, frente a la sede del Comité Ejecutivo Nacional de Morena, en la Ciudad de México, con la prensa como testigo obligado, y una advertencia resonando en el aire: “urge que nuestro partido sea de verdad distinto”.

Afuera, los firmantes. Adentro, el aparato. Y entre ambos, una grieta cada vez más difícil de ignorar.

El incendio moral

El documento —extenso y sin adornos retóricos— fue más que una exigencia: fue un acto político de conciencia. Exige la renovación inmediata de todos los comités ejecutivos estatales, y la reactivación de los comités municipales, muchos de ellos inactivos por más de una década. No se trata solo de estructuras: se trata de rescatar la democracia interna antes de que el pragmatismo termine por devorar los principios fundacionales del movimiento.

Pero lo que convierte a esta carta en dinamita política no es solo su contenido. Es su contexto. Es su oportunidad. Y es la forma en que fue entregada: públicamente, con testigos y con dignidad. La política no sólo se grita: a veces se escribe… y se entrega en mano con rostro y nombre propio.

El espejo de los desencantados

Los autores del documento no son opositores encubiertos ni cuadros desplazados con nostalgia. Son parte de ese morenismo fundacional que ayudó a levantar el partido cuando no era gobierno, cuando apenas era esperanza. Denuncian una crisis de representación, una infiltración corporativista, una traición sistemática de los principios éticos por los que se luchó más de 40 años.

Cuentan, con crudeza, lo que ya muchos en Morena susurran: que el partido ha sido colonizado por personajes del viejo régimen, los mismos que fueron señalados por corrupción, simulación, traiciones y pactos con la oligarquía. Y que hoy, gracias a la pasividad de las dirigencias, ocupan cargos directivos, candidaturas y presupuestos.

La advertencia: 2027 no esperará

Hay en esta carta un cálculo político profundo. 2027 está cerca, y los errores internos no perdonan. La militancia no es tonta. La gente no olvida. La derrota en Veracruz y el retroceso en Durango son solo un ensayo de lo que puede pasar si se sigue gobernando un partido de millones desde un círculo de compadres, cuotas y cuñados. La omisión hoy puede ser derrota mañana.

Los firmantes reclaman con razón que no existe ningún impedimento estatutario para renovar los órganos partidistas. Denuncian el secuestro de los comités por grupos locales enquistados. Denuncian la manipulación de encuestas, el nepotismo rampante, la simulación en la renovación de cargos, y una militancia usada como carne de cañón electoral, pero ignorada en la toma de decisiones.

Claudia y el reloj

En el texto hay un respeto evidente —y también una carga simbólica— hacia la presidenta Claudia Sheinbaum. “Somos su brazo izquierdo”, dicen. Pero también le lanzan un mensaje: la legitimidad no se hereda, se construye. Y para consolidarse como líder transformadora, debe enfrentar a los burócratas internos que ya convirtieron a Morena en un bastión personal. La Cuarta Transformación no puede permitirse repetir los vicios del PRI, ni justificar lo injustificable en nombre de la gobernabilidad.

La carta le abre una ventana a la presidenta: liderar una renovación verdadera, abrir el partido a la crítica, fortalecer el poder desde abajo, o resignarse a la cooptación silenciosa de lo que alguna vez fue una revolución ética.

¿Quién firmó?

Este no fue un desplegado anodino. Lo firmaron más de 500 militantes de todo el país. Con nombres, apellidos, entidades, trayectorias. Desde Baja California hasta Yucatán. Desde líderes comunitarios hasta intelectuales de base. Y con ello, dibujaron el mapa del hartazgo interno. Ya no se trata de tribus. Se trata de conciencia política territorial.

No es una carta de ruptura. Es una carta de advertencia. De esas que en los archivos del poder suelen ignorarse hasta que se convierten en profecía.

Epílogo: fuego o renovación

La prensa que estuvo este 24 de julio a las puertas del CEN fue testigo. Pero el verdadero juicio vendrá después, cuando se vea si Morena tuvo la capacidad de leerse a sí mismo. Si entendió que lo urgente no es defender las cuotas, sino renovar la confianza. Si comprendió que el enemigo no siempre está en la derecha, sino también en la complacencia de algunos de sus propios operadores.

