07/05/2025
La Videollamada de las 3:33
No soy supersticioso. Nunca lo fui.
Soy técnico en redes y paso la mayoría de mis noches ajustando servidores o resolviendo fallas de conexión para empresas que prefieren pagar barato en lugar de contratar soporte serio. Anoche, sin embargo, algo cambió. Me cuesta incluso recordar bien todo lo que pasó, pero juraría que… no fue un sueño.
Eran las 3:28 a.m. cuando recibí la notificación. Estaba trabajando en la laptop con varias ventanas abiertas y algo de música de fondo, cuando vi aparecer un mensaje flotante de Google Meet:
> "Tienes una videollamada programada: ‘Accede ahora’".
Lo extraño es que yo no había agendado nada, ni tenía ningún cliente activo a esa hora. El título decía simplemente:
> ‘Sesión 1 - Desbloqueo emocional’
Pensé que alguien me había invitado por error, pero algo me hizo clic. Soy curioso, sí, y a veces id**ta. Le di clic.
La pantalla se volvió negra unos segundos. Mi cámara se encendió sola. Lo supe porque el LED verde parpadeó sin que yo lo activara. Al principio pensé que era un bug. Luego noté que no podía cerrar la pestaña, ni salir de pantalla completa. La interfaz no era la habitual de Google. Era… similar, pero había elementos fuera de lugar. El botón de “Colgar” no estaba. La pantalla se dividió y ahí comenzó el horror.
Apareció mi imagen, en tiempo real. Pero mi reflejo no era el mismo. Yo estaba quieto, mirando la pantalla. El otro yo… también. Pero pestañeaba más rápido. Tenía una ligera sonrisa torcida que yo no tenía. Y entonces, ese “otro yo” alzó la mano. Yo no lo hice.
Me congelé.
Me observó fijamente. Su sonrisa se amplió lentamente, sin mover los labios. Y luego, sin sonido, habló. No escuché su voz, pero lo que decía aparecía como subtítulos debajo de su rostro:
> “Te estoy viendo desde dentro.”
Fue entonces cuando la imagen cambió. Apareció una habitación oscura, iluminada sólo por la tenue luz de una pantalla rota. La cámara enfocaba un rincón. Lo reconocí.
Era mi cuarto. Pero no estaba solo.
En el fondo, detrás de mi silla vacía, se distinguía una figura. Larga. Como una silueta de sombra recortada, con ojos blancos como quemaduras de pantalla. La figura… me miraba. Luego alzó una mano, igual que el reflejo ma***to. Y volvió a escribir en los subtítulos:
> “Gracias por aceptar la llamada.”
Intenté cerrar la laptop. No se apagaba. No reaccionaba a nada. De repente, la luz de mi cuarto parpadeó… y la pantalla se fue a negro.
Por un segundo, pensé que todo había sido una alucinación.
Pero entonces recibí un mensaje de WhatsApp. De un número desconocido. Sin foto. Sin estado.
Sólo decía:
> “Sesión 2 será mañana. Mismo horario. Por favor, asegúrate de estar solo.”
El número tenía 13 dígitos. No pertenecía a ningún país conocido.
Hoy revisé el historial de Google Meet. No hay nada registrado. Ni una sola llamada. Pero encontré un archivo oculto en mi carpeta de sistema, llamado "mirror_333.aac".
Lo reproducí. Era un audio corto. De seis segundos.
Sólo una voz, deformada, susurrando:
> "Abre los ojos… ya estás del otro lado."