21/11/2024
Hace 15 años
Llegamos a Hermosillo, con la maleta llena de esperanzas, sueños, incertidumbre, miedo, pero sobre todo esperanza, la que yo no pude ver hasta que crecí, aprendí y entendí. Yo era un niño, que venia nuevecito de paquete. Hasta que llegué a la ciudad del sol, regresé a la tierra que me vio nacer. Tierra a la que en un inicio yo desprecié y no quería. No quería porque no la conocía ni la entendía ni tenia a nadie. Pero pasó lo que siempre seguirá pasando: el tiempo. Y con el tiempo entendí, aprendí, conocí y reconocí que llegué aquí, o me trajeron aquí, porque buscaban lo mejor para mi. Y como todo lo que vale la pena, no fue fácil. Si se tiene que batallar, nada es fácil. Si se tiene que luchar, nada es regalado. Si se tiene que sufrir, para después poder disfrutarlo. Y aunque no hay nada seguro, ganado ni 100% asegurado, por lo menos ya podemos seguir nuestro camino, el que alguien nos ayudo a construir. Y que lo hizo con todos sus problemas, tropiezos, hasta haciendo a un lado sus mismo problemas, pero para que uno llegara algún día a un buen lugar. Y es que ese lugar no es el destino, es solo una parada, una estación. Pero podemos decir que a pesar de todas las adversidades (que ahora nos damos cuenta de lo que cuesta) nos dejaron en un buen lugar. Gracias a toda esa herencia. Herencia no material. Herencia de esencia, valores. Gracias. Y esto no es mio. Es de nosotros.
Faltó mi apá en la foto. ❤️