Hoy, Morena puede elegir entre dos caminos:
—Encerrarse en su propio aparato, ignorar la carta, minimizar el ruido, seguir apostando al pragmatismo electoral… y tropezar con la misma historia.
—O abrir las puertas, escuchar a sus verdaderas bases, renovar desde dentro, limpiar la casa antes de que el pueblo decida mudarse.

La carta ya fue entregada. El reloj ya está corriendo.
Y las bases, ahora más que nunca, están despiertas.

Crónica de una diputada que no se escondePor Amaury Sánchez G. La mañana había comenzado como tantas otras en Guadalajar...
24/07/2025

Crónica de una diputada que no se esconde

Por Amaury Sánchez G.

La mañana había comenzado como tantas otras en Guadalajara: el calor flotaba sobre el asfalto y las corcholatas de refresco se arrastraban por las banquetas, empujadas por un viento que apenas recordaba ser brisa. Sin embargo, en cierto rincón del Distrito 11, algo más que el clima se movía. No era una campaña. No era un mitin. No era una confrontación de tribus por candidaturas. Era, simple y llanamente, una diputada haciendo política sin disfraces ni choferes de parabrisas oscuros.

Mery Pozos —sí, esa que ha aprendido a caminar las colonias como quien conoce los vericuetos de la política nacional— había convocado a los medios de comunicación. Sin escenarios lujosos, sin acarreados ni batucadas, con la naturalidad de quien no teme ser interrogada. Y allí, frente a reporteros de semblante escéptico y grabadoras que ya no zumban pero todo lo captan, comenzó a hablar.

Lo primero fue lo primero: el Consejo Nacional de Morena, celebrado apenas el domingo anterior, y cuyas decisiones —al menos en apariencia— podrían alterar el curso interno del partido. La diputada no eludió el tema. Con la voz de quien ha aprendido que en política se gana más por lo que se calla que por lo que se grita, explicó lo esencial: se trata de reordenar, de evitar el colapso del movimiento bajo el peso de su propio éxito, de limpiar la casa antes de que las elecciones del 2027 lleguen con sus jaurías y sus traiciones.

Y sí, habló también de la regla contra el nepotismo, esa que entrará en vigor en el 2030 y que ya tiene a más de uno masticando bilis en pasillos partidistas. Lo dijo sin adornos: “es una decisión correcta”. Y lo es, porque en la política mexicana —como en una mala novela— la sangre ha sido por décadas el atajo para el poder, el apellido el boleto, el compadrazgo la moneda. Pero no con ella, no en su oficina, no en su distrito. Porque si algo ha entendido Pozos es que no basta con portar la bandera de la transformación: hay que izarla con las manos limpias.

Luego vino lo que algunos llaman detalle y que, en realidad, es sustancia: la apertura formal de su Casa Ciudadana. No es un bunker, no es una oficina blindada, no es un centro de control electoral. Es, según sus palabras, un puente. Un lugar donde los ciudadanos no tengan que pasar por diez filtros ni pagar favores para ser escuchados. Un lugar que se llene de quejas, sí, pero también de soluciones. Y eso, en un país acostumbrado a la política de puertas cerradas, es casi una revolución callada.

Pero como todo en Morena —y más aún en Jalisco—, el territorio es campo de minas. Hay quien quiso leer en esa casa ciudadana un intento por apropiarse del movimiento desde abajo, crear clientelas, disputar cotos. Mery Pozos, anticipando la suspicacia, fue tajante al hablar de los comités seccionales: “Serán dirigidos por el Comité Nacional, no por mí”. Y así, con esa frase breve, echó por tierra cualquier acusación de cacicazgo prematuro.

Claro, no faltará quien murmure que está posicionándose para algo más: una alcaldía, una senaduría, otra diputación. Y quizá tengan razón. Pero incluso si así fuera, lo hace caminando, no robando; escuchando, no intrigando; organizando, no heredando. En tiempos donde el poder se construye en WhatsApp y se disputa en mesas de café con nombres prestados, lo suyo parece una herejía.

