03/07/2025
- Oye me gustaría decirte algo.
- Sí dime, soy toda oidos; ando intentando aprender.
- Pues mira, a estas alturas ya sé una serie de cosas y tal vez te interese que te las comparta.
- A ver.
Nadie viene a salvarte, ¿sabes?. Ningún amor, ningún hombre, mujer, flor o caracol te salva de lo tuyo.
No hay mecenas que te vean a lo lejos y reconozcan tu talento oculto, ese que ni sabes aún que tienes pero que te gustaría desarrollar.
No existen los golpes de suerte inesperados a cada momento, ni chocazos en las esquinas con la persona de tu vida.
Las relaciones de pareja no funcionan por arte de magia ni por conjuros de atracción ni por desearlo mucho, ni tan siquiera por leer subrayadamente manuales acerca de la cuestión emocional.
Si no curas tus heridas, esas cicatrices del alma y del cuerpo es casi seguro que le pidas el ungüento y la sanación a quien tienes al lado.
Demandar amor no funciona. Exigirlo tampoco.
Dar a raudales y de todo hasta quedarte sin nada es exactamente eso, quedarte sin nada. Vaciarte no es ser generosa.
Todas y cada una de las cosas que consigas serán con tu esfuerzo y trabajo; estamos viviendo bajo lógicas capitalistas. El apoyo y ayuda de los demás llegarán cuando ya estés haciendo tu parte. No antes.
La amistad puede durar un verano, quince años o una semana. Y está bien que así sea. La vida es una constante pérdida y ganancia. Y esa compensación es real.
Todo es mucho más prosaico de lo que crees, incluso el s**o, incluso desarrollar la profesión que tanto anhelas, también los vínculos, las aventuras viajeras. Pero siendo lo cotidiano mucho menos novelesco de lo que en ese momento sueñas, sé también también que lo real puede ser muchas veces más interesante que las fantasías creadas con artificio.
Quiero comentarte también que conseguir las cosas por ti misma es el mayor orgullo que puedes tener, que cada paso por muy erróneo que parezca de entrada te coloca en otro sitio, casi siempre mejor. Los miedos paralizantes se nutren de anticipación y angustia. A mí me ha servido dar un pequeño paso, pequeño, hacia adelante y adentro.
Ah, también quería decirte que no te mueres de ningún desamor, decepción o duelo. Ni aunque creas que va a ocurrir, en serio.
Nada nunca y digo nunca, es tan grave.
Y si lo es, también pasa.
Saber de todo esto se llama madurar, supongo.
Y hoy, que me he acordado de ti, quería contártelo.
Nunca consideré que esta edad sería así. Pensé que cumplir años supondría una debacle existencial y te volvías rancia y ya no te pasaba nada interesante; había alrededor un relato juvenalista y terrorífico del madurar.
Nada que ver.
Construirse cada día cuesta, pero es inevitable y a la vez el mayor desafío de estar viva.
Y aquí vamos, con buenos cimientos y un armazón que muta por días.
¡Aventura!
Lo mismo te sirve.
María Sabroso.