
13/07/2025
Alfredo Porras Domínguez: sembrando cohesión y esperanza en el campo jalisciense
Por Amaury Sánchez G.
En tiempos donde el campo exige más que discursos, el nombre de Alfredo Porras Domínguez resuena no por estridencias, sino por presencia. Como delegado federal de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) en Jalisco, su liderazgo no se limita a lo administrativo. Su papel se ha vuelto esencial en articular una política pública cercana a la tierra, a las manos que la siembran y a las familias que la sostienen.
El reciente evento regional en Ahualulco de Mercado no fue una reunión más. Fue un mensaje contundente: el campo no puede esperar, y mucho menos caminar dividido. La mesa de trabajo que se llevó a cabo con autoridades de siete municipios —Ahualulco, Ameca, Tala, San Juanito de Escobedo, Etzatlán, Teuchitlán y Hostotipaquillo—, así como con representantes de LICONSA, Fertilizantes, CONOCER, el Registro Agrario Nacional y la Coordinación Jurídica del Distrito 01, es prueba viva de una política que baja al territorio, escucha y actúa.
Un puente entre nación y tierra
Porras Domínguez ha sabido tender puentes entre lo federal y lo local. Ha impulsado la lógica del “con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, y lo ha hecho convocando a las instituciones, haciendo equipo con alcaldes, líderes agrarios y organismos técnicos. Esa articulación no es poca cosa: en un país donde los esfuerzos suelen quedarse en el papel, lograr que CONOCER certifique competencias en el agro, que Fertilizantes garantice insumos a tiempo, o que el RAN dé certeza jurídica a la tierra ejidal, representa una verdadera transformación para quienes dependen del campo para vivir.
El campo como prioridad nacional
Lo ocurrido en Ahualulco se inscribe dentro de una visión nacional que Claudia Sheinbaum Pardo ha definido con claridad: rescatar el campo como prioridad estratégica de México. En este contexto, el trabajo de Alfredo Porras adquiere una dimensión clave: está ayudando a que Jalisco se convierta en modelo de implementación territorial de esa política rural transformadora.
No se trata solo de entregar apoyos, sino de cambiar estructuras: reducir la intermediación abusiva, reactivar el extensionismo agrícola, certificar saberes campesinos, legalizar tierras, garantizar el acceso a créditos productivos. Cada una de estas tareas requiere voluntad política, sensibilidad social y eficacia técnica. Y es ahí donde Porras Domínguez ha brillado.
Impacto directo y retos pendientes
Los pequeños y medianos productores del Distrito 1 no solo se llevaron promesas: salieron de la reunión con canales abiertos, compromisos institucionales concretos y, sobre todo, con la convicción de que no están solos. Sin embargo, aún quedan desafíos: mejorar caminos rurales, blindar el acceso al agua, fomentar la agroindustria comunitaria y elevar la rentabilidad de los cultivos de temporal. La transformación avanza, pero aún hay surcos por trazar.
Conclusión: un sembrador de acuerdos
Alfredo Porras Domínguez no ha necesitado reflectores para hacer historia. Su liderazgo se siente en los surcos, en las plazas, en las mesas donde se reúnen quienes rara vez son escuchados. En Jalisco, su figura se ha convertido en sinónimo de compromiso territorial, coordinación eficaz y defensa del campo desde el campo.
En un país que busca reconciliarse con su raíz agraria, su labor es, sin duda, semilla fértil de la Cuarta Transformación.