Y mientras tanto, en la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, donde se decidirá el futuro económico del país, ella también tiene presencia. No la del aplauso fácil ni la del chanchullo legislativo, sino la de quien se prepara para recibir el paquete económico 2025 con responsabilidad, sabiendo que cada línea puede significar una escuela sin techo o un hospital sin insumos.

Así pues, Mery Pozos no protagoniza escándalos ni ocupa primeras planas, pero construye. Su distrito la ve caminar —no sólo en tiempos electorales— y escucha su voz no en spots pagados, sino en el diálogo directo. Y en esa sencillez reside su mayor fortaleza: mientras otros construyen castillos de papel y alianzas de saliva, ella teje vínculos reales con la gente que aún cree en algo más que el cinismo institucionalizado.

La política, decía un viejo maestro, se parece mucho a la literatura: ambos oficios exigen entender la naturaleza humana. Y si eso es cierto, entonces la historia de Mery Pozos está más cerca de una novela de resistencia que de un manual de campaña.

Porque en este México donde el poder seduce y corrompe, hay quienes todavía eligen caminar con la frente limpia, aunque el suelo esté lleno de trampas.

La traición en Tabasco: Palabras que se callan, lealtades que se rompenPor Amaury Sánchez G. En política, la traición no...
24/07/2025

La traición en Tabasco: Palabras que se callan, lealtades que se rompen

Por Amaury Sánchez G.

En política, la traición no siempre se consuma en un discurso o en un voto en contra. A veces, traicionar es simplemente quedarse callado cuando uno tiene el deber de hablar. O, peor aún, hablar a destiempo, cuando las palabras se vuelven puñales y no argumentos.

En Tabasco, cuna del obradorismo y tierra donde se forjó el carácter de un movimiento entero, algo se quebró. No fue una bala, ni una declaración desafortunada. Fue una decisión política. Fue una omisión calculada. Y quien estuvo en el centro del huracán no fue un opositor, ni un traidor infiltrado. Fue uno de los suyos: Adán Augusto López Hernández.

A simple vista, el caso podría parecer uno más entre los muchos capítulos oscuros del pacto entre política y crimen. Un gobernador que, en aras de mantener el “orden”, decide tolerar —cuando no pactar— con un operador criminal para mantener la plaza bajo control. La violencia disminuye, los datos sonríen y el partido presume estabilidad. Pero la realidad, como siempre en la política mexicana, se mueve bajo la alfombra.

La diferencia aquí es que la alfombra cubría mucho más que polvo: cubría sangre.

Cuando Javier May —hombre cercano a la presidenta Sheinbaum y adversario político de Adán Augusto— ganó la encuesta interna de Morena para la gubernatura de Tabasco, muchos pensaron que se trataba de una jugada más en el ajedrez del poder. Pero el poder, cuando es personal, no se cede. Se defiende. Y Adán no estaba dispuesto a entregar la plaza sin una última jugada.

En diciembre de 2023, como si el calendario fuera cómplice, estalló el primer “villahermosazo”. No fue casual. Fue simbólico. Fue el anuncio de que la paz impuesta por La Barredora —el grupo criminal que operaba como brazo extralegal de control— se había roto. ¿Coincidencia? Difícil creerlo. El declive del grupo coincidió milimétricamente con la caída política de Adán Augusto en su propio estado.

Los estudiosos de la violencia organizada en México han señalado, una y otra vez, que cuando los equilibrios políticos se fracturan, los equilibrios criminales también. La violencia aumenta, los pactos se resquebrajan, y la población vuelve a vivir bajo fuego. Pero esta vez, el enemigo no estaba al otro lado de la trinchera. Estaba adentro. En Morena. En la 4T.

Hay quienes aún creen que gritarle “¡No estás solo!” a Adán Augusto lo reivindica. Pero no comprenden la dimensión del silencio que lo rodea. Porque si lo que se dice en los pasillos del poder es cierto —que su hombre de confianza en seguridad era también operador de un grupo delictivo; que saboteó la candidatura oficialista para dejar el estado en manos del caos; que torpedeó los acuerdos de Sheinbaum por puro orgullo político—, entonces no estamos ante un simple error de cálculo. Estamos ante un crimen contra la historia de un movimiento.

Y Tabasco, ese estado que López Obrador convirtió en símbolo de dignidad y resistencia, se convierte ahora en la escena de una traición. No a la ley. A la lealtad.

