14/05/2025
Pepe Mujica nunca usó corbata. Cuando fue ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca durante el gobierno frenteamplista de Tabaré Vázquez, se le criticó por no estar preparado para el puesto, por no ser un profesional de la política, por no verse formal. Pero el carisma de Mujica no estaba en su preparación universitaria en instituciones extranjeras. Su manera de hacer política siempre fue opuesta a la de los tecnócratas neoliberales.
Mujica nació en el barrio de Paso de la Arena. Ahí siempre vivió en su chacra con su esposa, la también política Lucía Topolansky. Su familia, descendiente de vascos e italianos, siempre fue política. Por la influencia que lo rodeaba, herrerista y nacionalista, Mujica siempre tuvo vocación de lucha. Militó desde la adolescencia y pronto se radicalizó. En los años sesenta, pasó a la clandestinidad como un miembro importante del grupo guerrillero Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.
En esos años, Mujica luchó contra la violencia del capitalismo, contra el autoritarismo, contra la influencia estadounidense.
Durante la dictadura, en los años setenta, fue capturado como rehén. Sin juicio, los militares amenazaban con matarlo si seguían las acciones de los Tupamaros. Pasó once años en la cárcel para un total de trece años de su vida tras las rejas. Le dispararon seis veces. Sobrevivió de milagro.
Por eso, su política no viene de los trajes, no vino de las escuelas estadounidenses, de los lazos con el privilegio. Pepe Mujica fue un político práctico, que predicaba con el ejemplo, que se equivocaba “como cualquier hijo de vecino” y que pagó su lucha con sangre. Senador y luego Presidente de la República uruguaya, su popularidad se debe a una manera de hablar, directa, reflexiva y empática. Mujica sorprendía porque siempre nos sorprenden los políticos honestos, transparentes y congruentes. Murió como vivió, digno, en su chacra, con amigos y sin lujos, en el barrio que lo vio crecer.
Hasta el último día de su vida, nadie pudo obligarlo a usar una corbata.
Descanse en paz, Pepe.
Seguimos su lucha por la dignidad.