
27/07/2025
Checo y Cadillac: un corrido de octanos y redención
Por Amaury Sánchez G.
En el mundo de la Fórmula 1, donde los contratos vuelan más rápido que los monoplazas y las lealtades duran menos que un mandato presidencial interino, el anuncio del regreso de Sergio "Checo" Pérez con Cadillac para 2026 es algo más que una nota deportiva. Es, perdón por la grandilocuencia, un acto poético de redención motorizada. Un regreso con olor a gasolina fina y a orgullo nacional.
Mientras el mundo tuerce el gesto con las nuevas reglas de motores y las aerodinámicas que parecen diseñadas por minimalistas suecos, Cadillac —sí, la misma marca que tu abuelo presumía en las bodas como símbolo de estatus— decide meter las manos al fuego con un mexicano que no se dejó doblar por el volante de la política interna de Red Bull.
Checo no merecía irse como un suplente de lujo
Muchos pensaron que el 2024 sería la temporada del adiós, con Checo bajando del auto por la puerta trasera, entre rumores de sustitutos y mecánicos distraídos. Pero no. El tapatío no es de esos que se dejan vencer por los boxes del destino. Después del subcampeonato de 2023, no merecía que lo despidieran como a Godínez un viernes de quincena.
Cadillac le abre la puerta como se le abre la casa al compadre que vuelve de una guerra. A sus 36 años, Checo no está en modo jubilación, está en modo líder de escudería nueva. No es piloto de cierre, sino arquitecto de un proyecto que quiere romper la hegemonía de los de siempre. ¿Y quién mejor que un mexicano para construir en terrenos complicados? Si levantamos ciudades con puro tesón y mezcla pobre, ¿por qué no un equipo de F1?
Cadillac: de coche de narco a caballo de batalla
Cadillac no viene solo. Viene con el respaldo de General Motors, los dólares de Slim —que no es poca cosa— y la nostalgia de las películas gringas donde siempre había un Cadillac estacionado frente al club de jazz o saliendo de una persecución.
¿Puede un equipo nuevo dar el campanazo como lo hizo Brawn GP en 2009? Dependerá de si los ingenieros logran que el coche no solo se vea bonito, sino que corra como si lo persiguiera Hacienda. El nuevo reglamento de 2026, con motores más verdes y menos secretos bajo el alerón, puede nivelar la cancha. Es la oportunidad dorada para que Cadillac no llegue como extra de telenovela, sino como protagonista de serie épica.
El Checo fuera de la pista: ídolo, marca, mito
Checo no solo maneja autos. Maneja emociones. En México, es uno de esos pocos que unifica al norte y al sur, al Godínez con el millonario, al que lo ve por el Canal 5 con la antena mal orientada y al que lo sigue por streaming en su Tesla.
Con Cadillac, la F1 se acerca más al continente americano. Y no es cualquier cosa: Liberty Media quiere dólares frescos y fans que griten más que los italianos. ¿Nos vemos en un Gran Premio extra en Monterrey, Guadalajara o Cancún? ¿Y si Checo gana ahí? Sería como si Pedro Infante resucitara para cantar en el Zócalo.
Construir desde cero: lo más difícil, lo más grande
Checo ya sabe lo que es remar contra la corriente. De Sauber a McLaren, de Force India a Red Bull, ha sido más terco que aguinaldo de burócrata. Pero nunca ha empezado desde ceros. Ahora tendrá que opinar sobre todo: desde el volante hasta el color de los calcetines del jefe de boxes.
Y si logra meter a Cadillac en los puntos con regularidad, su nombre se escribirá junto a los grandes. No por los podios, sino por ser el hombre que convirtió a una promesa en realidad. La historia ama a los pioneros, y Checo quiere ser uno.
Epílogo a toda velocidad
El regreso de Checo con Cadillac no es solo una nota en la sección de deportes. Es un guión de película que mezcla drama, velocidad, redención y orgullo mexicano. Es la historia del hombre que no aceptó un final sin gloria. El hombre que, a los 36, se sacude el polvo de los paddocks y se sube a una nueva aventura como si tuviera 23 y todo por ganar.
La F1 es mejor con Checo Pérez.
Y ahora, gracias a Cadillac, el mundo entero lo sabrá otra vez.