La presidenta Sheinbaum, en su silencio, parece tomar nota. Su equipo de seguridad, encabezado por Omar García Harfuch, lo sabe: la confianza es una bala que no se puede disparar dos veces. El obradorismo no puede permitirse leales a medias. No en estos tiempos, no con estas circunstancias.

Si Adán Augusto cayó, no fue por la mano del enemigo. Fue por su propia sombra.

Y en política, como en la tragedia, el peor castigo no es la cárcel ni el exilio. Es quedar en la historia como el que, pudiendo ser parte de la leyenda, eligió el papel del traidor.

Fentanilo con aranceles… y Harfuch con metrallaPor Amaury Sánchez GColumna publicada en la esquina de las redadas y el T...
23/07/2025

Fentanilo con aranceles… y Harfuch con metralla

Por Amaury Sánchez G

Columna publicada en la esquina de las redadas y el Tratado de Libre Comercio

Pues resulta, damas y caballeros, que mientras usted se anda peleando con el del gas por los dos kilos que le faltan, allá arriba —donde los cárteles no se llaman Sinaloa sino Comité de Comercio Exterior— se están aventando una guerra de proporciones épicas: fentanilo, metralla y diplomacia, con personajes tan variados como Harfuch el Implacable y Trump el Gritón del Norte.

Sí, señoras y señores: este nuevo capítulo de la telenovela México–EE.UU. se llama “Yo pongo los mu***os y tú el arancel”. Porque mire usted: mientras nosotros acá decomisamos más de 3 millones y medio de pastillas de fentanilo, el otro lado nos recompensa con una sonrisa y una amenaza de impuesto.

Harfuch: el Batman de la Cuarta

El buen Omar García Harfuch, que parece salido de La Ley y el Orden, pero versión Tepito, ha entrado con todo. En 9 meses de operativo federal, el tipo no ha tenido descanso:

Se aventó 204 toneladas de droga decomisada,

Desactivó 151 artefactos explosivos (sí, ¡como si fueran piñatas del crimen!),

Le tumbó 1,160 laboratorios clandestinos al narco,

Y detuvo a 784 changos criminales solo en 15 días.

Nomás en Sinaloa, el Harfuch armó un desmadre tan profesional que hasta los cocineros del Cártel pidieron vacaciones. En lugar de metanfetamina, ahora están vendiendo buñuelos.

Trump: el sheriff que dispara tuits

Y del otro lado… aparece Trump con su clásico estilo: gritando más que actuando, pero eso sí, firmando decretos como quien firma autógrafos. Amenazó con poner un arancel del 25% si México no se ponía las pilas con el fentanilo.

¿Y qué cree? Sí se pusieron las pilas, pero con chaleco antibalas. Claudia Sheinbaum le mandó 10,000 elementos de la Guardia Nacional a la frontera y Trump dijo: “¡Qué bárbaros los mexicanos, están cooperando!”. Claro, porque si no, nos iba a cobrar más por exportar jitomates que por cruzar migrantes.

Pero bueno, se agradece que al menos esta vez Trump no pidió que construyéramos otro muro, sino que construyéramos confianza (con militares y decomisos, eso sí).

¿Y los cárteles de allá?

Ah, porque aquí viene lo bueno. Mientras Harfuch desmantela laboratorios y Sheinbaum despliega tropas, uno pensaría que en EE.UU. también están barriendo su casa, ¿no?

¡Pues no, chato!

En Estados Unidos no hay cárteles “oficiales” gr**gos, porque allá les dicen “organizaciones criminales locales” o “gangs”. Son como los cárteles, pero con relaciones públicas.

Tienen a los Latin Kings, los Sureños, los Crips, la Chaldean Mafia, y muchos más. ¿Y sabe cuántos están ligados al tráfico de dr**as? Casi todos. Pero a ellos no les dicen "narcos", les dicen “delincuentes juveniles”. Nada más porque no hablan con acento de Sinaloa.

Conclusión con picante

Así que mientras México pone los mu***os y las estadísticas, Estados Unidos pone… las quejas y los consumidores. Porque no se nos olvide que:

Allá se consumen las dr**as,

Se fabrican las armas,

Y se lava el dinero en bancos con nombres en inglés y accionistas en Suiza.

