
17/09/2025
ENTROPÍA POLÍTICA
EMBOSCADA PREMATURA EN EL TABLERO DE LA SIERRA
✍️ Por Edgardo López Robles
Querido lector:
Una pregunta flota en el aire y merece respuesta. ¿Qué fuerza, qué temor o qué circunstancia llevó a Don Vito Corleone a desatar una ofensiva prematura contra Carlos Barragán? ¿Por qué lanzar dardos envenenados contra Rogelio López Ángulo y, al mismo tiempo, sacar del retiro a Ernesto García en Venustiano Carranza? ¿Qué urgencia los obliga a mover sus fichas antes de tiempo?
Hace meses advertimos desde esta columna una tesis que hoy cobra plena vigencia: la victoria de Marco Valencia y su familia en Venustiano Carranza no fue un hecho local, sino una estocada directa contra Ardelio Vargas. Al perder el control del distrito electoral federal —las tres alcaldías clave—, Don Vito quedó fuera de las secretarías de Estado en Puebla y confinado a trincheras menores, apenas sostenidas por sus fieles. Su poder no venía de discursos ni de ideologías, sino del control territorial de Huauchinango, Xicotepec y Venustiano Carranza. Sin esas llaves, su figura se debilita.
Recuperarlas es cuestión de supervivencia. Estos municipios no son simples demarcaciones: son el trípode de su poder. Pero arrebatar esas plazas implica desplazar a tres jugadores de peso —Carlos Barragán, Marco Valencia y Rogelio López Ángulo—, y para ello el método es conocido: acusar, señalar, incluso inventar. Porque aquí no se trata de tener la razón, sino de desgastar. Una guerra de lodo que busca despejar el camino para piezas más desgastadas: Guadalupe Vargas, Ernesto García y Miguel Márquez Ríos, fichas que ya no avanzan solas y necesitan ser remolcadas.
En Xicotepec, la táctica es clara. El objetivo inmediato es Barragán: no buscan derrotarlo en las urnas, sino erosionar la base social que lo sostiene. Hasta ahora ha resistido, manteniendo niveles de aceptación notables. Cada ataque que recibe, lejos de derribarlo, termina debilitando más a Lupita Vargas, quien aparece como un flanco débil y cada vez más desconectado del electorado.
En Huauchinango, Don Vito Corleone nunca necesitó ganar para gobernar: los acuerdos del viejo régimen le permitían operar desde la sombra. Ese esquema ya no existe. Primero lo intentó con Juanita Mendoza en 2021 y 2024 y fracasó; en 2027 apostará por Miguel Márquez, intentando recuperar esta alcaldía limítrofe con Hidalgo. La misión es doblegar a Rogelio López Ángulo y regresarlo al redil. Por eso los ataques apenas comienzan y se recrudecerán, intentando frenar la caída libre de Márquez, cuyo desgaste es inocultable. En Venustiano Carranza, la apuesta es Ernesto García: allí, en los límites con Veracruz, se juega el control de un corredor estratégico para reconstruir el poder del patriarcado de Xicotepec.
El problema para Ardelio Vargas es que el tiempo se le agota. Con el veto presidencial de Claudia Sheinbaum, la pérdida del control distrital y el desgaste de sus alfiles del Verde Ecologista —Lupita Vargas y Miguel Márquez—, su horizonte político se estrecha. Y peor aún: esta será la última elección en que podrá competir bajo las condiciones que lo mantuvieron vivo durante décadas. En 2030, la ley contra el nepotismo y la no reelección cerrará el ciclo de privilegios que sostuvo a los cacicazgos regionales.
Lo que ocurre en Xicotepec, Huauchinango y Venustiano Carranza no es una disputa menor: es el laboratorio donde se mide la resistencia del viejo régimen frente a un país que cambia de reglas. Mientras el centro habla de reformas y nuevas instituciones, en la periferia los cacicazgos se aferran a sobrevivir con las armas de siempre: clientelas, campañas de lodo y control del miedo. Pero esa fórmula, que durante décadas fue infalible, hoy luce cada vez más gastada.
La pregunta es inevitable: ¿sabrá el patriarcado de Xicotepec retirarse con dignidad, o intentará incendiar el tablero antes de perderlo para siempre?
☕️ Hasta la próxima taza de café.