22/10/2025
PREOCUPADO POR 30 PESITOS, PERO DE SEGURIDAD NI PIO.
En la Villa de Pomuch, donde la tradición de la limpieza de huesos se ha convertido en símbolo cultural de identidad, hoy emerge una nueva polémica que no nace del cementerio, sino de los discursos políticos. Una contradicción evidente entre las autoridades municipales de Hecelchakán —emanadas de Movimiento Ciudadano— y un diputado local por la vía plurinominal, de nombre Carlos Ucán Yam conocido por su activismo cultural, pero también por sus intereses bien calculados detrás del telón.
Desde la alta tribuna del Congreso del Estado, el legislador conocido como el "Chapito" alzó la voz para criticar el cobro de una cuota de recuperación por la limpieza de osamentas en Pomuch, calificándolo como un acto indebido y fuera de toda sensibilidad social. Sin embargo, lo que omitió mencionar —y lo que la ciudadanía no olvida— es que él mismo ha sido promotor de una asociación civil que por años ha lucrado con los recursos destinados a la organización de este evento tradicional.
Durante gobiernos anteriores, el ahora diputado de Morena nunca coincidió con las autoridades municipales en turno; prefería hacer su evento aparte, bajo la bandera de “rescatar la tradición”, pero con patrocinios y fondos poco claros. Fue hasta la llegada de la administración estatal de Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) que los recursos comenzaron a fluir de manera más directa hacia la organización cultural. En el primer año se le dieron riendas sueltas, pero los reportes de gastos y el evidente derroche de dinero encendieron las alarmas.
La Secretaría de Cultura decidió intervenir en 2024, tomando control del recurso y destinándolo directamente a la logística. El resultado fue claro: un ahorro de casi 40% respecto al año anterior. Los números no mienten.
Mientras tanto, el debate actual gira en torno a una cuota mínima que busca retribuir el trabajo artesanal y espiritual de quien realmente mantiene viva la tradición: en este caso a el limpiador de osamentas, quien cada año recibe apenas un reconocimiento simbólico. Esa cuota no enriquece a nadie; apenas pretende dignificar una labor que ha sido históricamente voluntaria y mal remunerada.
Resulta entonces paradójico que el diputado, apodado “El Chapito”, utilice la máxima tribuna del Congreso no para hablar de la creciente inseguridad en el estado, ni de las carencias que enfrentan los municipios rurales, sino para proyectar una postura política envuelta en moralismo selectivo.
La limpieza de huesos no necesita voceros con intereses políticos; necesita respeto, apoyo real y transparencia en los recursos públicos.
Ojalá las autoridades, sin importar su color partidista, aprendan a trabajar en conjunto y dejen de convertir las tradiciones en plataformas personales.