En resumen: Harfuch va con todo, pero el narco sigue nadando en dólares con pasaporte gr**go. Trump podrá seguir gritando que los malos están acá abajo, pero la mitad de los socios del crimen tienen ciudadanía estadounidense y el otro 30% tiene oficina en Wall Street.

Ya pónganse de acuerdo, ¿no? Porque esto ya parece partido de futbol donde México corre todo el partido… y Estados Unidos se lleva el trofeo sin despeinarse.

Banxico ante el espejo de la justicia social y la estabilidad económicaPor Amaury Sánchez G.El Banco de México, en su ca...
23/07/2025

Banxico ante el espejo de la justicia social y la estabilidad económica

Por Amaury Sánchez G.

El Banco de México, en su carácter de órgano autónomo, enfrenta una encrucijada que no sólo es técnica, sino profundamente ética. Ante la inminencia de un nuevo ajuste a la tasa de interés —el décimo en el actual ciclo de política monetaria—, la Junta de Gobierno debe preguntarse no sólo qué conviene al mercado, sino qué es justo para la nación.

Porque gobernar la economía no puede reducirse a fórmulas numéricas, sino que debe ser, ante todo, un acto de responsabilidad histórica con los millones que viven del salario, del pequeño comercio, del campo o del crédito popular.

Un descenso visible, pero insuficiente

Los datos disponibles reflejan un descenso de la inflación general: la primera quincena de julio arroja un 0.25% de variación quincenal, con una tasa anual estimada en 3.63%, por debajo del 4.32% de junio. La inflación subyacente, sin embargo —la que expone los procesos estructurales de la economía—, permanece en 4.00%.

El descenso de la inflación general es una buena noticia, pero no debe interpretarse como licencia para relajar el juicio. La persistencia de la inflación subyacente revela un problema aún no resuelto, que podría afectar, como tantas veces en nuestra historia, a los más vulnerables.

El papel de Banxico en el equilibrio de los poderes económicos

Banxico ha reducido su tasa de referencia en 9 ocasiones desde que comenzó este ciclo de flexibilización. De concretarse el recorte de 25 puntos base en agosto, la tasa quedaría en 7.75%.

El dilema no es trivial. En un país con desigualdades tan arraigadas, las tasas de interés no son sólo una herramienta de estabilización macroeconómica: también son un factor de inclusión o exclusión financiera, de estímulo o de freno al desarrollo regional, de protección o desamparo ante la especulación.

Reducir la tasa puede estimular el crédito y dar un respiro a pequeñas empresas, familias endeudadas y productores agrícolas. Pero una reducción precipitada podría comprometer la estabilidad de precios y devaluar la moneda, afectando justamente a quienes no tienen cómo blindarse ante una nueva ola inflacionaria.

Contexto global y soberanía nacional

No debe olvidarse que la política monetaria de México no ocurre en el vacío. La Reserva Federal de Estados Unidos ha mantenido su tasa sin variaciones, a la espera de señales más robustas. Si México se adelanta en su relajación monetaria, corre el riesgo de atraer presiones sobre el tipo de cambio, con efectos regresivos en los precios de los alimentos, los combustibles y los medicamentos.

La soberanía monetaria, como toda soberanía, debe ejercerse con sentido estratégico, no con voluntarismo técnico ni complacencia con los grandes intereses financieros.

¿Qué significa actuar con prudencia?

Actuar con prudencia no significa inmovilismo, sino responsabilidad. Si Banxico decide recortar la tasa, debe hacerlo con claridad en su diagnóstico, firmeza en su mensaje y compromiso con la estabilidad.
No se trata de congraciarse con los mercados, sino de honrar su mandato constitucional: mantener el poder adquisitivo de la moneda, en beneficio del pueblo de México.

Conclusión

El verdadero reto del Banco de México no es acertar en una cifra, sino demostrar que su autonomía no lo ha separado de su deber con el país.
La tasa de interés es una herramienta; la justicia económica, una obligación moral.
Y el pueblo mexicano, que ha sabido resistir políticas injustas y crisis impuestas, tiene derecho a esperar de sus instituciones no tecnocracia, sino responsabilidad republicana.

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