16/08/2025
Desde 1910 hasta 1965, en Gran Bretaña funcionó una máquina asombrosa llamada «Viejos cerebros de latón», un calculador completamente mecánico que predecía las mareas con una precisión exquisita.
No tenía sensores, boyas ni flotadores. Los datos se obtenían con anticipación: en el puerto seleccionado, durante meses e incluso años, se observaba el nivel del agua. Estas mediciones se analizaban, identificando 37 ondas armónicas, cada una con su amplitud, período y fase. Estos parámetros se «introducían» manualmente en la máquina, ajustando los tambores, engranajes y posiciones iniciales de los ejes.
Cada tambor generaba una señal mecánica «sinusoidal»:
— la amplitud se definía por el radio y la forma del leva,
— la fase, por la posición del eje,
— el período, por la velocidad de rotación.
Estas 37 señales convergían en un mecanismo sumador que las combinaba, como un matemático suma números. En la salida, una pluma dibujaba en papel una curva suave — el pronóstico listo del nivel del mar para horas, días y meses adelante.
En lugar de semanas de cálculos manuales, los ingenieros obtenían el resultado en pocas horas. La precisión era tan alta que en solo dos años el número de naufragios relacionados con las mareas se redujo a la mitad.
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