02/12/2025
A veces es difícil darnos cuenta de cuándo serán las últimas veces…
La última teta.
El último pañal.
La última vez que duerme en tu cama.
La última vez que te pide un besito para consolarse.
La última vez que lo ayudas a bañarse.
La última vez de la bici sin rueditas.
Y, sin darnos cuenta, también van llegando las primeras veces:
La primera vez que cierra la puerta de su cuarto.
El primer día de secundaria… y luego el último.
La primera vez que lee.
La primera vez que te saca tu ropa “prestada”.
La primera vez que sale solo con amigos.
La primera novia.
La primera vez que escuchas un “no entendés nada, mamá”, que en el fondo significa: escúchame.
No piden permiso para crecer.
Y en la crianza pasa lo de siempre: los días son largos, pero los años vuelan.
Las cosas cambian, sí… pero también se transforman. Siguen mirando de reojo para ver si estás cerquita. Siguen apareciendo de pronto en tu cama para contarte algo. Te siguen abrazando de sorpresa.
Y hay cosas que nunca cambian:
Aunque ya no nos necesiten encima, nos necesitan cerca.
Necesitan —y necesitamos— saber que estamos.
Que somos un lugar seguro. Refugio. Faro.
Hay que estar.
Acompañando como el primer día.
Porque es maravilloso verlos crecer.
Porque si existe una última vez…
también existe una primera.
Y ahí es donde quiero estar. 💛